La autora.- Patricia Esteban Erlés es una reconocida cuentista, además
de profesora de literatura y columnista del Heraldo
de Aragón. Ha recibido varios premios por sus libros de cuentos y también
ha participado en antologías con otros autores. Otras obras suyas son: Azul ruso, Las madres negras, Abierto para fantoches o Casa de muñecas. También
se confiesa domófila y es muy activa en redes sociales.
Mi opinión.- Si algo se puede decir de estos cuentos es que, dentro de su
sencillez, dentro de la cotidianeidad, buscan lo insólito y lo insólito, la
mayoría de las veces, conduce al terror. Las casas, mejor dicho, el interior de
las casas es el escenario perfecto. Aparentemente son seres inanimados, inocentes
aunque, en la realidad, ocultan todo aquello que no se quiere ver. Y es que, uno de los grandes logros de esta literatura, es
que lo insólito surge de lo habitual. Ya la ilustración de portada nos da
una pista. Una casa con piernas para correr. Pero además existen otros hilos
comunes entre estos cuentos. En algunos ese hilo común es el fetichismo. Esto sucede
con los dos primeros, dos de los que más me han gustado.
En Una y otra se
da una duplicación de la mujer fatal, de la mantis religiosa dispuesta a
devorar al macho y un macho que, aparentemente podía controlarlo todo, termina
así devorado por su propio deseo. Culo de
manzana es una muestra clarísima de reificación de una mujer. Que, por
deseo y venganza del hombre y en un ejercicio literario de jibarización, queda
reducida a un culo. Un hermoso culo.
Habitante es un
cuento que me ha producido terror. Me recuerda a un cuento que no he podido
localizar, creo que era de Cortázar. Era un cuento sobre un jersey asesino. Yo
creo que en Habitante, sí que se
cumple con el dicho de que el hábito hace
al monje, porque el traje de baño olvidado por la antigua dueña o inquilina
del piso, parece convertirse en la nueva piel de la habitante del piso que
termina por asumir el nombre y la personalidad de la antigua. Escalofriante.
El otro hilo conductor que he podido detectar ha sido ese
precisamente. La identidad; el doble; y, todavía más, el doble siniestro aquel
que usurpa nuestra identidad y nos quita todo, poco a poco, incluso los hijos y
la vida. Como en Ada Newman. En Línea 40, lo insólito proviene del
trasvase de identidad entre dos personajes. Como si las almas fuesen
saltimbanquis que pueden pasar de un cuerpo a otro sin que el dueño del alma
pueda hacer nada por evitarlo. Este también me ha recordado a otro cuento de
Cortázar. Sí que recuerdo el título Lejana.
En la más bella del
baile, sin embargo, no he encontrado esta afición por lo insólito. Aquí lo
que destaca es la crueldad de unos machorretes que no tienen otra cosa qué
hacer que reírse de las feas. Para mí, este cuento, que está muy bien,
desentona respecto al resto de ellos. En realidad, no sé cuál es el criterio
que utilizan los editores para seleccionar unos cuentos para un libro y otros
no. Es algo que me gustaría poder preguntarle algún día a la autora.
Patricia Esteban Erlés
Manderley en venta
Ed. Páginas de Espuma
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