miércoles, 17 de abril de 2019

Cine: Canino de Yorgos Lanthimos (2009)


Aprovechando que estrenaron La Favorita he querido ver la primera película que Lanthimos promocionó internacionalmente antes, incluso, de Langosta. No sé si Canino es una apuesta de cine formal muy arriesgada o una gran tomadura de pelo.


Desde luego no la considero como una metáfora de los totalitarismos y de la autoridad del padre o del líder supremo. Para mí se acerca más al teatro del absurdo de mediados del siglo XX en Francia que cuestiona al individuo y a la misma sociedad y que vacía de contenido el lenguaje normativo para asignarle nuevos significados. Sin embargo, todas estas estrategias no sirven para ofrecerle al ser humano una salida airosa.


En Canino nos encontramos a una familia de clase media alta. Viven en un amplio y confortable chalet con piscina y una gran zona ajardinada. Una valla muy alta, disimulada tras un seto, rodea toda la finca. El padre sale a trabajar todos los días en su coche, procurando no pisar la calle con sus pies. La madre es la creadora del nuevo lenguaje y se queda en casa a cargo de los tres hijos del matrimonio. Un chico y dos chicas, en su adolescencia y primera juventud.


La única visita que reciben en su casa es la de una vigilante de seguridad que trabaja en la misma fábrica que el padre. Una vez a la semana la vigilante se sube al coche del padre, el padre le pone una venda en los ojos y la lleva a su casa. Allí es la encargada de aleccionar sexualmente al hijo, aunque también mantendrá relaciones con la mayor de las hijas. Terminadas las lecciones la vigilante recibe dinero por parte del padre y es devuelta a la civilización que ninguno de los hijos conocerá jamás.


Existen rivalidades entre los tres hermanos y estas rivalidades se manifiestan en brotes espontáneos de violencia y rabia. Pero, generalmente, se llevan bien. Compiten por la atención de los padres, nadan, bailan en un espectáculo casero para distraer a sus padres, escuchan música y aprenden nuevos significados para palabras viejas: coño es una lámpara grande y zombi es una pequeña flor amarilla que crece en el jardín. Pero los hijos también empiezan a sentir curiosidad.


Ya no es suficiente con las visitas de la vigilante de seguridad. Y la hermana mayor pregunta cuándo podrán salir de casa y correr el riesgo de vivir. El padre le contesta que cuando se les caigan los caninos, los colmillos. Para apaciguar esa curiosidad el padre y la madre deciden contarles que la madre está embarazada de gemelos y de un perro, pero la hija mayor ya ha decidido acelerar el proceso de la pérdida de los caninos con graves consecuencias.


La película no ofrece conclusiones claras pero podemos intuir que, una vez desaparecida la hermana mayor, los dos hijos restantes sustituirán en su momento a los padres y mediante sus relaciones incestuosas darán lugar a una nueva generación. Quizá sea esta la metáfora que quiere exponer el director, que estamos condenados a repetir nuestras familias de origen aunque nos empeñemos en crear nuevos tipos de relaciones. A mí me ha parecido que, bajo la cobertura de cine formalmente clásico, se pueden manifestar relatos que no tengan ni pies ni cabeza, pero que atrapan la curiosidad del espectador de principio a fin. Sorprendente.



Dirección: Yorgos Lanthimos
Guion: Efthymis Filippou, Yorgos Lanthimos
Fotografía: Thimios Bakatatakis
Intérpretes: Christos Stergioglou, Michelle Valley, Angeliki Papoulia, Mary Tsoni, Hristos Passalis.

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