Zaragoza es una ciudad tan desprotegida frente a un viento persistente
que no cabe duda de que el Cierzo afecta gravemente a sus ciudadanos. La ciudad
se agarra desesperada a la orilla del río Ebro, sin una mala montaña que pueda resguardarla
del viento, en un valle estrecho y encajonado donde el Cierzo encuentra su precipitada
salida natural hacia el mar. Llevándoselo todo. Todo esto hace que nuestro
carácter sea un poco áspero, teñido de desesperanza y sobre todo, somarda o cínico
como se diría por otros sitios, pero resistente y abocado a la supervivencia
cueste lo que cueste. Son más de dos mil años de historia y todavía no hemos
decidido abandonar y buscar climas más suaves. Así es la Capital del desierto.
Colegio Hogar José Antonio en 1938, para "reeducar" a los hijos de los vencidos |
Para mí la principal dificultad que tiene esta novela es ser
una novela coral. No es fácil manejar tantos personajes en un espacio tan
restringido ni dotarles de personalidad suficiente. La verdad es que, a veces,
he llegado a perderme, pero, al mismo tiempo, no creo que se pueda prescindir
de ninguno de ellos. Todos aportan diferentes visiones y posturas vitales en ese
momento histórico de miedo y represión.
La Guardia Civil custodiando el rodaje en Valdespartera |
Durante la posguerra, la gente hace esfuerzos por
sobrevivir. Unos perdieron la guerra y pagaron las consecuencias, pero otros
van a perder también la posguerra porque, al fin y al cabo, siempre ganan los
mismos. Los que tienen dinero comienzan entonces, o quizá ya existiera antes,
una tradición de especulación inmobiliaria que todavía colea.
Restos de la Ermita de Santa Bárbara en Valdespartera |
En ese mundo gris de posguerra, en esta pequeña ciudad de
provincias, donde destacan la mezquindad y el deseo de trepar, en 1958, se
asentará durante unos días el brillo falso de las estrellas de Hollywood, Gina
Lollobrigida entre ellas. Esos destellos tendrán un impacto mínimo en las vidas
pequeñas de los protagonistas, aunque proporcionarán involuntariamente un
escenario para la venganza, en Valdespartera, precisamente donde se localiza una fosa común de la Guerra Civil. Estos protagonistas son parejas jóvenes que quieren
dejar atrás la guerra pero que sienten que no tienen ningún futuro. Me ha
llamado la atención que ninguno de ellos tenga hijos y que todavía estén
intentando digerir el pasado. Se comportan como actores secundarios de sus
propias vidas.
Esto es una aceitera |
Un bicho, una aceitera de lomo negro y rojo arrastraba el abdomen entre sus piernas. No la tocó: sabía que urticaban la piel pero que si la dejaba pasar, volvería a la tierra.
Solo cuando sintió como aquel día el calor del sol a su espalda, se incorporó. Vio la ermita de Santa Bárbara, imaginó bajo ella la vaguada conde reposaban sus padres, sepultados bajo un par de metros de polvo y barro, piedra y cal.
Hay un intento en la novela de aproximar posiciones
políticas encontradas, de recordar y de reconciliar también y de tomar
consciencia de quién es el verdadero enemigo o, al menos, de que esos personajes
traicionados por unos y por otros tienen tantas cosas en común como diferencias
y que ninguna de ellas debería haber sido suficiente razón para matarse en una
guerra civil y después en una guerra internacional y después en una posguerra
no menos violenta.
Todavía existen estas barriadas. |
Hay también otro personaje principal. Es la propia ciudad y
su desarrollo clientelista y feudal, como dice el autor en una entrevista. Una
ciudad que crece para acoger a los desesperados que emigran hacia las ciudades.
Barriadas de viviendas baratas, arracimadas sin ningún orden y, con pequeñas
iglesias y bares, como únicos equipamientos urbanísticos. Barrios alejados del
centro, del centro de la ciudad y de los centros del poder político, pero no
por eso inactivos y donde años más tarde se consolidarán los primeros
movimientos sociales y vecinales.
La reina de Saba en el desierto de Valdespartera |
Cada capítulo se inicia con
unos versos de Manuel Pinillos, poeta zaragozano que yo no conocía. Se le
define como poeta del desarraigo existencial, de la aspereza de la vida y de la
aspereza de la muerte. Esta novela me ha hecho descubrir su poesía. Y eso ya
sería suficiente razón para leerla, sin embargo, tiene mucho más. Amor por la
ciudad, una ciudad tan desolada como cruel.
Manuel Pinillos. |
La librería Los portadores de sueños de Zaragoza ha creado en su página web una serie de rutas literarias por la ciudad. Una de ellas es la correspondiente a la Capital del desierto.
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