lunes, 5 de febrero de 2018

Novela: Capital del desierto de Jorge Sanz Barajas (2016)

Zaragoza es una ciudad tan desprotegida frente a un viento persistente que no cabe duda de que el Cierzo afecta gravemente a sus ciudadanos. La ciudad se agarra desesperada a la orilla del río Ebro, sin una mala montaña que pueda resguardarla del viento, en un valle estrecho y encajonado donde el Cierzo encuentra su precipitada salida natural hacia el mar. Llevándoselo todo. Todo esto hace que nuestro carácter sea un poco áspero, teñido de desesperanza y sobre todo, somarda o cínico como se diría por otros sitios, pero resistente y abocado a la supervivencia cueste lo que cueste. Son más de dos mil años de historia y todavía no hemos decidido abandonar y buscar climas más suaves. Así es la Capital del desierto

Colegio Hogar José Antonio en 1938, para "reeducar" a los hijos de los vencidos
Para mí la principal dificultad que tiene esta novela es ser una novela coral. No es fácil manejar tantos personajes en un espacio tan restringido ni dotarles de personalidad suficiente. La verdad es que, a veces, he llegado a perderme, pero, al mismo tiempo, no creo que se pueda prescindir de ninguno de ellos. Todos aportan diferentes visiones y posturas vitales en ese momento histórico de miedo y represión.

La Guardia Civil custodiando el rodaje en Valdespartera
Durante la posguerra, la gente hace esfuerzos por sobrevivir. Unos perdieron la guerra y pagaron las consecuencias, pero otros van a perder también la posguerra porque, al fin y al cabo, siempre ganan los mismos. Los que tienen dinero comienzan entonces, o quizá ya existiera antes, una tradición de especulación inmobiliaria que todavía colea.

Restos de la Ermita de Santa Bárbara en Valdespartera
En ese mundo gris de posguerra, en esta pequeña ciudad de provincias, donde destacan la mezquindad y el deseo de trepar, en 1958, se asentará durante unos días el brillo falso de las estrellas de Hollywood, Gina Lollobrigida entre ellas. Esos destellos tendrán un impacto mínimo en las vidas pequeñas de los protagonistas, aunque proporcionarán involuntariamente un escenario para la venganza, en Valdespartera, precisamente donde se localiza una fosa común de la Guerra Civil. Estos protagonistas son parejas jóvenes que quieren dejar atrás la guerra pero que sienten que no tienen ningún futuro. Me ha llamado la atención que ninguno de ellos tenga hijos y que todavía estén intentando digerir el pasado. Se comportan como actores secundarios de sus propias vidas.

Esto es una aceitera
Un bicho, una aceitera de lomo negro y rojo arrastraba el abdomen entre sus piernas. No la tocó: sabía que urticaban la piel pero que si la dejaba pasar, volvería a la tierra. 

Solo cuando sintió como aquel día el calor del sol a su espalda, se incorporó. Vio la ermita de Santa Bárbara, imaginó bajo ella la vaguada conde reposaban sus padres, sepultados bajo un par de metros de polvo y barro, piedra y cal. 

Hay un intento en la novela de aproximar posiciones políticas encontradas, de recordar y de reconciliar también y de tomar consciencia de quién es el verdadero enemigo o, al menos, de que esos personajes traicionados por unos y por otros tienen tantas cosas en común como diferencias y que ninguna de ellas debería haber sido suficiente razón para matarse en una guerra civil y después en una guerra internacional y después en una posguerra no menos violenta.

Todavía existen estas barriadas.
Hay también otro personaje principal. Es la propia ciudad y su desarrollo clientelista y feudal, como dice el autor en una entrevista. Una ciudad que crece para acoger a los desesperados que emigran hacia las ciudades. Barriadas de viviendas baratas, arracimadas sin ningún orden y, con pequeñas iglesias y bares, como únicos equipamientos urbanísticos. Barrios alejados del centro, del centro de la ciudad y de los centros del poder político, pero no por eso inactivos y donde años más tarde se consolidarán los primeros movimientos sociales y vecinales.

La reina de Saba en el desierto de Valdespartera
Cada capítulo se inicia con unos versos de Manuel Pinillos, poeta zaragozano que yo no conocía. Se le define como poeta del desarraigo existencial, de la aspereza de la vida y de la aspereza de la muerte. Esta novela me ha hecho descubrir su poesía. Y eso ya sería suficiente razón para leerla, sin embargo, tiene mucho más. Amor por la ciudad, una ciudad tan desolada como cruel.

Manuel Pinillos.

La librería Los portadores de sueños de Zaragoza ha creado en su página web una serie de rutas literarias por la ciudad. Una de ellas es la correspondiente a la Capital del desierto.

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