Beckmann vivió entre 1884 y 1950; nació en una Europa
convulsa y decadente, dominada por guerras y pobreza y murió en los pujantes
Estados Unidos, llenos de color, esperanza y posibilidades. No es extraño que
durante toda su vida se siguiera sintiendo exiliado.
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Interior de café con juego de espejos 1949 |
Esta exposición tiene como hilo conductor el exilio y como
pivote central el año 1937. La primera parte de la exposición, desarrollada
cronológicamente, se dedica a obras realizadas antes de 1937 en Alemania. Una
época particularmente convulsa donde, al mismo tiempo, que se quebraban los
órdenes político, económico y social, se produciría una efervescencia cultural que
todavía repercute en el arte actual. La segunda parte, el exilio a partir de
1937, es más simbólica y aborda la idea del exilio temáticamente a través de
cuatro metáforas principales: las Máscaras;
la ciudad, Babilonia eléctrica; la
muerte, El largo adiós; y El
mar.
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Autorretrato con copa de champán, 1919 |
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Autorretrato con corneta, 1938 |
Con Máscaras se afronta
la pérdida de la identidad surgida con el exilio. Aunque, quizá para
contrarrestarla, Beckmann recurría frecuentemente a pintar autorretratos en los
que, mediante, la representación de objetos concretos se contextualizaba en un
rol específico. Los cuadros expuestos abundan en la representación de circos,
mascaradas y carnavales; todo aquello que esconde o quizá revela la verdadera
identidad del individuo.
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Retrato de familia, 1920 |
Esta pérdida de identidad se vive principalmente en la ciudad,
en la Babilonia eléctrica, la ciudad
de los cabarets, del barullo, de la tentación y de la ruptura y recomposición del
orden burgués. Las luces y sus sombras, los juegos de espejos y los equívocos son
la vida del exiliado en las nuevas ciudades, desbordado a veces por una
situación que no entiende pero de la que no puede ni quiere escapar.
En la tercera parte, El
largo adiós, la muerte se presenta como el exilio definitivo que, en
realidad, supone una nueva vida. Beckmann nunca volvió a Alemania, pero de
alguna manera, siguió reviviendo en sus cuadros, de trazos gruesos, colores
fuertes, expresiones grotescas y cuerpos violentamente dislocados, a la
Alemania de entreguerras. El Mar, sin
embargo, será escenario de paz, de luz y de una nueva y diferente vida. Pero bajo
las capas de pintura siempre quedará el exilio.
A mí la obra que más me ha
impresionado es una carpeta con once litografías titulada El infierno. Me parece una referencia concreta a los grabados de
Goya y lo que más me llama la atención es que siempre se trata de
representaciones de sentimientos colectivos. Grupos de personas sufriendo como
una premonición de lo que supondría el nazismo. En 1937, Beckmann fue declarado
“artista degenerado” por el régimen nazi y comenzó así su exilio. Después de
vivir en Ámsterdam y pasó allí la guerra y los primeros años de posguerra. Ya
en 1947 emigró a Estados Unidos donde moriría tres años más tarde.
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El hambre, 1918-1919 |
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La calle, 1918-1919 |
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El martirio, 1919 |
¿Y este cuadro? se titula Encuentro en la noche de 1928. Una mujer es torturada.
Beckmann. Figuras del exilio.
Museo Thyssen-Bornemisza
Hasta el 27 de enero de 2019
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