viernes, 12 de junio de 2015

Serie TV: The Fall Temporadas 1 y 2 (2013-2014)

Varias razones me hacen considerar esta serie como una de las mejores que he visto en los últimos años. Se trata de la investigación de unos asesinatos en Belfast, Irlanda del Norte. Como la policía local se encuentra bastante perdida, destinan allí a la detective Stella Gibson (Gillian Anderson) para que investigue este caso especialmente. Todas las víctimas se parecen físicamente: mujeres jóvenes (en la treintena), morenas de pelo largo y bien consideradas profesionalmente. Todas ellas vivían solas y alguien había entrado repetidamente en sus casas. A veces se llevaba pequeños trofeos y otras simplemente olisqueaba su ropa interior.

Stella Gibson
Ella es la que, desde el primer momento, piensa en un asesino en serie. Pertenece a la policía metropolitana de Londres y poco más sabemos de su vida. Es muy silenciosa, apenas habla en susurros; tiene alrededor de 45 años, rubia, ojos azules, discreto maquillaje, faldas de tubo ceñidas de largura apropiada para trabajar e impresionantes taconazos de aguja totalmente inconvenientes para perseguir asesinos. Muy atractiva y seductora. Lleva siempre un diario y escribe en él sus deseos y frustraciones, recuerdos de abandonos y las impresiones que le dejan sus sueños, a veces no muy agradables.

En la parte contraria está Paul Spector (Jamie Dornan), el asesino. Es un psicoterapeuta especialista en la elaboración del duelo. Marido cariñoso, aunque un poco ausente, padre atento de dos niños pequeños, con un buen currículum profesional, respetado en su vecindario. Guapo, alto, moreno, de ojos profundos y asesinos, con barba que le da cierta severidad y una infancia turbulenta. También habla en voz baja, nunca se altera. Aunque es metódico, muy inteligente y perfeccionista, está aprendiendo a matar y eso le hace cometer errores.

Paul Spector y su hijo
Stella y Paul, policía y asesino. Son ambos cazador y presa uno del otro. Algunas veces, el director los presenta de forma paralela en planos alternos: Stella follándose a un compañero de trabajo y Paul matando a una de sus víctimas. No sé por qué el director ha elegido hacerlo así. Quizá porque quiere que pensemos que tienen más cosas en común de las que podíamos pensar. Eso también es lo que se intuye al final de la segunda temporada; final que, por otra parte, queda abierto a la especulación y te deja con el alma en vilo.


No es una serie sanguinolenta o efectista; no se recrea en la muerte o en el dolor. Pero sí que opta por mantener al espectador en la incomodidad y el desasosiego de ser considerado un mirón. La lentitud y un ritmo pausado favorecen la contemplación de los mínimos detalles que Paul Spector debe tener en cuenta para planificar los rituales de sus crímenes. No se trata de descubrir quién es el asesino ni por qué mata; más bien es una oportunidad para analizar cómo han cambiado las relaciones de género.

En algunas críticas sobre la serie he leído que Stella es un personaje frío. Todavía hay gente que piensa que las mujeres somos como mantas zamoranas y nuestra obligación es darle calor al mundo. Stella es una policía muy competente, muy inteligente, muy preparada; no tiene por qué dar calor a nadie. Demuestra claramente sus sentimientos y su compasión por las víctimas, pero con sus compañeros es lo que tiene que ser, profesional. Excepto cuando por alguna razón se siente sexualmente atraída por alguno de ellos. Entonces no tiene ningún problema en invitarle abiertamente a su habitación y en que se sepa. Tan segura está de sí misma que puede rechazar con la misma elegancia los avances de los hombres que no le interesan.

Jim Burns
En este caso está, Jim Burns (John Lynch), su superior en la investigación. Un hombre que ha pasado los 50 y que tuvo una aventura de una noche con Stella. Un hombre débil, que ha conseguido medrar en su posición por su servilismo con los poderosos. Un adicto al alcohol, un adicto a Stella, un adicto a cualquier cosa que le dé una oportunidad de justificarse. Un hombre problemático y lloroso que es rechazado por Stella con un simple chasquido de sus dedos.

Sin duda sorprende de Stella su vida sexual. Sin compromiso, sin emociones, con dignidad y respeto, con responsabilidad. Sabe cuándo quiere empezar y cuándo quiere terminar. Elige hombres jóvenes, fuertes y sin complejos; de su entorno laboral porque su profesión le absorbe completamente. Ha tenido también experiencias lésbicas. No quiere ponerse límites y no le importa que se sepa. Vive toda su vida con intensidad y respeto por ella misma y por los demás, aunque éstos a veces no sepan apreciarlo (como Jim Burns). 


Stella reivindica su independencia de criterio. Ante su jefe (y antiguo amante) no le importa reconocer la inconveniencia de sus relaciones, pero le pone en evidencia al resaltar el doble rasero con que los hombres miden: si un hombre se folla a una mujer, está bien; si es una mujer la que se folla a un hombre está mal. Típica doble moral masculina.

En cuanto a Paul, el elegante asesino, la serie no se entretiene en explicar la psique de un asesino en serie. No le conocemos y no nos interesa conocerle. Paul ha tenido una infancia difícil y puede que esté infravalorado en su trabajo, pero otros muchos también viven así y no matan. Él es muy capaz de, al menos aparentemente, dar amor y sentir amor por su mujer y por sus hijos. Mantiene una relación muy especial con su hija de 8 años, Olivia. Olivia tiene pesadillas por la noche; posiblemente ha visto algo relacionado con la actividad secreta de su padre o quizá se empieza a manifestar en ella la misma tendencia homicida que tiene su padre. Olivia, totalmente entregada a su padre, instintivamente se cree en la obligación de protegerle de un peligro, aunque sea demasiado pequeña para comprender. 

Stella y Paul se encuentran por fin en la sala de interrogatorios. Él ha sido ya formalmente acusado de los asesinatos pero sólo quiere hablar con ella. En su intento de manipulación de la situación, Paul utiliza datos de la vida privada de Stella que ha sacado de sus diarios pero ella no se deja intimidar. Casi le escupe a la cara que es un asesino porque le gusta matar, nada justifica que odie a las mujeres, ni su infancia, ni sus complejos. Sólo es un adicto a dominar y a provocar terror. Él se defiende y para insultarla no la llama zorra como haría cualquier otro hombre. La llama solterona estéril y en su delirio de esposo y padre ejemplar le dice que no ha empezado a matar antes porque la paternidad le ocupaba todo su tiempo. Parece que se prepara tercera temporada. 


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