La autora.-
Mercè Rodoreda es la escritora más leída en catalán y
considerada una de las más influyentes. Cultivó todos los géneros literarios.
Aunque apenas había asistido al colegio y se casó muy joven tuvo una profunda
formación literaria debido al ambiente intelectual que se respiraba en su casa.
No participó políticamente durante la Guerra Civil sin embargo se exilió al
término de la misma por ser una escritora en catalán y por haber publicado en
revistas de izquierda. Otras obras suyas: Aloma,
El carrer de les Camèlies, Jardí vora al mar.
Mi opinión.-
Creo que La plaza del
diamante es una de las novelas
que más me ha gustado en mi vida y, especialmente, por su mensaje liberador,
por su grito liberador. Es una novela publicada por primera vez en 1962; cuando
estaba en su máximo apogeo la novela existencialista. Así se la ha definido
alguna vez, yo creo que, por la actitud de la protagonista que va reflexionando
sobre su vida a medida que pasea, incansablemente, por la ciudad.
Natalia sufre durante su vida adulta un proceso sistemático
de anulación emocional por parte de quienes más debían quererla. Y es
importante decir que de esto me he dado cuenta en esta segunda lectura. En 1982
se adaptó como serie de televisión y entonces la vi y leí la novela por primera
vez. Me quedó muy claro que la represión que había vivido Natalia había surgido
durante la posguerra franquista. Pero no es así.
Colometa, asfixiada |
Yo estaba muy equivocada. El sufrimiento y la anulación de Natalia empiezan mucho antes, ya en el hogar paterno. Ella lo deja muy claro en las primeras páginas de la novela llorando la muerte de su madre y su soledad afectiva. Su madrastra se encarga diariamente de recordarle que sobra en la casa de su padre y de su padre sólo recibe densos silencios. Así que Natalia se ve expulsada del hogar que había sido de su madre.
Quimet |
Pero será Quimet quien casi la anule definitivamente. En un
primer vistazo Quimet nos parece un joven apuesto y decidido que Natalia conoce
en el baile de las fiestas del Barrio de Gracia; pero, más detenidamente nos
damos cuenta de que es un manipulador obsesivo y abusador y un vivalavirgen
capaz de destrozar cualquier negocio.
Quimet es quien le cambia el nombre, sin que ella quiera, y
decide llamarla Colometa, Palomita. No por cariño sino para aniñarla y poder
controlarla mejor. Quimet es un hombre conflictivo que ha tenido problemas con
su madre, con sus patronos; que, sistemáticamente, abusa de sus amigos y
también de Colometa.
Poco a poco va cercándola. Primero, aislándola de su escasa
vida social y después ocupándole la casa, incluida la cocina, la terraza o el
lavadero, para instalar a unas palomas que van a ser un gran negocio y que
resultan ser un fracaso y una amenaza para Colometa.
Lolita, Colometa en la adaptación teatral |
Colometa rodeada de palomas, de plumas de palomas, de olores
de palomas, de zureos de palomas, de nidos de palomas, de excrementos de
palomas, de pequeños ojillos amenazantes de palomas, es la viva imagen de la
asfixia existencial. Colometa agitando los huevos de palomas es la imagen del
inicio de la rebelión existencial y quizá sea también la imagen de la rebelión
contra la maternidad que casi le cuesta la vida. Al final de la novela, el
grito y la paz. La novela es muy recomendable y la serie de TV puede verse en RTVE a la carta; además, recientemente se ha hecho una adaptación al teatro protagonizada por Lolita que no he tenido oportunidad de ver.
Mercé Rodoreda
Ed. Club Editor Jove
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