Bartolomé Bermejo es, a juicio de los especialistas, uno de
los grandes pintores del siglo XV. Desarrolló su carrera durante 22 años y casi
exclusivamente dentro de los territorios de la antigua Corona de Aragón. Una
carrera bastante irregular en la que, incluso fue excomulgado, por no cumplir
uno de sus compromisos.
Se puede decir que era un espíritu libre que destacaba por
encima de otros autores. Sin embargo, debido a las normas establecidas en las
diferentes ciudades un pintor foráneo estaba obligado a colaborar con pintores
de la ciudad aunque se tratase de pintores menores. Aunque también podríamos
decir que no se trataba de pintores menores sino que Bartolomé Bermejo era
excepcional. De esta manera, también creó escuela y pintores como Martín Bernat
o Miguel Ximénez se inspiraban en él sin llegar a alcanzar su maestría.
La pieza que más me ha gustado es el San Miguel Arcángel, San Miguel triunfante sobre el demonio con
el donante Antoni Joan, que actualmente está en la National Gallery aunque
inicialmente se pintó para la iglesia de San Miguel en Tous (Valencia). San
Miguel, en su lucha contra el dragón de ridículo aspecto y vestido también con
armadura, es todo gracia, elegancia y desenvoltura. Su armadura según modelos
utilizados en la Corona de Aragón durante la segunda mitad del siglo XV, dorada
y brillante, refleja la Jerusalén celeste y le hace parecer un caballero medieval.
La capa de terciopelo y joyas no supone ningún obstáculo para el movimiento de
su brazo, listo y decidido a dar la estocada final al maligno. Las alas de los
colores de los arcoíris son un prodigio donde el autor pudo mostrar su dominio
de la técnica de la pintura al óleo.
Detalle de las alas y los pliegues de la capa |
En el cuadro figura también Antoni Joan, el donante, que se
esfuerza en rezar con un salterio en el que, incluso, puede leerse el inicio de
dos salmos penitenciales. Antoni Joan era un caballero valenciano, conocido
también por sus actividades comerciales, como prestamista o incluso como
corsario. Quizá sintiera deseos de hacerse perdonar algo y espero que con el
encargo de este cuadro lo consiguiera.
Rostro sereno y elegante y en el cuello puede apreciarse la cota de malla |
Otra muestra de su maestría utilizando el óleo son las
veladuras, gasas y transparencias de algunas de sus imágenes. Por ejemplo, el Cristo de la Piedad que está en Peralada
aunque es posible que fuese pintada durante su estancia en Daroca. Este tipo de
figuras fueron escandalosas porque a través del tejido finísimo incluso podía
entreverse los genitales de Cristo. Contrasta la desnudez del Cristo de
dolores, torturado y agonizante, con la riqueza y elegancia de las dalmáticas
de los ángeles y, especialmente, con el cáliz de cabujones en la esquina
inferior derecha. Se destacan también las expresiones de los ángeles, sus ojos
llorosos y enrojecidos y la luminosidad de su pelo y corona similar a la del
arcángel San Miguel de la pintura anterior. La inscripción hebrea dice con su muerte venció a la muerte.
También en las Escenas
del Cristo Redentor utilizó la misma técnica para representar la túnica
traslúcida y con motivos dorados de Cristo. Son escenas en las que se
representa la conversión de los judíos de los primeros tiempos, liberados por
la muerte y resurrección de Cristo de la influencia del diablo, pensativo y
derrotado, situado en la esquina superior izquierda del cuadro. Son pinturas
que formarían parte de un retablo.
La obra central del Retablo de Santa Engracia. No ha sido expuesta. Detalle del peinado y del rostro, muy parecido al del arcángel |
Otra serie de pinturas muy interesantes son las
correspondientes al Retablo de Santa
Engracia que actualmente se encuentra repartidas por Daroca, Bilbao y San
Diego en Estados Unidos. No obstante, para esta exposición no se ha podido
disponer de la tabla central que debía viajar desde Boston pero vista en el
catálogo es preciosa. Una Santa Engracia elegante y esbelta que sostiene en sus
manos los símbolos de su martirio, la palma y un enorme clavo con el que el
sádico Daciano ordenó que la mataran, perforando su frente.
