Quizá sea la competitividad el signo más característico de
la personalidad humana. No hago distinciones entre hombre y mujer, aunque debería hacerlo. Quizá porque el hombre es el protagonista casi exclusivo de esta exposición y deja un mínimo
papel para las mujeres.
Se podría pensar que esta exposición sólo se dedica al
deporte, pero no es así. Está dividida en varios ámbitos, porque la necesidad
de competición del hombre es abrumadora. En cada uno de ellos, el hombre
compite, consigo mismo y con los demás.
La primera escultura que vemos es una Niké de mármol, porque
la competición sin victoria no tendría sentido. Aunque ha perdido las alas, los
pliegues de su ropa siguen agitadas por el viento. Tampoco podemos ver sus
manos o su cabeza, pero nos podemos imaginar que, en su momento y ahora
también, debió ser una escultura magnífica. A su lado hay otra más pequeña y de
terracota.
Empezamos la exposición con el juego. El juego infantil y
también de adultos es, sin duda una competición. Aunque podía ser algo más. Ya
existe constancia de las tabas como
juego, pero también como una de las mancias. La astragalomancia relacionado, principalmente,
con el amor; mejor dicho, con la posibilidad de encontrar el amor y hacer una
buena boda. Eso es lo que demuestra esta pequeña escultura de terracota de dos
mujeres jóvenes jugando a las tabas. Todavía quedan restos de pintura en ella. El
autor o autora perdió mucho tiempo en los detalles del pelo y también de las
manos, donde las jugadoras llevan las tabas. Es preciosa.
El teatro, la música y la danza también eran otras formas de competir. Los autores
querían ser los más premiados en los concursos que se celebraban en cada
ciudad. Y los espectadores querían presumir de su poder adquisitivo que les
permitía disfrutar de su ocio o de sus capacidades intelectuales, asistiendo al
teatro o a las representaciones musicales.
Otra competición ineludible, casi hasta nuestros días, es la
guerra. Es lamentable pero es así. Y para ilustrar la guerra, se ha incluido en
la exposición un fragmento del Mausoleo de Halicarnaso que, hasta ahora, nunca
había salido del British Museum. Representa la guerra de las amazonas. Este relieve
representa, concretamente, la muerte de Pentesilea a manos de Aquiles. A pesar
de que falta el brazo derecho del protagonista, donde blandiría la lanza, la
escena no puede ser más violenta. Pentesilea implora clemencia de rodillas y
Aquiles, violentamente, la sujeta del pelo dispuesto a matarla. La mano derecha
de ella lo dice todo.
Se puede ver también una armadura griega y, además de ser
conscientes de su baja estatura, podemos darnos cuenta también de que exhibían
su valentía tapándose apenas. Podemos sentir la mirada, lanzada a través de los
siglos, del dueño de esta armadura.
De las competiciones deportivas griegas se ha hablado
suficientemente. En la exposición se han incluido piezas que nos dan una idea
sobre el culto al deporte y a los cuerpos esculpidos por el esfuerzo. También
de los premios que recibían los ganadores. Entre ellos esta ánfora decorada con
corredores de fondo que podía contener 45 litros de aceite y que se otorgaba
como premio en los Juegos Panatenaicos. Al fondo, Diadúmeno, el que se coloca
la diadema de vencedor a sí mismo.
Ya he comentado que hay poco espacio para las mujeres en
esta exposición. Apenas unos collares para dar a conocer la riqueza de la
familia. O una estela funeraria destinada a lo mismo. La competición de las
mujeres siempre ha sido menor y relacionada con la riqueza de la familia de
origen o de la adquirida por matrimonio.
Existe también otra competición, contra uno mismo. Una
competición que lleva al descubrimiento y al crecimiento personal. Hércules podría
ser un representante de este tipo de competición. Hércules nació siendo héroe.
Ya en la cuna recibió como “regalo” por parte de Hera unas serpientes venenosas
a las cuales mató sin ningún miramiento. Eso es lo que representa esta pequeña
lucerna de plata.
No sé por qué Hera le tenía tanta manía, supongo que sería
por alguna de las barrabasadas de Zeus, pero ya de adulto Hera se encargó de
provocarle un ataque de locura y en ese arrebato mató a su mujer y sus hijos.
Desesperado salió huyendo y como penitencia tuvo que realizar los Doce trabajos. En este anillo de oro con
granate se ha tallado la lucha de Hércules con la Hidra de Lerna, una serpiente
con varias cabezas que además se regeneraban en cuanto se le cortaban. Este es
el único trabajo en el que Hércules necesitó ayuda: una vez que él cortaba la
cabeza, su sobrino cauterizaba la herida para que no surgiese otra.
Hay muchas más piezas muy interesantes pero yo me quedo con
esta pequeña amasadora. No sé cómo la han incluido en una exposición sobre la
competición y tampoco sé que finalidad tenía en su momento. Parece que la
encontraron en una tumba, en la ciudad de Cámiros en Rodas. No sé si sería un juguete o una maqueta para hacer
una obra mayor. Representa una mujer joven, con el pecho apenas desarrollado y lleva el pelo recogido. Mide apenas 10 centímetros, es de terracota y de factura muy sencilla pero está articulada. Por eso, podría pensar que se trata el juguete de un niña muerta y que fue enterrada con él. Quién sabe lo que pudo pasar un día del año 450 a.C.
Aquí otras obras incluidas en la Exposición. Hasta el 11 de noviembre en CaixaForum Zaragoza.
Aquí otras obras incluidas en la Exposición. Hasta el 11 de noviembre en CaixaForum Zaragoza.
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