Aprovechando que estrenaron La Favorita he querido ver la primera película que Lanthimos
promocionó internacionalmente antes, incluso, de Langosta. No sé si Canino
es una apuesta de cine formal muy arriesgada o una gran tomadura de pelo.
Desde luego no la considero como una metáfora de los
totalitarismos y de la autoridad del padre o del líder supremo. Para mí se
acerca más al teatro del absurdo de mediados del siglo XX en Francia que
cuestiona al individuo y a la misma sociedad y que vacía de contenido el lenguaje
normativo para asignarle nuevos significados. Sin embargo, todas estas
estrategias no sirven para ofrecerle al ser humano una salida airosa.
En Canino nos
encontramos a una familia de clase media alta. Viven en un amplio y confortable
chalet con piscina y una gran zona ajardinada. Una valla muy alta, disimulada tras un seto, rodea toda la
finca. El padre sale a trabajar todos los días en su coche, procurando no pisar
la calle con sus pies. La madre es la creadora del nuevo lenguaje y se queda en casa a cargo
de los tres hijos del matrimonio. Un chico y dos chicas, en su adolescencia y
primera juventud.
La única visita que reciben en su casa es la de una vigilante
de seguridad que trabaja en la misma fábrica que el padre. Una vez a la semana
la vigilante se sube al coche del padre, el padre le pone una venda en los ojos
y la lleva a su casa. Allí es la encargada de aleccionar sexualmente al hijo,
aunque también mantendrá relaciones con la mayor de las hijas. Terminadas las
lecciones la vigilante recibe dinero por parte del padre y es devuelta a la
civilización que ninguno de los hijos conocerá jamás.
Existen rivalidades entre los tres hermanos y estas
rivalidades se manifiestan en brotes espontáneos de violencia y rabia. Pero,
generalmente, se llevan bien. Compiten por la atención de los padres, nadan,
bailan en un espectáculo casero para distraer a sus padres, escuchan música y aprenden
nuevos significados para palabras viejas: coño
es una lámpara grande y zombi es una pequeña flor
amarilla que crece en el jardín. Pero los hijos también empiezan a sentir curiosidad.
Ya no es suficiente con las visitas de la vigilante de
seguridad. Y la hermana mayor pregunta cuándo podrán salir de casa y correr el
riesgo de vivir. El padre le contesta que cuando se les caigan los caninos, los
colmillos. Para apaciguar esa curiosidad el padre y la madre deciden contarles
que la madre está embarazada de gemelos y de un perro, pero la hija mayor ya ha
decidido acelerar el proceso de la pérdida de los caninos con graves
consecuencias.
La película no ofrece conclusiones claras pero podemos
intuir que, una vez desaparecida la hermana mayor, los dos hijos restantes
sustituirán en su momento a los padres y mediante sus relaciones incestuosas
darán lugar a una nueva generación. Quizá sea esta la metáfora que quiere exponer el director, que estamos
condenados a repetir nuestras familias de origen aunque nos empeñemos en crear
nuevos tipos de relaciones. A mí me ha parecido que, bajo la cobertura de cine formalmente clásico, se pueden manifestar relatos que no tengan ni pies ni cabeza, pero que atrapan la curiosidad del espectador de principio a fin. Sorprendente.
Dirección: Yorgos Lanthimos
Guion: Efthymis Filippou, Yorgos Lanthimos
Fotografía: Thimios Bakatatakis
Intérpretes: Christos Stergioglou, Michelle Valley, Angeliki Papoulia, Mary Tsoni, Hristos Passalis.
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