El autor ha captado el deleite del torturador. |
Santa Engracia viajaba desde Portugal a Francia para contraer matrimonio. Sin embargo no llegó allí. Estando en Zaragoza, reprochó al gobernador romano Daciano su crueldad con los cristianos y éste mandó encarcelarla, torturarla y finalmente matarla. En Zaragoza, se sigue conservando y venerando su cráneo en un relicario que he podido ver en la exposición Pasión por Zaragoza, el reino de los sentidos. Lo curioso de estas obras es que en La flagelación de Santa Engracia Daciano lleva una rica indumentaria de origen nazarí y que el autor hace una exhibición de su capacidad para reproducir y recrear diferentes texturas: la cerámica similar a la de Manises, los terciopelos y brocados de las telas. Además refleja claramente en uno de los verdugos el placer que éste siente al azotar a la santa. Pero lo que más me ha llamado la atención es el caballo de la tabla Arresto de Santa Engracia porque tiene la piel a topos.
Santo Domingo de Silos
entronizado como obispo pertenece al Retablo
de Santo Domingo de Silos y necesitaría un post para él solo. Se presenta
Santo Domingo como una imagen mayestática y rígida, rodeado de las virtudes
teologales, fe, esperanza y caridad, y las cardinales, prudencia, justicia,
fortaleza y templanza. Todas ellas aluden a la perfección moral del retratado.
Destaca también su arquitectura recreada a través de la pintura. En el contrato
para realizar esta obra se especificaba que el autor sería excomulgado si no
cumpliese el mismo. Es la única obra de Bartolomé Bermejo que está en el Museo
del Prado y la primera que yo vi de este autor.
Santo Domingo de Silos |
Detalle de una de las virtudes |
Este Santo obispo se
ha llamado también San Benito de Nursia o
San Agustín en su estudio y, en
principio, fue atribuido a otros autores. Sin embargo, existen detalles como los
destellos en los objetos que otorgan la autoría a Bermejo. Los brillos en las
ollas de la pequeña cocina, situada en la esquina superior izquierda, se
complementan con el reflejo de las llamas en la cara del monje. También el
santo viste una rica y brillante indumentaria y la lámpara de vidrio situada
sobre su cabeza es un prodigio de transparencia y luz. Los dos monjes son una
representación de la vida práctica y de la vida contemplativa.
La Piedad Desplá es
otra de las obras maestras de esta exposición. No sólo por el motivo narrativo central
sino también por la representación del paisaje del fondo. En la parte superior
derecha se representa la Jerusalén celeste envuelta en una cálida luz; el
contraste se sitúa en la parte izquierda, un diluvio asola una ciudad y
oscurece el cielo. En la zona media del cuadro se identifica a Nicodemo que se
acerca para dar sepultura a Cristo. Se han podido identificar también muchas
especies de plantas, insectos y pájaros, por el detalle con el que Bermejo
realizó esta gran obra. Conferencia sobre la Piedad Desplá.
Piedad Desplá y detalles |
El paisaje de la Piedad Desplá |
Desplá fue un canónigo de la catedral de Barcelona y se le
puede considerar un gran humanista. Era muy culto y estaba muy interesado en
promover el arte dentro de la sede catedralicia. Además siempre estuvo
enfrentado a las autoridades civiles de Barcelona, que pretendían hacer pagar
impuestos a la iglesia, y también al rey de España que pretendía instalar
también la Inquisición en Cataluña. Bermejo supo apreciar esta disposición
artística de Desplá y se lo agradeció realizando esta magnífica obra, en la que
le retrató mostrando una gran tristeza junto a la desolada Virgen y a su hijo
muerto y también junto a San Jerónimo que, serenamente, está leyendo una
Vulgata.
El canónigo Desplá |
Del Tríptico de la virgen de Montserrat destacaría el
detalle del jilguero atado con un cordel que sujeta el niño y la representación
botánica. Un niño travieso y por ello mismo humanizado, ¿no? También la expresión y elegancia de la virgen tan parecida a la de Santa Engracia y a la del arcángel.
Detalle de la Virgen de Montserrat |
En el Museo del Prado hasta el 27 de enero de 2019
Poco se sabe del final de Bartolomé Bermejo. Sus últimas
obras fueron dibujos para vidrieras. Quizá su momento había pasado o quizá una
enfermedad le impedía desarrollar su arte como él quería.
El diablo en la tabla del arcángel San Miguel |
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