Tiempo después, qué
pocas cosas han cambiado para las mujeres. Esto es lo primero que pensé cuando
vi el cartel de la película, donde tienen incluso menor protagonismo que las
ovejas. Es cierto que tampoco para los hombres parecen haber cambiado mucho en
el año 9177, mil años arriba, mil años
abajo. Pero los hombres siempre han estado en posición privilegiada,
incluso los más empobrecidos.
En esta distopía absurda nos enfrentamos a un mundo
constituido únicamente por un edificio, el Edificio Representativo para
privilegiados con trabajo, y unos arrabales donde subsisten con muchas
dificultades el resto de la humanidad. El problema surge cuando los desempleados
desarrapados, especialmente uno de ellos, se empeñan en acceder al Edificio
Representativo para vender una riquísima limonada y romper el equilibrio
establecido y su aparente tranquilidad. Y es que como el conserje dice queda
excluida toda posibilidad de vender puesto que si el parado pudiese vender y
consiguientemente trabajar se
desnaturalizaría en sí mismo.
Los parias de la tierra |
Pero en el Edificio Representativo también hay problemas.
Celos y envidias, amores no correspondidos, un rey incompetente, una monja y un
monje que viven en auténtica recochura, asesinatos y ovejas, muchas ovejas y
también una pareja de la Guardia Civil. También hay gente que quiere salir y
unirse a los habitantes de los arrabales. En fin, una locura de Cuerda, José
Luis Cuerda. Pero que nadie busque compararla con Amanece que no es poco. No tienen nada que ver, ni deben de
tenerlo. Amanece ya es un clásico y a
Tiempo después le falta eso, tiempo.
El barbero envidioso y asesino |
Creo que no es suficiente verla una sola vez; se necesita
más tiempo para poder apreciar los diálogos absurdos que, entre el palpable
humor, alguna sensatez deben de tener. Cómo si no puede entenderse que todos
los parroquianos de un bar se pongan a corear y dar palmas al unísono diciendo: taxidermia, taxidermia, taxidermia. Algún sentido debe de tener.
Las fuerzas vivas del Edificio Representativo |
También hay espacio dentro de esta película atípica para la
crítica a un tiempo pasado en el que se perdieron grandes oportunidades para el
cambio real. Fue esa época que condujo directamente a la situación actual y
empezó cuando todos los valores
tradicionales de la izquierda cayeron al precipicio por culpa de un desarme
ideológico esterilizante y una praxis política insultantemente pragmática… Pues
eso, el acabose. ¡La que se puede
liar por una limonada!
El rey |
Lo mejor de la película:
los diálogos y la dirección de actores y también la estética que en algún
momento me recuerda a El Gran Hotel Budapest de Wes Anderson. Lo
peor: tendré que descubrirlo en el próximo visionado. Es adaptación de la
novela del mismo José Luis Cuerda, por si alguien quiere comparar diálogos.
Visionado imprescindible.
Dirección y guion: José Luis Cuerda, sobre su propia novela
Música: Lucio Godoy
Fotografía: Pau Esteve Birba
Intérpretes: Innumerables
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