lunes, 8 de mayo de 2017

Caminata: Huerva-Parque Bruil-Desembocadura, con Volunta-Rios Aragón.

Este domingo han comenzado las visitas guiadas Zaragoza, entre huertas y sotos, preparadas por el Gabinete de Educación Ambiental y por Volunta-Rios Aragón. Se trata de pasar una mañana de domingo caminando por la ciudad y su redolada, para descubrir (por lo menos, en mi caso, así ha sido) paisajes, bichillos y el medioambiente asociado a las aguas que favorecen la vida en Zaragoza.

Detalle de la fachada del Paraninfo
El primer domingo, el 7 de mayo, lo dedicamos a descubrir el río Huerva. Salimos del Paraninfo y lo primero que supimos es que mucha gente, gente mayor, nombra al río en femenino, la Huerva. No me parece mal. Suena mucho más francés. Quizá por eso sea un río tan maltratado en los últimos años. Por eso y porque el Ebro se lleva toda la fama de ser el río de Zaragoza por antonomasia. No está de más recordar que tenemos otros tres cauces y ese es otro de los empeños de estas visitas. El Gállego, la Huerva y el Canal Imperial tienen que recuperar su visibilidad. Aunque en el caso de la Huerva sea muy difícil.

La Huerva en Muel. Antes de ser maltratado
La Huerva viene de Teruel. Nace en la Sierra de Cucalón, en el sistema Ibérico y tiene un recorrido de 130 kilómetros aproximadamente hasta desembocar en el Ebro. Hasta los primeros años del siglo XX, se encargaba de regar las huertas de la parte sur de la ciudad (teóricamente hasta allí todavía no había llegado la ciudad) y también fue importante durante el asedio del ejército de Napoleón como impedimento natural a la ocupación militar.

Cubrimiento de la Huerva
¿Podría recuperarse así? Recreación virtual
Pero, las necesidades de las ciudades cambian y la población de Zaragoza crecía y crecía. Por esto se planeó el ensanche de la ciudad hacia el sur, urbanizando las huertas. Algo había que hacer con la Huerva. Así que se decidió cubrirla y proyectar unas amplias avenidas para la nueva burguesía. Así surgieron la Gran Vía y el Paseo de la Constitución, por donde se oculta el curso de la Huerva, y el Paseo de Sagasta como vía principal para comunicar con los montes de Torrero. Y así nos olvidamos de que bajo un montón de asfalto, encauzado en una tubería, está el río.


Antes de llegar a la Gran Vía y entrar en la oscuridad, la Huerva se ve así. En esta foto se puede ver que el desnivel entre el cauce y la ciudad es patente y eso hace que los ciudadanos no podamos integrar el río en nuestra vida diaria. Además, después del cubrimiento, con la industrialización de los años 1960-1970, se convirtió en un vertedero de residuos que enturbian el agua y le dan su característico mal olor. No siempre fue así. 

Paseo de la Constitución 
Descubrir ahora la Huerva, supondría hacer desaparecer estos paseos característicos de Zaragoza y también sus jardines. No sería una buena solución. Quizá es mejor dejarlo así, evitar que la parte descubierta del río se deteriore y habilitarla para que la podamos disfrutar. 

Ailanto. Paseo de la Constitución

Magnolio. Paseo de la Constitución

Pensamientos. Paseo de la Constitución

Raíces. Paseo de la Constitución
Ahora se trata de recuperar este río; al menos, en la parte que discurre a la vista. Y que los zaragozanos puedan disfrutarlo y mirarlo a la cara. El río vuelve a salir a la luz en el Paseo de la Mina. Y sigue a la vista de todos hasta su desembocadura en el Ebro. Apenas se pueden aprovechar sus orillas porque su cauce queda demasiado bajo, pero en el Parque Bruil se ha intentado este acercamiento entre personas y río. No está mal, para empezar.

En el Parque Bruil

Agua cristalina
Durante el recorrido, además del pequeño repaso sobre la historia, nos hemos fijado también en la vegetación de la ribera. Chopo, populus nigra, álamo blanco, populus alba, y ailanto, ailanthus altissima. Este último no es una especie autóctona. Es muy resistente y de rápido crecimiento y esto hace que “se coma el terreno de los demás”. Así que, a pesar de que está plenamente integrado, hay que seguir teniendo cuidado con él. El álamo blanco, hoy, era un auténtico peligro para los alérgicos.

Ailanto

Álamo blanco

Aunque parece un personaje de El señor de los anillos es un chopo
Ha habido también tiempo para las curiosidades. En la ribera de la Huerva, cerca del Parque Bruil, estaba hasta los años 1960, la fábrica de regaliz más grande de Europa, Flor, Carenou y Tur, que comercializaba las perlas de Aragón, Zara.


El Parque Bruil se llama así en honor a su antiguo propietario. Juan Faustino Bruil y Ollarburu llegó a ser ministro de hacienda, durante los años 1855 y 1856. Impulsó una ley sobre sociedades anónimas y también pretendió, con 50 años de adelanto, la comunicación con Francia a través del ferrocarril por Canfranc. Un hombre adelantado a su tiempo. Adquirió la antigua huerta del convento de los agustinos y la transformó. Construyó allí su casa, de la que no queda nada y también unos inmensos jardines, que hoy son el parque. Dicen que tenía todo tipo de animales exóticos para su diversión y que permitía, de vez en cuando, que los zaragozanos paseasen por allí.
 
Juan Bruil y Ollarburu

Y para terminar, la campana de los perdidos. Está en la Iglesia de San Miguel. En el siglo XVI, fuera de la muralla medieval y junto al cauce de la Huerva, hombres y mujeres iban a buscar leña y a cazar algunos animales para completar su alimentación. No era extraño perderse en medio de una vegetación salvaje formada por cañaverales y todo tipo de maleza. Perderse en invierno suponía morir de frío a la intemperie y para evitarlo, en el campanario de la Iglesia de San Miguel se colocó una lámpara con espejos que hacía de faro, pero el cierzo la tumbaba con frecuencia. Así que decidieron que la campana sonase cada media hora, desde el atardecer hasta la medianoche para guiar a los perdidos. 

Campana de los perdidos. Forja modernista
La próxima visita es el 14 de mayo. Canal Imperial, Puente de América y Barranco de la muerte. Más información e inscripciones en voluntarrios@gmail.com

La Huerva y el Ebro

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