Crónicas diplomáticas (Quai d'Orsay) es un despropósito en la línea del humor absurdo o de la sátira politica, con especial énfasis en la verborrea. Arthur Vlaminck (Raphaël Personnaz) es un
joven más o menos de izquierdas que empieza a trabajar en el gabinete del Ministro
de Asuntos Exteriores francés (Thierry
Lhermitte) que, manifiestamente, es de derechas. Tiene como tarea
escribir un discurso crucial que el ministro dará en Naciones Unidas y que
tiene como tema la seguridad internacional. Es un discurso sobre la intervención militar
de un pequeño país del que se sospecha que tiene armas de destrucción masiva.
Un discurso que tiene que cumplir ciertas normas sobre su
contenido y expresión, dictadas por el propio ministro. Debe ser florido, rebosar de eficacia, unidad, músculo, legitimidad, resiliencia y acción urgente;
todo ello destinado a preservar la paz en el mundo porque el ministro está muy interesado
en alimentar su candidatura al Premio Nobel de la Paz. Paradójicamente, todo el discurso debe
tener mucha profundidad y poco contenido. Un contrasentido, sí. Pero es que el
ministro es algo especial.
Un hombre de cabellos plateados y cuerpo atlético que
es pura fachada; que reconoce lo bueno que es un libro por la cantidad de
frases que están subrayadas (¿??¿?), con lo que podemos suponer que nunca ha
comprado un libro nuevo. Y que cita constantemente a los clásicos sin saber lo
que dice. Un hombre muy dinámico, tanto, tanto que cada vez que abre la puerta para
entrar en una habitación los papeles de las mesas salen volando. Un hombre tan tan inteligente que utiliza nuevas palabras, como “stabiloter”. Como vi la versión
original en francés no sé cómo la habrán traducido al castellano; supongo que
algo parecido a estabilotear que en
realidad sería subrayar con un rotulador
fluorescente, principalmente de la marca stabilo.
Arthur prepara sucesivas versiones del dichoso discurso y
ninguna de ellas satisface al ministro que, lógicamente, cada vez cambia de
criterio sin avisarle. Mientras tanto Arthur tiene que bregar también con el
resto de asesores del ministro, tan impresentables y ambiciosos como él. Los
asesores se dedican a contradecirse unos a los otros, a darse puñaladas
traperas y a ver quién puede ascender antes, pisoteando a los demás.
En medio de ese aparente caos vacío y de ritmo trepidante
para no ir a ningún sitio, destaca el señor Maupas (Niels Arestrup), jefe del
gabinete, que mientras el ministro va y viene, habla y mete la pata, se luce y
hace el ridículo, se dedica a sortear las verdaderas crisis internacionales con
la autoridad que el sentido común y la experiencia le dan.
En realidad la película es adaptación de un comic publicado
en 2010 y 2011, por Christophe Blain y Abel Lanzac (pseudónimo del diplomático
francés Antonin Baudry) y que se inspira de la experiencia de este último en el
gabinete de Dominique de Villepin. Una buena comedia para pasar el rato. La
primera comedia que dirige Bertrand Tavernier.
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