Shakespeare escribió El
mercader de Venecia en 1598. Bloom, prestigioso crítico literario en su
libro Shakespeare. La invención de lo
humano, clasifica esta obra como “alta comedia” y no titubea a la hora de
calificarla como antisemita. Además yo creo que se lamenta de alguna manera de
que no se interprete a Shylock con toda la carga del estereotipo negativo de “el
judío”. Deberíamos ser capaces de poder manifestar abiertamente la importancia
que tienen los estereotipos para nuestra convivencia como humanos, porque al
fin y al cabo, son los primeros atajos que utilizamos para conocer quién es el
otro, para “malentender” quién es el otro; pero esto no significaría que no
pudiéramos traspasar esa barrera y realmente dedicarnos a conocer a las
personas que hay debajo de los estereotipos. Si pudiéramos conseguir esto, no
sería necesario disculpar que una obra magistral como ésta pueda ser
considerada antisemita.
Shylock, Antonio y Porcia |
Pero desde otra lectura, El
mercader de Venecia es una clara muestra de la picardía y el ingenio de las
mujeres; de cómo imbuir un nuevo espíritu en las leyes y las normas de los
hombres para salir airosas de una situación complicada.
En la obra hay tres personajes principales: Antonio, el
mercader, representa el buen cristiano, cumplidor de las leyes, con éxito
profesional y con un rigor moral digno de un inquisidor; desprecia e insultas a
los judíos porque se enriquecen con las desgracias ajenas. Shylock el judío,
está acostumbrado a la violencia de Antonio; no se avergüenza de ganar dinero como
prestamista, pero, durante muchos años, ha alimentado un gran odio y resentimiento
contra todos aquellos que le desprecian, especialmente Antonio. Tiene ahora la
oportunidad de vengarse de todos ellos y no está dispuesto a renunciar a ella. Sin
embargo sus deseos de venganza al final se volverán contra él y se verá
obligado a convertirse al cristianismo bajo amenaza de pena de muerte. No puede
haber una tortura diaria más sofisticada que arrebatarle a alguien una
dimensión de su identidad tan profunda como la religiosa.
Isabel Rodes como Porcia |
El tercer personaje es Porcia. La bella y perspicaz Porcia,
para salvar de la muerte a Antonio, muy querido amigo de su marido, urde un
inteligente y audaz plan que ejecutará a la perfección y que además servirá
como triquiñuela para enamorar todavía más a su marido. Por lo demás la obra se
completa también con las cuitas, enredos y finales felices de otras parejas de
enamorados.
La adaptación de la compañía Noviembre Teatro me ha parecido muy fresca y dinámica. Muy adecuada
también al momento actual en que los banqueros, bancarios, usureros y
prestamistas varios, nos han estafado de esta manera tan evidente, además
culpándonos a nosotros de su codicia. Magnífico vestuario y escenario sobrio pero
colmado con la presencia e interpretación de los actores. Especialmente Arturo
Querejeta da vida a un Shylock sufriente como un perro apaleado a quien le
llega la hora de la venganza y la crueldad.
También hay algo que no me ha gustado nada, aunque reconozco
que tiene su mérito. En la obra original uno de los pretendientes de Porcia es
el Príncipe de Aragón y en esta adaptación lo han incluido como el típico
aragonés baturro, que me produce una cierta urticaria y no puedo soportar.
Aunque reconozco que está muy bien interpretado y que al público de Zaragoza le
encantó.
Compañía: Noviembre Teatro
Dirección: Eduardo Vasco
Adaptación: Yolanda Pallín
Escenografía: Carolina González
Vestuario: Lorenzo Caprile.
Intérpretes: Arturo Querejeta, Francesco Carril, Isabel Rodes, Francisco Rojas, Fernando Sendino, Rafael Ortíz, Héctor Carballo, Cristina Adua, Lorena López, Jorge Bedoya.
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