Su nombre oficial es Castillo de San Pedro. Es una
fortificación construida a finales del siglo XVI por encargo del rey Felipe II
para defenderse de posibles ataques franceses. Fue proyectada por Tiburcio
Spanoqui, caballero de la Orden del Hospital de Jerusalén, en un barrio que
quedaba fuera de las murallas de Jaca y que estaba habitado principalmente por
mercaderes.
El barrio se llamaba el Burnao. Para decidir el emplazamiento, Spanoqui
recorrió todos los valles pirenaicos en el invierno de 1592. No debió ser nada
fácil, además teniendo en cuenta que las coronas de Aragón y Castilla apenas
hacía un siglo que se habían unido y que hacia mitad del siglo siguiente se
iniciarían las revueltas en Cataluña. De todas maneras, Spanochi debió de hacer
un gran trabajo porque en 1601 fue nombrado Ingeniero mayor, estando al cargo
de todas las fortificaciones españolas en la península y en América.
Del Burnao sólo se conserva parte de la pequeña iglesia
románica, la espadaña situada en la parte superior del acceso a la ciudadela, una
talla de la virgen, del siglo XIV que puede verse en el Museo Diocesano de Jaca
y la pila bautismal que hoy está en la pequeña iglesia construida dentro de la Ciudadela.
En esta iglesia de San Pedro se puede ver también el sepulcro de Juan de
Velasco, maestre de campo de la ciudadela hasta 1597. Actualmente sigue siendo
un edificio militar aunque no hay tropas destinadas y su uso es cultural,
albergando también el Museo de Miniaturas Militares, que no pude ver por falta
de tiempo.
Es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura
militar del siglo XVI. Con el desarrollo de la artillería ya no fue necesario
construir castillos de altos muros para la defensa. En su lugar se proyectaron este
tipo de edificios, con forma pentagonal para, alargando cada una de sus puntas,
albergar los baluartes en forma de punta de flecha donde se emplazaban las
piezas de artillería y toda la munición necesaria para una buena defensa. Cada
uno de estos baluartes tiene un nombre: Santa Bárbara, España, San Francisco, Santa
Orosia y San Pedro, aunque en el plano de Spanoqui son Santiago, Santa Orosia, San
Francisco, San Felipe y San Jorge.
La Ciudadela tiene una única entrada protegida por un puente
levadizo y un foso de cuatro metros de profundidad que nunca tuvo agua. En el
foso desde 1974 vive una manada de ciervos y aunque allí están protegidos de
disparos de cazadores, alguno de ellos ha muerto al parecer por comer plástico.
No todo el mundo está de acuerdo con mantener a los ciervos allí para ser
entretenimiento de turistas, pero de momento allí siguen.
Los pabellones militares se disponen alrededor del patio de
armas y, aunque en principio se proyectaron como cinco pabellones separados, para
facilitar la defensa y el acceso a los baluartes, posteriormente se unieron.
Las obras principales se terminaron en el siglo XVII y así
quedó como había sido ideada por Spanoqui. No sé si por su efecto disuasorio o
porque los usos y objetivos de las guerras ya habían cambiado, no tuvo mucho
uso en combate como fortaleza militar, aunque sí como punto estratégico
importante en la Guerra de sucesión, manteniéndose Jaca fiel a la causa de los
borbones. Sin embargo, un siglo más tarde, volvió a protagonizar un
enfrentamiento bélico. En 1809, las tropas napoleónicas ocuparon Jaca y se
produjo la capitulación de la Ciudadela, defendida por una dotación escasa. No fue
hasta 1814, tras varios meses de asedio, cuando se recuperó. En verano se hacen visitas teatralizadas recordando este hecho.
Más información en el libro La Ciudadela de Jaca de Juan Carlos Moreno Anaya.
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