En Laura, una
mujer fascinante y misteriosa, una inocente femme
fatale, logra un nuevo triunfo respecto al hombre. Consigue enamorar a
pesar de estar muerta. Mark McPherson (Dana Andrews) es detective en la ciudad
de Nueva York; Laura Hunt (Gene Tierney) ha sido asesinada y él se hace cargo
de la investigación. A través del testimonio de los sospechosos y de un cuadro
que la representa en todo su esplendor, Laura cautiva al detective.
Los sospechosos pertenecen a su entorno más próximo. Su
amigo y mentor Waldo Lydecker (Clifton Webb) conoció a Laura cuando ésta
acababa de terminar sus estudios y, en cierto sentido, considera que ella es su
obra maestra. Es un periodista cáustico, que en su vejez ha
descubierto los celos obsesivos. Shelby Carpenter (Vincent Price) es el
prometido de Laura; por lo menos era su prometido hasta que ella descubre sus
infidelidades. Con la ruptura de su compromiso también se desvanece la
posibilidad de acceder a la considerable fortuna de Laura. Laura ha ejercido, aunque
involuntariamente, su fascinación sobre estos hombres, aunque algunos no
merecieran ni siquiera su saludo. Etiquetada como femme fatale sin embargo, no hace nada para atraer a la tragedia; la
estupidez y el engreimiento de los hombres son los que forjan la tragedia.
Es un thriller clásico, cine negro elegante que, si bien no se
sumerge en las cloacas de gánsteres y mafiosos, se afana por adentrarse en los
recovecos del alma humana, del alma de los hombres que, aparentemente
triunfadores, no llevan muy bien ser sustituidos por otros. Un periodista, un
vividor y un detective deslumbrados por una única mujer que no se había
propuesto deslumbrarlos. Es evidente que la mujer no tiene nada que ver en ese
deslumbramiento, sólo es utilizada como trofeo de caza.
Esta peli, formalmente, tampoco sigue las directrices
clásicas del cine negro. La ambientación es exquisita. El director procura
mostrarnos con lentos movimientos de cámara el lujoso apartamento en Nueva
York, donde vivía la víctima. La iluminación huye del brutal claroscuro y se
llena de vibrantes matices que realzan todo lo que perteneció a Laura. Y la música
que se encarga de hacerla presente aunque ella no esté. Todo gira alrededor de
Laura. Y todo ello enamora al detective McPherson, que, sin haberla conocido,
vaga por su apartamento husmeando en su ropa, en su diario, en sus sábanas. Es la
representación de la necrofilia más elegante que nunca se haya filmado.
Una de las cosas que me sorprendía de esta película es que
Laura desempeñaba una profesión y demostraba una gran seguridad en sí misma. No
es muy conocido que la autora de la novela original fuese una mujer. Vera
Caspary había nacido en Chicago, hija de emigrantes judíos. Después de la
muerte de su padre y durante la Gran Depresión tuvo que ponerse a trabajar para
mantener a su madre. Fue una prolífica escritora de éxito y también guionista
de cine. Llegó a afiliarse al Partido Comunista Americano y fue incluida en
la “lista gris”. Los pertenecientes a esta lista no eran considerados
peligrosos, pero sí que se les instaba a denunciar a antiguos compañeros suyos
por comportamiento antipatriótico. Caspary y su marido decidieron trasladarse a
vivir a Europa.
Director: Otto Preminger
Guion: Jay Dratler, Samuel Hoffenstein, Betty Reinhardt (Novela: Vera Caspary)
Música: David Raksin
Fotografía: Joseph LaShelle
Intérpretes: Gene Tierney, Dana Andrews, Clifton Webb, Judith Anderson, Vincent Price.
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