Varias razones me hacen considerar esta serie como una de
las mejores que he visto en los últimos años. Se trata de la investigación de
unos asesinatos en Belfast, Irlanda del Norte. Como la policía local se
encuentra bastante perdida, destinan allí a la detective Stella Gibson (Gillian
Anderson) para que investigue este caso especialmente. Todas las víctimas se
parecen físicamente: mujeres jóvenes (en la treintena), morenas de pelo largo y
bien consideradas profesionalmente. Todas ellas vivían solas y alguien había
entrado repetidamente en sus casas. A veces se llevaba pequeños trofeos y otras
simplemente olisqueaba su ropa interior.
Stella Gibson |
Ella es la que, desde el primer momento, piensa en un
asesino en serie. Pertenece a la policía metropolitana de Londres y poco más
sabemos de su vida. Es muy silenciosa, apenas habla en susurros; tiene alrededor
de 45 años, rubia, ojos azules, discreto maquillaje, faldas de tubo ceñidas de largura
apropiada para trabajar e impresionantes taconazos de aguja totalmente inconvenientes
para perseguir asesinos. Muy atractiva y seductora. Lleva siempre un diario y
escribe en él sus deseos y frustraciones, recuerdos de abandonos y las impresiones que le dejan sus sueños, a veces no muy
agradables.
En la parte contraria está Paul Spector (Jamie Dornan), el
asesino. Es un psicoterapeuta especialista en la elaboración del duelo. Marido
cariñoso, aunque un poco ausente, padre atento de dos niños pequeños, con un
buen currículum profesional, respetado en su vecindario. Guapo, alto, moreno,
de ojos profundos y asesinos, con barba que le da cierta severidad y una
infancia turbulenta. También habla en voz baja, nunca se altera. Aunque es metódico, muy inteligente y perfeccionista, está aprendiendo a matar y eso le hace cometer errores.
Paul Spector y su hijo |
No es una serie sanguinolenta o efectista; no se recrea en
la muerte o en el dolor. Pero sí que opta por mantener al espectador en la
incomodidad y el desasosiego de ser considerado un mirón. La lentitud y un
ritmo pausado favorecen la contemplación de los mínimos detalles que Paul
Spector debe tener en cuenta para planificar los rituales de sus crímenes. No
se trata de descubrir quién es el asesino ni por qué mata; más bien es una
oportunidad para analizar cómo han cambiado las relaciones de género.
En algunas críticas sobre la serie he leído que Stella es un
personaje frío. Todavía hay gente que piensa que las mujeres somos como mantas
zamoranas y nuestra obligación es darle calor al mundo. Stella es una policía
muy competente, muy inteligente, muy preparada; no tiene por qué dar calor a
nadie. Demuestra claramente sus sentimientos y su compasión por las víctimas,
pero con sus compañeros es lo que tiene que ser, profesional. Excepto cuando
por alguna razón se siente sexualmente atraída por alguno de ellos. Entonces no
tiene ningún problema en invitarle abiertamente a su habitación y en que se sepa. Tan segura está de sí misma que puede rechazar con la misma elegancia los avances de los hombres que no le interesan.
Jim Burns |
Sin duda sorprende de Stella su vida sexual. Sin compromiso,
sin emociones, con dignidad y respeto, con responsabilidad. Sabe cuándo quiere
empezar y cuándo quiere terminar. Elige hombres jóvenes, fuertes y sin
complejos; de su entorno laboral porque su profesión le absorbe completamente. Ha tenido también experiencias lésbicas. No quiere
ponerse límites y no le importa que se sepa. Vive toda su vida con intensidad y
respeto por ella misma y por los demás, aunque éstos a veces no sepan
apreciarlo (como Jim Burns).
Stella reivindica su independencia de criterio. Ante su jefe
(y antiguo amante) no le importa reconocer la inconveniencia de sus relaciones,
pero le pone en evidencia al resaltar el doble rasero con que los hombres
miden: si un hombre se folla a una mujer, está bien; si es una mujer la que se
folla a un hombre está mal. Típica doble moral masculina.
En cuanto a Paul, el elegante asesino, la serie no se entretiene en explicar la psique de un asesino
en serie. No le conocemos y no nos interesa conocerle. Paul ha tenido una
infancia difícil y puede que esté infravalorado en su trabajo, pero otros
muchos también viven así y no matan. Él es muy capaz de, al menos
aparentemente, dar amor y sentir amor por su mujer y por sus hijos. Mantiene una relación muy
especial con su hija de 8 años, Olivia. Olivia tiene pesadillas por la noche; posiblemente
ha visto algo relacionado con la actividad secreta de su padre o quizá se
empieza a manifestar en ella la misma tendencia homicida que tiene su padre. Olivia, totalmente entregada a su padre, instintivamente se cree en la obligación de protegerle de un peligro, aunque sea demasiado pequeña para comprender.
Stella y Paul se encuentran por fin en la sala de
interrogatorios. Él ha sido ya formalmente acusado de los asesinatos pero sólo
quiere hablar con ella. En su intento de manipulación de la situación, Paul
utiliza datos de la vida privada de Stella que ha sacado de sus diarios pero
ella no se deja intimidar. Casi le escupe a la cara que es un asesino porque le
gusta matar, nada justifica que odie a las mujeres, ni su infancia, ni sus
complejos. Sólo es un adicto a dominar y a provocar terror. Él se defiende y para insultarla no la
llama zorra como haría cualquier otro hombre. La llama solterona estéril y en su delirio de esposo y padre ejemplar le dice que no ha empezado a matar antes porque la paternidad le ocupaba todo su tiempo. Parece que se prepara tercera temporada.
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