miércoles, 9 de enero de 2019

Exposición: Beckmann. Figuras del exilio. Museo Thyssen-Bornemisza

Beckmann vivió entre 1884 y 1950; nació en una Europa convulsa y decadente, dominada por guerras y pobreza y murió en los pujantes Estados Unidos, llenos de color, esperanza y posibilidades. No es extraño que durante toda su vida se siguiera sintiendo exiliado.

Interior de café con juego de espejos 1949
Esta exposición tiene como hilo conductor el exilio y como pivote central el año 1937. La primera parte de la exposición, desarrollada cronológicamente, se dedica a obras realizadas antes de 1937 en Alemania. Una época particularmente convulsa donde, al mismo tiempo, que se quebraban los órdenes político, económico y social, se produciría una efervescencia cultural que todavía repercute en el arte actual. La segunda parte, el exilio a partir de 1937, es más simbólica y aborda la idea del exilio temáticamente a través de cuatro metáforas principales: las Máscaras; la ciudad, Babilonia eléctrica; la muerte, El largo adiós; y El mar.

Autorretrato con copa de champán, 1919
Autorretrato con corneta, 1938

Con Máscaras se afronta la pérdida de la identidad surgida con el exilio. Aunque, quizá para contrarrestarla, Beckmann recurría frecuentemente a pintar autorretratos en los que, mediante, la representación de objetos concretos se contextualizaba en un rol específico. Los cuadros expuestos abundan en la representación de circos, mascaradas y carnavales; todo aquello que esconde o quizá revela la verdadera identidad del individuo.

Retrato de familia, 1920
Esta pérdida de identidad se vive principalmente en la ciudad, en la Babilonia eléctrica, la ciudad de los cabarets, del barullo, de la tentación y de la ruptura y recomposición del orden burgués. Las luces y sus sombras, los juegos de espejos y los equívocos son la vida del exiliado en las nuevas ciudades, desbordado a veces por una situación que no entiende pero de la que no puede ni quiere escapar.


En la tercera parte, El largo adiós, la muerte se presenta como el exilio definitivo que, en realidad, supone una nueva vida. Beckmann nunca volvió a Alemania, pero de alguna manera, siguió reviviendo en sus cuadros, de trazos gruesos, colores fuertes, expresiones grotescas y cuerpos violentamente dislocados, a la Alemania de entreguerras. El Mar, sin embargo, será escenario de paz, de luz y de una nueva y diferente vida. Pero bajo las capas de pintura siempre quedará el exilio.



A mí la obra que más me ha impresionado es una carpeta con once litografías titulada El infierno. Me parece una referencia concreta a los grabados de Goya y lo que más me llama la atención es que siempre se trata de representaciones de sentimientos colectivos. Grupos de personas sufriendo como una premonición de lo que supondría el nazismo. En 1937, Beckmann fue declarado “artista degenerado” por el régimen nazi y comenzó así su exilio. Después de vivir en Ámsterdam y pasó allí la guerra y los primeros años de posguerra. Ya en 1947 emigró a Estados Unidos donde moriría tres años más tarde.

El hambre, 1918-1919
La calle, 1918-1919
El martirio, 1919

¿Y este cuadro? se titula Encuentro en la noche de 1928. Una mujer es torturada. 

Beckmann. Figuras del exilio.
Museo Thyssen-Bornemisza
Hasta el 27 de enero de 2019 

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