lunes, 14 de enero de 2019

Exposición: Bartolomé Bermejo. Museo del Prado (2018)


Bartolomé Bermejo es, a juicio de los especialistas, uno de los grandes pintores del siglo XV. Desarrolló su carrera durante 22 años y casi exclusivamente dentro de los territorios de la antigua Corona de Aragón. Una carrera bastante irregular en la que, incluso fue excomulgado, por no cumplir uno de sus compromisos.


Se puede decir que era un espíritu libre que destacaba por encima de otros autores. Sin embargo, debido a las normas establecidas en las diferentes ciudades un pintor foráneo estaba obligado a colaborar con pintores de la ciudad aunque se tratase de pintores menores. Aunque también podríamos decir que no se trataba de pintores menores sino que Bartolomé Bermejo era excepcional. De esta manera, también creó escuela y pintores como Martín Bernat o Miguel Ximénez se inspiraban en él sin llegar a alcanzar su maestría. 


La pieza que más me ha gustado es el San Miguel Arcángel, San Miguel triunfante sobre el demonio con el donante Antoni Joan, que actualmente está en la National Gallery aunque inicialmente se pintó para la iglesia de San Miguel en Tous (Valencia). San Miguel, en su lucha contra el dragón de ridículo aspecto y vestido también con armadura, es todo gracia, elegancia y desenvoltura. Su armadura según modelos utilizados en la Corona de Aragón durante la segunda mitad del siglo XV, dorada y brillante, refleja la Jerusalén celeste y le hace parecer un caballero medieval. La capa de terciopelo y joyas no supone ningún obstáculo para el movimiento de su brazo, listo y decidido a dar la estocada final al maligno. Las alas de los colores de los arcoíris son un prodigio donde el autor pudo mostrar su dominio de la técnica de la pintura al óleo.

Detalle de las alas y los pliegues de la capa


En el cuadro figura también Antoni Joan, el donante, que se esfuerza en rezar con un salterio en el que, incluso, puede leerse el inicio de dos salmos penitenciales. Antoni Joan era un caballero valenciano, conocido también por sus actividades comerciales, como prestamista o incluso como corsario. Quizá sintiera deseos de hacerse perdonar algo y espero que con el encargo de este cuadro lo consiguiera.

Rostro sereno y elegante y en el cuello puede apreciarse la cota de malla

Otra muestra de su maestría utilizando el óleo son las veladuras, gasas y transparencias de algunas de sus imágenes. Por ejemplo, el Cristo de la Piedad que está en Peralada aunque es posible que fuese pintada durante su estancia en Daroca. Este tipo de figuras fueron escandalosas porque a través del tejido finísimo incluso podía entreverse los genitales de Cristo. Contrasta la desnudez del Cristo de dolores, torturado y agonizante, con la riqueza y elegancia de las dalmáticas de los ángeles y, especialmente, con el cáliz de cabujones en la esquina inferior derecha. Se destacan también las expresiones de los ángeles, sus ojos llorosos y enrojecidos y la luminosidad de su pelo y corona similar a la del arcángel San Miguel de la pintura anterior. La inscripción hebrea dice con su muerte venció a la muerte.


También en las Escenas del Cristo Redentor utilizó la misma técnica para representar la túnica traslúcida y con motivos dorados de Cristo. Son escenas en las que se representa la conversión de los judíos de los primeros tiempos, liberados por la muerte y resurrección de Cristo de la influencia del diablo, pensativo y derrotado, situado en la esquina superior izquierda del cuadro. Son pinturas que formarían parte de un retablo.

La obra central del Retablo de Santa Engracia. No ha sido expuesta.
Detalle del peinado y del rostro, muy parecido al del arcángel
Otra serie de pinturas muy interesantes son las correspondientes al Retablo de Santa Engracia que actualmente se encuentra repartidas por Daroca, Bilbao y San Diego en Estados Unidos. No obstante, para esta exposición no se ha podido disponer de la tabla central que debía viajar desde Boston pero vista en el catálogo es preciosa. Una Santa Engracia elegante y esbelta que sostiene en sus manos los símbolos de su martirio, la palma y un enorme clavo con el que el sádico Daciano ordenó que la mataran, perforando su frente.


El autor ha captado el deleite del torturador.

