¡Qué difícil es pertenecer al género humano! Lo digo porque
como mamíferos nacemos muy inmaduros y eso nos hace estar muy desprotegidos
para vivir en un entorno tan hostil. Por eso inventamos la sociedad y su
entramado de relaciones. Las relaciones familiares y de amistad. Cuando todo va
bien, va bien e, incluso, muy bien. Pero cuando las cosas se tuercen esas
frágiles relaciones de conveniencia contribuyen todavía más al desastre. Qué débil
resulta ser la confianza y qué pronto se quiebra.
De eso va esta película. De lo fácil que es romper la confianza
que, necesariamente, deben mantener entre sí unos seres humanos tan desprotegidos
en un entorno tan hostil. Además, tiene también ciertos matices de tragedia
griega y de destino que irremediablemente debe cumplirse que trascienden a la localización
de la trama en un pueblo español.
Laura (Penélope Cruz) vuelve a su pueblo para asistir a la
boda de su hermana. Le acompañan esta vez sus dos hijos, Irene una adolescente
alocada y el pequeño, pero su marido (Ricardo Darín) ha tenido que quedarse en
Argentina. Durante la celebración del banquete de bodas, Irene desaparece y
comienzan a llegar mensajes al teléfono de su madre reclamando un rescate.
A partir de aquí la desconfianza se apodera de todos los
asistentes, familiares y amigos, todo el círculo íntimo que rodea a una familia
aparentemente normal. Esta desaparición hará que revivan odios y rencores
antiguos, deudas no satisfechas y comportamientos miserables que se juntarán
con una nueva remesa de odios y envidias en gente que debería mantener vínculos
de amor y confianza.
El personaje clave de la trama es Paco y lo interpreta magistralmente
Javier Bardem. Es un personaje abiertamente bondadoso y, quizá por ello, es
quien más sufrirá. Es el amor de adolescencia de Laura y el hijo de los criados
que ha conseguido prosperar gracias a su trabajo. Ahora está casado con Bea y
parece que, cuanto mejor le van las cosas a él peor le van a la familia
protagonista. Algo que el patriarca, el padre de Laura, no puede soportar. Mariana,
la hermana mayor de Laura (Elvira Mínguez) y su marido (Eduard Fernández), al
igual que Laura y Alejandro, también están pasando apuros económicos; y,
además, su hija, una joven que ya es madre, vive una crisis matrimonial porque su marido no puede encontrar trabajo.
Todo este entramado está perfectamente ensamblado en la
película y fluye con una gran sutileza gracias a un guion muy meditado. El
hecho de que la acción se desarrolle en un pueblo español no tiene una gran
trascendencia puesto que se exponen, durante toda la película, situaciones que podrían
darse en cualquier otro sitio. Envidias y conflictos universales que no desaparecerán, a pesar del fundido en blanco y de la tos de Paco que parece un presagio de un final rápido.
La película no es un thriller psicológico, ni tampoco una película
policíaca donde importe quién es el secuestrador. Trata de acercarse al abismo
de las relaciones humanas y, en ese intento, consigue hacer reflexionar sobre la
periódica reaparición de un pasado no resuelto imbricado en un presente convulso y también sobre la conveniencia de
no volver atrás si se ha tenido la oportunidad de escapar.
Dirección y guion: Asghar Farhadi
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: José Luis Alcaine
Intérpretes: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Ramón Barea, Inma Cuesta.
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