Si creemos esta historia creeremos que Georgiana Spencer, una
antepasada de la última princesa de Gales, Diana Spencer, tuvo una vida
bastante parecida a ésta. Aristócrata culta y muy atractiva, contrajo un buen
matrimonio que contribuyó a situarla en el centro de las miradas, chismorreos y
comentarios varios de su época, en el siglo XVIII. El duque de Devonshire
(Ralph Fiennes), ya entrado en años, buscaba una esposa joven únicamente para
que le facilitara el heredero que tanto ansiaba (una historia bastante parecida
a la de Carlos de Inglaterra y Lady D). Como Georgiana tardó un tiempo en cumplir
con su cometido, el duque empezó a cansarse de ella, así que ella se dedicó a
vivir plenamente en la sociedad de su tiempo e incluso a ser un estandarte para
la moda (parecidos razonables, otra vez). Se enamoró perdidamente de un prometedor
político, el señor Grey (no el de las 50 sombras, sino el del té; terminó siendo
el conde de Grey, insisto como el té negro con esencia de bergamota, Earl Grey) y sucumbió a su agitada vida
social y también a los cotillas y paparazzis de entonces (otro parecido).
Terrible historia la de estos amantes. Georgiana y el señor
Grey tuvieron una hija. Pero, en aquel momento (y ahora tampoco) una sociedad tan
conservadora no podía permitir que se cuestionaran sus reglas. Así que el duque
de Devonshire (que no era un monstruo, sino únicamente un hombre de su tiempo),
a cambio de perdonar la infidelidad de Georgiana, decidió que sería mejor para
todos que la niña se criase con la familia Grey (legalmente como sobrina
adoptada de su propio padre). En fin, estos trapicheos que solían hacer los
biempensantes para ocultar sus deslices.
Bueno, lo que se saca en claro de esta historia no es que
los adulterios no estén permitidos, sino que se trata de llevarlos con cierta
discreción. El señor duque de Devonshire también tenía una hija ilegítima, pero
no tuvo ningún problema en educarla en su casa; también tenía una amante, pero
tampoco tenía ningún problema en vivir con ella en el domicilio conyugal, compartiendo
desayuno, comida y cena con esposa y amante, todos en armonía. Además para
rizar el rizo la amante del marido era la mejor amiga de Georgiana, así no
puede haber problema ¡todo queda en casa! Hay que decir que antes de morir
Georgiana le pidió a su marido que se casase con su amante de toda la vida. Así que muy
rencorosa no sería.
Vemos pues que, por obra y gracia de la literatura y el cine, las historias de Georgiana y Lady D convergen, en lo del triángulo amoroso soportado durante años y en las desdichas en su
matrimonio. La diferencia es que Lady D se divorció del Príncipe Rana y Georgiana no. Otra
semejanza, también en el nombre a Georgiana su marido la llamaba G, lady G. No sé si creerme tanta coincidencia.
La duquesa de Devonshire captando votantes |
Intérpretes: Keira Knightley, Ralph Fiennes y Hayley Atwell
Fotografía: Gyula Pados
Guion: Jeffrey Hatcher, Anders Thomas Jensen (Libro: Amanda Foreman)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario