Robert Capa es conocido por haber desarrollado su profesión
como reportero de guerra, por supuesto en blanco y negro, pero también estuvo
muy interesado por la fotografía en color. Es curioso confrontar las dos
facetas que parecen irreconciliables: el sufrimiento en blanco y negro y la
vida alegre en color. Pero los humanos somos así, contradictorios. Es también
famoso por aquella frase-consigna para ser un buen fotógrafo: Si tu foto no es buena es que no estás
suficientemente cerca.
La fotografía en color surgió casi al mismo tiempo que el
blanco y negro en el siglo XIX. Sin embargo, se trataba de procedimientos
costosos y muy inestables, inadecuados para la reproducción masiva. Pero en
1938, Kodak desarrolló el kodakchrome, un rollo de película en color muy
estable que podía ser almacenado durante mucho tiempo y que daba lugar a
fotografías de colores brillantes y perfectamente reproducibles en la prensa.
Capa que era muy inquieto quiso probarla enseguida, cubriendo la guerra
chinojaponesa que se libró durante la II Guerra Mundial.
Desde entonces fotografió indistintamente en blanco y negro
y en color, también las guerras y sus consecuencias. Pero las fotografías de
guerra en color eran más difíciles de vender. Testimonio de estas dificultades
son las cartas que Capa enviaba a su hermano, su representante ante las
editoriales, dándole instrucciones precisas sobre el precio que debía conseguir
por los reportajes y que se presentan también en esta exposición.
Pero como no todo en la vida es guerra, Capa también
fotografió la sociedad de su tiempo. La de las clases altas que en los años
1950 podían cogerse vacaciones para ir a esquiar o la de las sociedades
comunistas que esperaban pacientemente a que empezase el desfile mostrando las
grandezas de la dictadura del proletariado o la de grupos étnicos minoritarios.
Todo cabía en su cámara.
También había espacio para el cine, el arte o, mejor dicho,
para la vida de los artistas en general. Documentó así varios rodajes de
películas clásicas: La condesa descalza, La
burla del diablo. Y las vacaciones de Picasso o de Hemingway u Orson
Welles. Disfrutar de la vida y de la familia después de las atrocidades de la
guerra, de cualquier guerra. No en vano, Capa había perdido a bastantes amigos
y colegas haciendo un reportaje. Incluso a Gerda Taro fotógrafa, de las
primeras reporteras de guerra, su compañera que murió durante la Guerra Civil
española.
Robert Capa ilustró algunos libros de reportajes
periodísticos que también están traducidos al castellano. Por ejemplo, A
Russian Journal de John Steinbeck.
Esta es la foto que más me ha gustado. Una mujer joven disfrutando
de la vida y el paisaje reflejado en los cristales de sus gafas. No sé si será
la misma mujer protagonista de la siguiente fotografía donde la silueta de la
montaña se repite en la curvatura de la espalda de la mujer. Eso es ser un
maestro.
En CaixaForum Zaragoza, hasta el 9 de septiembre de 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario