El autor.-
No sé si calificar a Joe Sacco como novelista gráfico, autor
de cómics o incluso ensayista gráfico. Después de graduarse en la universidad
empezó a trabajar como periodista, pero escribir le resultaba aburrido. Después
se pasó al cómic; pero hasta que no publicó Palestina:
en la franja de Gaza, no encontró su propio estilo para relatar sus
experiencias como periodista en un conflicto. Después también publicó Gorazde: zona protegida sobre la guerra
civil en Bosnia. Basándose en las entrevistas y fotografías que toma en las
zonas en conflicto escribe y dibuja crónica periodística.
Mi opinión.-
La gran guerra no
se puede considerar crónica periodística porque el autor ni siquiera había
nacido cuando se produjo la Batalla del Somme. El 1 de julio de 2016 se
cumplieron los 100 años del comienzo de esta cruenta batalla de la Primera
Guerra Mundial: británicos y franceses contra alemanes. Entonces todavía se la
llamaba la Gran Guerra porque nadie
podía imaginar que habría una segunda. Más de un millón de hombres muertos,
heridos o desaparecidos. Alrededor de 600.000 británicos y franceses y más de
400.000 alemanes.
Fueron 141 días de batalla, de guerra de trincheras, bombardeos
y lucha cuerpo a cuerpo a lo largo del curso del Somme. Se había pensado para
distraer a los alemanes y aliviar la presión sobre el frente de Verdún. El 19
de noviembre, después de tantos estragos por ambas partes, se decidió dar por
terminada la batalla y proseguir la guerra después del invierno. Queda claro que
nadie ganó en aquel momento; hubo avances y retrocesos por ambos bandos sin que
llegaran a consolidarse.
Ese primer día de la batalla es el que Joe Sacco ha recreado
en su libro-mural. Una ilustración muy detallada de 7,3 metros, desplegable, que
puede guardarse en un estuche, con un pequeño ensayo de Adam Hochchild sobre la
batalla y una guía con anotaciones; el autor ha querido dejar la ilustración
sin texto para provocar todavía más desasosiego.
Joe Sacco ha dibujado a cientos de miles de soldados
británicos sin querer individualizarlos, pero al mismo tiempo cada uno de ellos
muestra su propia personalidad bajo el casco que le hace ser igual a cada uno
de sus compañeros. Así vemos unos que van a la guerra cantando, felices; los
que se ocupan de los animales; quienes conducen los carros; una mujer, quizá
una campesina francesa; un soldado que mea contra una pared medio derruida y
otro que vomita apoyándose en un árbol; empieza a anochecer pero la batalla no
para. Después los bombardeos, los heridos y los muertos.
Cada soldado es perfectamente reemplazable para eso que se
suele llamar la máquina de guerra. Fue de las primeras batallas en las que los
soldados se enfrentaban a una muerte industrializada, con un poder mortífero
mucho mayor que en las guerras anteriores. Tanques, bombas, explosivos, gas,
ametralladoras, fusiles con bayonetas, tenían una dimensión que antes no se
había alcanzado. Sólo en el primer día, más de 20.000 británicos muertos o
heridos.
Ahora que Reino Unido ha decidido abandonar la Unión Europea
es imprescindible recordar que esta Unión, económica y mercantilista,
neoliberal e imperfecta, se creó para superar las heridas de la II Guerra
Mundial y de tantas otras guerras, sufridas por franceses y alemanes, en los
siglos XIX y XX. Y que antes de abandonarla deberíamos esforzarnos todos en
hacer que fuera mejor. Sin embargo, también hay que reconocer a Reino Unido el
derroche de vidas que sufrió para defender a Francia y al resto de Europa. El
libro de Joe Sacco es conmovedor.
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