Algunas veces los tráileres de películas son bastante,
bastante engañosos. Y el tráiler de La
favorita es uno de ellos. Al menos, así me lo parece a mí. Promete una
película jocosa, una comedia casi de enredos, un triángulo amoroso e intrigas
políticas. Lo que se le olvida mencionar es la carga de amargura que lleva. La amargura no es algo nuevo en el cine de Lanthimos. La última película que vi de él, Langosta, bajo un presupuesto bastante
surrealista, también estaba cargada de amargura y tristeza. Aquí mi opinión
sobre Langosta y Canino.
Basada ligeramente en acontecimientos históricos, relata la
relación entre la reina Ana de Gran Bretaña, la última reina estuardo y su valida
Lady Sarah Malborough. Esta relación se ve interrumpida por la irrupción de la joven
Abigail Hill. El trío de actrices es conocido y reconocido pues han sido
nominadas y premiadas ya por estas actuaciones. Esperemos a ver qué pasa con
los óscar. Además dos de ellas son habituales en el cine de Lanthimos. No podemos caer, no obstante, en la trampa de que se trata de una película feminista. Más bien trata de esos momentos excepcionales en la historia en los que el patriarcado se viste con faldas y utiliza poco maquillaje.
Olivia Colman ofrece una reina Ana frágil, abusiva,
excéntrica y enferma. Ha sustituido a sus numerosos hijos muertos y abortos por
conejos (muy significativo, hubiese sido más habitual sustituirlos por perros) que mantiene en su dormitorio y a los que ha bautizado con los nombres
de aquéllos. Padece terribles dolores de gota y accesos de bulimia
incontrolables. Sus piernas están llenas de pústulas y apenas puede andar. Tampoco se ocupa mucho más de los asuntos de gobierno.
Lady Sarah Malborough, interpretada por Rachel Weisz, por el
contrario es una mujer joven y llena de vida. Ejerce casi de primera ministra y
ninguna decisión que afecte al reino se toma sin su consentimiento. Esto es lo que
causa verdadero estupor y envidia a los sucesivos primeros ministros; aunque éstos frecuentemente estén más
interesados en disfrazarse de petimetres que en gobernar un país en guerra. Es una mujer determinada y vital que haría cualquier cosa por su patria.
Emma Stone es una dulce Abigail, joven y desvalida, que
busca su sitio en el mundo. Muy inteligente y entrenada en utilizar sus armas
de mujer. Hay tres escenas muy significativas protagonizadas por masturbaciones que dicen mucho más de Abigail que todo los discursos que ella puede dar: todavía se escandaliza, pero sabe cómo utilizar a los hombres y al final claudica a la amargura. Ha nacido noble pero una serie de desdichadas decisiones de su padre
la han sumido en la pobreza más absoluta. Tendrá que empezar a trabajar en
palacio de criada y no será muy bien recibida ni por unos ni por otros.
Sorprende el lenguaje que utilizan las damas, más propio de
una taberna. No recuerdo las frases textualmente pero podían ser así: lady Sarah comenta “me gusta
que me meta la lengua” y Abigail cuenta su desdichada vida “mi padre vendió mi coño a un alemán gordo y me las ingenié para convencerle de que las mujeres sangran 28 días al mes”. Y ese es
el gran poder que estas mujeres pueden utilizar, sus cuerpos y específicamente
sus coños, para poder medrar en la sociedad que les ha tocado. Una sociedad, en
guerra contra Francia, mientras que los nobles se divierten con carreras de patos,
carreras de langostas o lanzando tomates a un señor gordo y con pelucón que,
además, está desnudo y se ríe como un demente.
Teniendo esto en cuenta no extraña que las mujeres quisieran
tomar el poder. Sin embargo, me plantea algunas dudas considerar a estos personajes femeninos como mujeres porque todas actúan como harían los hombres. Sobrepasan
todos los límites para conseguir su objetivo; son agresivas y conspiradoras,
seres amorales que parecen disfrutar con el combate.
Aunque sí que hay una diferencia fundamental con la
manera de actuar de los hombres. Las tres mujeres son conscientes de la
amargura que conlleva el triunfo, pero también son conscientes de que no pueden
parar. Esa es la clave de esta comedia tan amarga.
La película es muy recomendable. El punto de vista bajo de
la cámara y los angulares contribuyen a crear una atmósfera irreal, esperpéntica y cómica que
tiene su zénit en la escena del baile. Y la música, a veces estridente, a veces dulce, es el contrapunto ideal de las imágenes.
Dirección: Yorgos Lanthimos
Guion: Deborah Davis, Tony McNamara
Fotografía: Robbie Ryan
Intérpretes: Olivia Colman, Emma Stone, Rachel Weisz
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