El autor.-
Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616) nació en Alcalá
de Henares. Fue soldado, novelista y poeta. Peleó en la Batalla de Lepanto y
fue cautivo en Argel. Otras obras suyas: La
Galatea, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Novelas Ejemplares.
Mi opinión.-
Me había propuesto este verano de 2015, leer el Quijote
completo y además si me quedaba tiempo también incluir el Quijote de Avellaneda
en el reto. Bueno pues, a 30 de agosto, prueba no superada. Sólo he podido leer
la primera parte del Quijote de Cervantes. Me ha sorprendido tan gratamente que
he querido leerla más despacio de lo que tenía previsto. Desde la sonoridad y
comicidad de los nombres de caballeros (inventados por Cervantes) a la
recuperación de palabras del castellano del XVI en desuso actualmente, la
lectura de esta primera parte ha sido una aventura fantástica. Alifanfarón de
Trapobana, Pentapolín del Arremangado Brazo, Laurcalco señor de la Puente de
Plata, Brandabarbarán de Boliche, Espartafilardo del Bosque, entre otros son
los responsables de la locura de Alonso Quijano y de su añoranza de tiempos
pasados.
Esta primera parte de El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha se publicó en 1605 y se la
considera como la primera novela moderna. Desde una postura crítica se burla de
las novelas de caballería y en general de todos los libros que pueden
trastornar el buen juicio de los lectores. ¡Bendita chifladura!
La locura de don Quijote y sus viajes buscando aventuras
imposibles es el punto de partida y la excusa del autor para intercalar novelas
de enredo amoroso, generalmente, con final feliz: Grisóstomo y Marcela o Luscinda y Cardenio, El curioso impertinente o la historia del cautivo y Zoraida. Todos ellos
se encuentran sucesivamente con Ginés de Pasamonte y los galeotes, el cura y el
barbero, don Quijote y Sancho, formando una comitiva esperpéntica por los
campos de La Mancha, que en lugar de avanzar más parece que fuera dando rodeos
y andando en círculos para no llegar a ningún sitio y tener así tiempo de
escuchar más historias. Porque en todas esas historias hay verdades de la época
y de siempre: amores contrariados, ideales frustrados, mujeres inteligentes,
curiosidad castigada, amores felices y retornos inesperados. Y junto a todo
ello la locura vigilante del Quijote para que a ninguna doncella se le sea fecho desaguisado alguno. ¡Qué
ternura, la del caballero de la Triste Figura!
Por supuesto, en ese viaje circular, asistimos también a las
pendencias de don Quijote con enemigos tan fieros y brutales como un rebaño de
ovejas, los molinos de viento o los odres de vino de la venta. Encantamientos y
conjuras se ceban con el hidalgo no sabemos, si para hacerle perder la razón o para
que la recobre. Dulcinea del Toboso, la dama esquiva, es la gran ausente de
esta primera parte ya que sólo la vemos a través de los ojos de don Quijote,
viciados de amor y locura; hermosa dama, colmada de virtudes. Así dijo también Cardenio
penando de mal de amores:
De ese modo, no es
cordura
Querer curar la pasión
Cuando los remedios
son
Muerte, mudanza y
locura.
Sin embargo, la (considerada por el resto de la compaña)
locura de don Quijote no es obstáculo para que dé lecciones de cordura y
defienda, como es menester que haga un caballero, su propio oficio de armas, incluso considerándolo por encima del oficio intelectual: … veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del
guerrero, trabaja más. … hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su
punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo, entender y
hacer que las buenas leyes se guarden. Fin, por cierto, generoso y alto y digno
de grande alabanza, pero no de tanto como merece aquel a que las armas
atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que
los hombres pueden desear en vida.
Sólo me queda ya recomendaros
la lectura pausada del Quijote y espero no tener que convenceros a torniscones. Me dispongo ahora a preparar
el matalotaje por si acaso pudiera embaular algunos duelos y quebrantos, que tanta aventura necesita reposo y un buen
yantar. Después abrigada por una mantellina
repasaré las historias del Quijote y Sancho.
El Quijote
Miguel de Cervantes
Ilustrado por José Ramón Sánchez
Editorial Anaya
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