Santa Engracia viajaba desde Portugal a Francia para contraer matrimonio. Sin embargo no llegó allí. Estando en Zaragoza, reprochó al gobernador romano Daciano su crueldad con los cristianos y éste mandó encarcelarla, torturarla y finalmente matarla. En Zaragoza, se sigue conservando y venerando su cráneo en un relicario que he podido ver en la exposición Pasión por Zaragoza, el reino de los sentidos. Lo curioso de estas obras es que en La flagelación de Santa Engracia Daciano lleva una rica indumentaria de origen nazarí y que el autor hace una exhibición de su capacidad para reproducir y recrear diferentes texturas: la cerámica similar a la de Manises, los terciopelos y brocados de las telas. Además refleja claramente en uno de los verdugos el placer que éste siente al azotar a la santa. Pero lo que más me ha llamado la atención es el caballo de la tabla Arresto de Santa Engracia porque tiene la piel a topos.


Santo Domingo de Silos entronizado como obispo pertenece al Retablo de Santo Domingo de Silos y necesitaría un post para él solo. Se presenta Santo Domingo como una imagen mayestática y rígida, rodeado de las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, y las cardinales, prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Todas ellas aluden a la perfección moral del retratado. Destaca también su arquitectura recreada a través de la pintura. En el contrato para realizar esta obra se especificaba que el autor sería excomulgado si no cumpliese el mismo. Es la única obra de Bartolomé Bermejo que está en el Museo del Prado y la primera que yo vi de este autor.

Santo Domingo de Silos

Detalle de una de las virtudes

Este Santo obispo se ha llamado también San Benito de Nursia o San Agustín en su estudio y, en principio, fue atribuido a otros autores. Sin embargo, existen detalles como los destellos en los objetos que otorgan la autoría a Bermejo. Los brillos en las ollas de la pequeña cocina, situada en la esquina superior izquierda, se complementan con el reflejo de las llamas en la cara del monje. También el santo viste una rica y brillante indumentaria y la lámpara de vidrio situada sobre su cabeza es un prodigio de transparencia y luz. Los dos monjes son una representación de la vida práctica y de la vida contemplativa.

San Benito de Nursia y detalles



La Piedad Desplá es otra de las obras maestras de esta exposición. No sólo por el motivo narrativo central sino también por la representación del paisaje del fondo. En la parte superior derecha se representa la Jerusalén celeste envuelta en una cálida luz; el contraste se sitúa en la parte izquierda, un diluvio asola una ciudad y oscurece el cielo. En la zona media del cuadro se identifica a Nicodemo que se acerca para dar sepultura a Cristo. Se han podido identificar también muchas especies de plantas, insectos y pájaros, por el detalle con el que Bermejo realizó esta gran obra. Conferencia sobre la Piedad Desplá.

Piedad Desplá y detalles




El paisaje de la Piedad Desplá

Desplá fue un canónigo de la catedral de Barcelona y se le puede considerar un gran humanista. Era muy culto y estaba muy interesado en promover el arte dentro de la sede catedralicia. Además siempre estuvo enfrentado a las autoridades civiles de Barcelona, que pretendían hacer pagar impuestos a la iglesia, y también al rey de España que pretendía instalar también la Inquisición en Cataluña. Bermejo supo apreciar esta disposición artística de Desplá y se lo agradeció realizando esta magnífica obra, en la que le retrató mostrando una gran tristeza junto a la desolada Virgen y a su hijo muerto y también junto a San Jerónimo que, serenamente, está leyendo una Vulgata.

El canónigo Desplá

Del Tríptico de la virgen de Montserrat destacaría el detalle del jilguero atado con un cordel que sujeta el niño y la representación botánica. Un niño travieso y por ello mismo humanizado, ¿no? También la expresión y elegancia de la virgen tan parecida a la de Santa Engracia y a la del arcángel.

Detalle de la Virgen de Montserrat
En el Museo del Prado hasta el 27 de enero de 2019

Poco se sabe del final de Bartolomé Bermejo. Sus últimas obras fueron dibujos para vidrieras. Quizá su momento había pasado o quizá una enfermedad le impedía desarrollar su arte como él quería.

El diablo en la tabla del arcángel San Miguel


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