Aún quedan unos días para poder ver esta exposición
Desde que La Fuente de la Gracia fue redescubierta en el Monasterio del Parral de Segovia se convirtió en una pieza fundamental de las colecciones nacionales. Había sido donada por Enrique IV de Castilla, hermanastro de Isabel la Católica, en 1454 a ese monasterio. Después pasó al Museo de la Trinidad en Madrid, donde fue fotografiada por Jean Laurent en 1859. Esta fotografía se conserva, como oro en paño, en el Museo del Prado y se dice que es la primera obra de arte que Laurent fotografió; así que, sin duda, debía considerarse una pieza muy valiosa. Por ello terminó en el Museo del Prado, en 1872 y es allí donde, durante el último año, ha sido sometida a un laborioso proceso de restauración.
Tradicionalmente había sido atribuida a Hubert y Jan van
Eyck, pintores flamencos establecidos en Brujas, durante la primera mitad del
siglo XV, pero siempre existieron dudas. Por esto, con la restauración llevada a cabo por María Antonia López de Asiaín se ha
aprovechado para extraer la mayor información posible de la obra y
contextualizarla nuevamente. Queda claro, por los pigmentos y la calidad de la madera
utilizada que fue una obra realizada en Flandes aunque no se ha podido asegurar
la autoría de los van Eyck. Para los especialistas, sin embargo, la validez de
una obra no debería emanar de que su autor tenga o no una firma reconocida,
sino de la calidad pictórica de la propia pintura. Yo también lo creo así.
Dios rodeado de los símbolos de los evangelistas y a sus pies el Agnus Dei |
La Fuente de la Gracia
es una obra muy expresiva pero, al ser fundamentalmente simbólica, difícil
de entender si no se es un experto. Para eso el Museo del Prado, con la colaboración de Iberdrola, facilita vídeos
de sus conferencias y explicaciones a través de las redes sociales, incluido
youtube, que constituyen una magnífica labor divulgativa. Además, ahora la obra puede verse en una sala especial y se ha
editado también, a precio, muy asequible, un completo catálogo. A finales de
enero volverá a su emplazamiento habitual, dentro de las salas de pintura
flamenca.
Detalle de un músico y de la vegetación del prado |
Se han redescubierto en esta restauración los colores
originales que, sobre todo las túnicas de la Virgen y San Juan, recuerdan a los
utilizados por van der Weyden en El
descendimiento; también se ha resaltado el juego de luces y
sombras de la arquitectura que se había ido perdiendo con el paso del tiempo;
pero, especialmente, se ha podido identificar más de veinte variedades de
plantas en el jardín del nivel intermedio, donde se sitúan los ángeles músicos
y los cantores. En el catálogo editado hay información exhaustiva sobre todas
estas flores y plantas silvestres. He leído también en un artículo de prensa
que se ha podido contrastar que los azulejos del piso superior son españoles.
No sé cómo se ha podido precisar tanto.
Las escenas se distribuyen entre tres niveles. Los dos
superiores, claramente, son celestiales y en el más bajo, vemos una cierta
disputa entre la humanidad. La pintura es una alegoría del poder de la
eucaristía. Esa es la fuente de la gracia que mana directamente desde el Agnus Dei situado a los pies del trono de Dios. La Virgen en actitud de oración y san Juan, presumiblemente escribiendo su evangelio, están situados a ambos lados del trono de Dios, situado dentro de una magnífica arquitectura gótica y decorado con los símbolos de
los evangelistas.
Proceso de restauración (fotografía de Emilia Gutiérrez) |
El nivel intermedio está ocupado por el prado donde los
ángeles interpretan el Cantar de los Cantares. Eduardo Barba, investigador botánico, ha impartido una conferencia sobre las plantas de este prado que puede verse en este enlace, Paseo por un prado florido. El tercer nivel, terrestre, está
presidido por una construcción dorada que puede parecer una custodia en la que,
además, están representados un pelícano y un ave fénix símbolos en la
Eucaristía, del sacrificio y de la resurrección de Cristo. Esta custodia separa
dos grupos de personajes. En la izquierda se representa a la Iglesia a través
del papa, un rey y un emperador, obispos y otros personajes de rango inferior,
con una actitud serena y de humildad; aquéllos que están en perfecta comunión
con Dios y su iglesia. A la derecha, sin embargo, se presentan personajes
contorsionados, ciegos o con los ojos cerrados, tapándose los oídos; claramente,
rechazando la fuente de la Gracia y negándose a recibir el mensaje evangélico; no en vano la obra también se llama El triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga.
Los judíos |
El manantial que desciende desde el cordero místico atraviesa
la custodia dorada y termina en una fuente octogonal, ante la que los católicos
se arrodillan y señalan como fuente de vida. Y es que en la corriente pueden
observarse también las hostias destinadas a la eucaristía. Sería un nuevo intento
para convencer a los judíos de abrazar el cristianismo. En cualquier caso, la
restauración ha sido excelente. Hasta el 27 de enero estará en la Sala D y
después en su emplazamiento habitual del Museo del Prado. Además se siguen
programando conferencias sobre el proceso de restauración y los nuevos
hallazgos. Muy interesante.
Las hostias flotando en la corriente que separa el prado en dos y detalle de la vegetación |
En el canal Youtube del Museo del Prado se pueden encontrar más vídeos informativos y también las conferencias impartidas sobre la restauración efectuada.
Algunas fotografías más
Reflectografía infrarroja de la pila donde puede apreciarse que el artista, inicialmente, diseñó una pila circular no octogonal. |
Resultado final de la pila. El Pelícano, el Ave Fénix y la Eucaristía |
Músicos, en primer plano un órgano portátil |
La fotografía de Jean Laurent. Es una albúmina sobre papel fotográfico, 1859 |
Eduardo Barba Gómez ha estudiado e identificado las especies de flora silvestre del nivel intermedio de la pintura. En las páginas del catálogo editado por el Museo del Prado quedan perfectamente identificadas, e incluso, se comparan con fotografías reales de las plantas reales.
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