Langosta es la primera película de Lanthimos con reparto
internacional. Es una película rara, muy rara. Original y amarga. Yo creo que
puede decirse que es una reflexión sobre los totalitarismos, no políticos pero sí sociales y su absurda imposición de reglas y uniformidades para todos y cómo
los individuos podemos (y debemos) enfrentarnos a ellos, aunque debemos tener en cuenta que, frecuentemente, perderemos la batalla.
En un futuro no muy lejano, en una sociedad distópica pero
claramente reconocible como cualquiera de nuestras sociedades occidentales del
bienestar y del consumo, los solteros no están muy bien vistos. Se les
considera sospechosos, mala gente, pero a pesar de ello, se les da una nueva oportunidad.
Para ello deben pasar una temporada en un "balneario" idílico, aprendiendo a relacionarse, aprendiendo nuevamente las virtudes y
ventajas de la vida en pareja.
La reinserción social de los solteros sólo se produce si se
comprometen a encontrar pareja. Si por cualquier circunstancia, a pesar de la
buena voluntad de los funcionarios reeducadores, no encuentran pareja se les
convertirá en animales. Pero eso sí, con la benevolencia que los totalitarismos siempre muestran, se les ofrece la posibilidad de elegir el
animal en el que quieren convertirse. Así que como última oportunidad para
encontrar pareja se les confina en ese hotel. Allí, convenientemente asesorados
por sus reeducadores, inician nuevas amistades, acuden a bailes y asisten a batidas
donde las piezas a cazar son ellos mismos, aquellos que han fallado en encontrar nueva pareja.
Una vez, que a los solteros les queda claro que esta
reeducación va en serio, la decisión más racional será intentar encontrar a alguien
con quien mantengan cierta afinidad, para emparejarse y escapar del destino animal. Y si no hay
nadie que comparta afinidad siempre se puede fingir. Esto es lo que hace uno de
los huéspedes interpretado por Ben Wisham que trata de fingir afinidad con una
joven a la que le sangra la nariz constantemente, dándose cabezazos por las
esquinas para sangrar también. El guion desborda crueldad y absurdo, pero
también humor aunque sea humor negro.
David (Colin Farrell) ha ido a parar a ese hotel, después de
que su esposa le haya pedido el divorcio. Es un hombre de mediana edad, un poco
gordo, miope, miedoso y que no destaca en nada. Aparece en el hotel acompañado
por un perro, que después sabremos que es su hermano. Un hermano que tuvo
también la mala suerte de quedarse soltero. Se toma en serio su rehabilitación
aunque no le atraigan mucho las pretendientes. Y, en caso de no encontrar
pareja, ha elegido convertirse en langosta, porque las langostas viven muchos años y porque él disfruta mucho nadando. Sin embargo, David acabará escapando de ese hotel sin
habérselo propuesto, perdiéndose en un bosque no menos siniestro que el hotel.
El bosque es el mundo de la naturaleza salvaje, donde los
solteros que han escapado a su irremediable destino de convertirse en animales,
han creado otra sociedad, con otras exigencias igual de totalitarias. Esta vez está
prohibido emparejarse. En este absurdo mundo los solitarios que viven
enfrentados a la naturaleza salvaje, están tan oprimidos como los residentes en
el hotel. Es un contrasentido. Así que el protagonista que ha
conseguido escapar del totalitarismo del hotel, donde una psicópata le
perseguía, se encuentra con el totalitarismo del bosque que le impide
enamorarse del personaje interpretado por Rachel Weisz.
La salida para escapar a este absurdo es negra, muy negra. Es la
esperanza ciega. Al final de la película se comprobará que esto último que he escrito
es un sarcasmo. Un final de película crudo, áspero e incómodo. Recomendable.
Director: Yorgos Lanthimos
Guion: Efthymis Filoppou, Yorgos Lanthimos
Fotografía: Thimios Bakatakis
Intérpretes: Colin Farrell, Rachel Weisz, Léa Seydoux
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario