jueves, 22 de marzo de 2018

Ópera: Carmen de Georges Bizet (2018)


Carmen es la mujer fatal por antonomasia. Víctima de sí misma y de su concepción de la libertad. Pero no hay que olvidar que Carmen es una invención de los hombres y esta, especialmente, de Georges Bizet. Bizet cogió todos los tópicos exóticos y los vertió en su obra. Un torero, un soldado y una gitana. Un ambiente conflictivo y muchas ganas de vivir, aunque el destino será el que diga la última palabra.

Auditorio de Zaragoza
Carmen en apariencia es el prototipo de la mujer independiente, pero en realidad, está coartada por lo que los hombres esperan de ella. El patriarcado ha configurado su mente de mujer trabajadora y pobre para que intente seducir a hombres en mejor situación que ella. Primero, el soldado se presenta como un buen partido, pero después es desbancado por un rico torero triunfador. Si Carmen hubiera podido estudiar y acceder a un trabajo, sin duda, hubiese sido una empresaria de éxito. Pero el patriarcado burgués y capitalista se lo impidió.

Irena Parlov. Fotografía Auditorio de Zaragoza

Carmen aparece como una mujer rebelde, pero en realidad vuelve la rebeldía contra sí misma y acaba pagándolo con su vida. No es muy alentador. Esta ópera se estrenó en 1875 y para la mentalidad burguesa de la época fue todo un escándalo. Presentar esa mujer que derrochaba sensualidad y fatalismo no era lo que los caballeros biempensantes de la época querían que sus esposas y sobre todo sus virginales hijas vieran. Aunque me ha sorprendido saber que Friedrich Nietzsche era una auténtico fan y que acudió varias veces a las representaciones. Supongo que era una válvula de escape a los sentimientos del filósofo; una apertura a la luz y a la vida que no se permitía de otra manera. Hoy es la ópera francesa más famosa y representada.

Fotografía Auditorio de Zaragoza

En la obra original, Carmen vive en Sevilla, durante el Trienio liberal de 1820 a 1823; pero para esta representación se ha cambiado la época y se sitúa la acción durante la Guerra Civil de 1936. Todo lo demás sigue igual. Las cigarreras, el ejército, los toreros y los bandoleros. Tipos costumbristas que, aunque exóticos, suponen una antesala del verismo.

Fotografía Auditorio de Zaragoza

En cuanto a esta representación, tengo que decir que me ha gustado mucho. El escenario del Auditorio de Zaragoza, a priori, no está preparado para una representación operística, pero resultó muy interesante y las interpretaciones intensas.

Fotografía Auditorio de Zaragoza
Irena Parlov interpretó a Carmen y me gustó mucho su expresividad y la manera que tenía de tentar a los hombres, golpeándose los muslos. Era como si tuviese un gran poder sobre perrillos que acudían a sus faldas en busca de su destino fatal. Estuvo muy bien también el Coro Amici Musicae, el bailarín Juan Carlos Sánchez, el resto de solistas y por supuesto la Orquesta Reino de Aragón, encargada de la producción. Quizá el que menos me gustó fue Escamillo, interpretado por Vicent Antequera. No sé si sería por la situación de mi butaca, pero tuve la sensación de que su voz se perdía dentro de la orquesta.

FotografIa Auditorio de Zaragoza
Espero muchas más producciones como ésta, para explotar el talento local.



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