Aunque ya no se puede ver esta representación, aprovechad las Fiestas del Pilar, 2019, para ir al Teatro Arbolé y a la Plaza de los Sitios para ver los títeres de cachiporra.
Yo también me he preguntado siempre porqué Dios fue tan
injusto al preferir a Abel. Al fin y al cabo Caín, igual que Abel, le ofrecía
lo mejor que podía conseguir. Sin embargo, Dios despreciaba sus ofrendas. No sé
si era un dios arbitrario o simplemente cruel; caprichoso o premeditadamente abusivo.
En definitiva, resultó ser un dios muy humano.
Así lo ha representado el Teatro Arbolé. Un dios muy humano
en lo alto de una pila de muñecos que representan a Adán o, mejor dicho, a los
bocetos, a tentativas fatigosas para la creación del hombre perfecto que,
curiosamente no tienen genitales. Una pila que, a veces, recordaba a los montones
de cadáveres de cualquier campo de exterminio nazi.
Es un dios muy pasota y un poco cabrón. Desde lo alto de la
pila de muñecos-cadáveres llama a Caín pero en voz muy baja; como éste no le
escucha termina por aparecérsele para pedirle cuentas por la muerte de su
hermano. Como dice la historia, Dios ni se vengará de Caín ni permitirá que
otro le hiera, condenándole a vagar por el mundo y a contemplar los horrores
que dios permite y, a veces, incluso instiga. ¿Quién es más culpable? ¿Aquel que mató a su hermano o quien
periódicamente asola el mundo con su omnipotencia destructora y vengativa? Esta
parece ser la reflexión de Saramago que, interpretado por una de las
marionetas, aparece también en la función. Un argumento que puede ser simplista,
¿por qué si dios es omnipotente permite la injusticia en el mundo?
Este es el problema que tantos filósofos y teólogos han
tratado durante siglos: el libre albedrío. Como solución fácil se impone el
siguiente razonamiento: la omnipotencia de dios no tiene otra manera de
manifestarse que en la creación del hombre, un hombre creado libre para elegir
entre hacer el bien o hacer el mal.
Con esta producción en la que comparten escenario títeres y
actores, la Compañía Teatro Arbolé celebra sus 40 años. Es una compañía que se
ha dedicado principalmente al teatro de títeres para niños pero para celebrar
este aniversario El director Iñaqui Juárez ha adaptado la novela de Saramago y
con 131 títeres, 2 ovejas y sólo 6 actores titiriteros han recreado varios
pasajes del Antiguo Testamento: Sodoma y Gomorra o el becerro de oro. Han
incluido también a Lilith, no sé por qué porque ella no figura en la Biblia
Canónica.
Lilith, en la mitología hebrea, fue la primera mujer, la
primera compañera que Dios creó para Adan. Pero resultó ser demasiado
independiente y, al final, Dios la convirtió en una diablesa que fue a vivir
fuera del paraíso. En esta versión y supongo que también en la novela adaptada,
Lilith seduce a Caín.
La obra me ha gustado mucho por la adaptación y también por
el montaje y, sobre todo, por la curiosidad de presenciar un teatro de títeres
que no había visto nunca. Y espero que se siga repitiendo porque, al fin y al
cabo, el teatro de títeres nació para el público adulto. Lástima que sólo ha
estado un fin de semana en cartel.
Adaptación y dirección: Iñaqui Juárez.
Titiriteros: Azucena Roda, Pablo Girón y Julia Juárez.
Actores: Pedro Rebollo (Caín), Jaime Ocaña (Dios) e Inmaculada Oliver (Lilith).
Diseño de vestuario: María José Montón.
Realización de vestuario: Paz Escuín.
Iluminación: Teatro Arbolé
Diseños: María José Montón / Julia Juárez.
Escenografía: Iñaqui Juárez.
Construcción muñecos: Teatro Arbolé.
Producción Ejecutiva: Esteban Villarrocha.
Producción: María José Montón.
Gestión: Lidia Becana.
Prensa: Ana Rioja.
Distribución: Pilar Pardo.
Ayudante escenografía y construcción: Isabella Loredana.
Fotografía: Luis Simón Aranda.
Video: Francisco de Miguel.
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