Mientras dure la
guerra. Nunca cuatro palabras han tenido la trascendencia histórica que
tuvieron éstas. El 28 de septiembre de 1936 los altos mandos militares del
ejército sublevado nombraron a Franco como Jefe
del Gobierno del Estado, mientras dure la guerra. Pero el posterior día 30 cuando
se publicó el Decreto correspondiente, ¿casualmente?
¿por error?, se habían suprimido esas cuatro palabras perpetuando, de esta
manera, al dictador en la jefatura de gobierno y del estado hasta su muerte en
1975.
Amenábar ha intentado abordar en esta película la confusión
y el desconcierto de una figura intelectual de talla internacional como fue
Unamuno en esos primeros meses de desorden y arbitrariedad de la Guerra Civil. Unamuno
tuvo una personalidad muy compleja, como le corresponde a un gran intelectual.
Tuvo simpatías por tendencias políticas que resultaron estar en contradicción,
pero eso quiere decir que algo bueno tendrían cada una de ellas.
Sufrió dudas religiosas durante toda su vida porque no
aceptaba la idea de un dios severo e inflexible como le habían enseñado, sino
que llegó a tener la necesidad de un dios que actuase con amor de madre. Fue un
personaje muy avanzado y que estudiamos poco en los colegios e institutos
españoles. Una figura que debe ser recuperada.
La soledad del intelectual crítico |
Se ha acusado a Amenábar de que en esta película se sitúa en
la equidistancia entre los dos contendientes. No creo que sea así, sino que la
película trata de reflejar los primeros meses de la sublevación cuando no
existían certezas sobre cómo iba a ser el levantamiento. España había tenido
una extensa tradición de pronunciamientos militares durante el siglo XIX que,
una vez estabilizada la situación social, se encargaban de devolverlo a las
autoridades civiles. Algunos militares creyeron que esta vez también sería así.
Gran error.
Sin embargo, Franco tenía otras expectativas. La principal
de ellas era perpetuarse en el poder. Cabanellas, interpretado por TitoValverde, presidía la Junta de Defensa Nacional y nunca estuvo de acuerdo con el
nombramiento de Franco. Le conocía bien desde la intervención de ambos en
África y le definía de una manera muy gráfica Franquito, el cuquito, siempre va a lo suyito. Y es que cuando
Franco cogía lo que le interesaba no lo soltaba nunca. Lo mismo hizo con
España, para nuestra desgracia.
Las interpretaciones de los tres protagonistas principales
son soberbias. Karra Elejalde es Unamuno y sabe expresar con sus miradas la
duda, el terror, la incredulidad ante la barbarie y, también, la esperanza de
no haberse equivocado al apoyar el golpe de estado. Unamuno había sido un
ferviente republicano pero se había desengañado al ver la deriva autoritaria de
unos gobiernos inestables. En momentos diferentes, fue ensalzado por ambos bandos,
pero al ver que era igualmente crítico con unos y con otros, los dos bandos le
denostaron. Supongo que esa es la postura ideal para un intelectual, no casarse
con nadie, pero siendo un intelectual anciano no dudo de que sintiese mucho
dolor y de que esa situación adelantase su muerte a los 72 años, el 31 de
diciembre de 1936. Así no tuvo que vivir el horror de la guerra.
Eduard Fernández pone toda su capacidad de histrionismo interpretando
a Millán-Astray que debía de ser un personaje, de por sí, muy histriónico. Estaba
acostumbrando a arengar a las masas, especialmente a las de sus legionarios. No
me extraña que fuese así. Le faltaba un ojo, le faltaba un brazo y sufrió
graves heridas en una pierna y el pecho. Hoy sería todo un motivador.
Pero el que más me ha sorprendido es un actor que no
conocía. Santi Prego interpreta a Franco y resulta aterrador, maquiavélico pero
silencioso como una serpiente. Al principio de la película, dos enviados
alemanes definen perfectamente la manera de actuar del caudillo. No decía nada,
ponía sonrisa de bobo y seguía afianzando sus ambiciones. Y el actor consigue
expresarlo sin apenas pestañear. Con esa mirada de aparente sencillez que escondía la crueldad más perfecta.
Es una película que nadie debería perderse. Y lo más amargo de
todo es que el Venceréis, pero no
convenceréis se podía haber aplicado a cualquiera de los dos bandos. Y así
estamos.
Dirección: Alejandro Amenábar
Guion: Alejandro Amenábar y Alejandro Hernández
Música: Alejandro Amenábar
Fotografía: Alex Catalán
Intérpretes: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Santi Prego, Patricia López, Inma Cuevas, Nathalie Poza.
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