Dulcinea fue dirigida
por Vicente Escrivá en 1962. Está basada en una obra teatral de Gaston Baty, un
escritor francés muy influido por el expresionismo y conocido por haber
adaptado la novela Madame Bovary al
teatro.
Vicente Escrivá trabajó como guionista y director y en sus
últimos años también creó alguna serie de televisión. Fue guionista de muchas
películas entre las que destacan Agustina de
Aragón y también de La leona de
Castilla, ese tipo de superproducciones históricas de CIFESA, que tanto
éxito tenían en los años 1950. Pero esta película se sale de ese estilo. No es
heroica ni mucho menos complaciente con el espectador.
Aldonza y el ventero |
Basándose en los personajes del Quijote el autor, y
posteriormente el director, imaginan la vida de una mujer, una “moza del
partido”. Una moza del partido o moza de fortuna (en este caso de mala fortuna)
era, en el siglo XVI una prostituta callejera. Una pobre mujer, posiblemente
abandonada al nacer, que no tenía donde caerse muerta.
Por caridad (esa
repugnante y abusiva caridad revestida de engreimiento) se permitía a estas
mujeres trabajar en las ventas, como criadas y como putas. Aldonza es una de estas
mujeres, deslomada de acarrear agua y explotada por su ventero durante todo el
día y molida a golpes por los puteros por la noche. Es una joven hermosa y muy
devota de la virgen, aunque, por caridad, también le esté prohibido entrar a la
iglesia.
En la venta donde trabaja, todos hablan del caballero don
Quijote. Incluso unos títeres representan sus historias. Aldonza se refugia en
la fantasía de justicia que el caballero representa. Como Cervantes escribe,
Sancho había salido en busca de Dulcinea para entregarle una carta de don
Quijote. Una carta hermosa en la cual empieza llamándola Dulcísima señora, esperanza de mi herido corazón. Nadie podría
negarse a una carta así. Como Sancho no sabe quién es Dulcinea o quizá porque es
un vago redomado, entrega la carta a la primera mujer joven y hermosa que ve. La apaleada Aldonza recibe la carta como una señal de cambio en su vida que le impulsa a salir en busca del
caballero.
Sancho ve a Aldonza y la convierte en Dulcinea |
En esa búsqueda vivirá su propia aventura, trágica y amarga. Se encuentra
con personajes tan miserables como ella y tan acostumbrados a sufrir el abuso
como ella y por esto, terminará por creer que su tarea es redimir a los
humillados, a los enfermos y a los mendigos, aunque éstos pretendan también
abusar de ella, y combatir las injusticias como hizo don Quijote. A partir de
aquí la película recuerda a Viridiana
de Buñuel y El proceso de Juana de Arco de
Robert Bresson. La fotografía en blanco y negro, muy contrastada, expresa toda
la dureza del paisaje inhóspito de la Mancha.
Es una película muy interesante que supongo se revalorizará
con el tiempo porque en su momento no tuvo mucho éxito. Yo la vi en la
Filmoteca de Zaragoza, programada en el ciclo dedicado a Cervantes y a
Shakespeare, por el cuarto centenario. Como curiosidad la actriz que interpreta
a Dulcinea es Millie Perkins, famosa por haber encarnado también a otra heroína
trágica, Ana Frank.
Dirección: Vicente Escrivá
Guion: Vicente Escrivá y Ramón Faraldo
Música: Giovanni Fusco
Fotografía: Godofredo Pacheco
Intérprete: Millie Perkins, Folco Lulli, Walter Santesso, Vittoria Prada, Pepe Rubio, Antonio Ferrandis.
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