lunes, 26 de agosto de 2019

Autoficción: Cómo ser una mujer de Caitlin Moran (2011)


La autora.-
Periodista británica que ha colaborado en The Times y ha recibido varios premios por sus columnas. Se dedicó a la literatura desde adolescente para reafirmarse en un hogar humilde, con 8 hermanos. Otras obras suyas: Cómo ser una chica, Moranthology, Moranifesto. 

Mi opinión.-
No sintonizo mucho con el humor británico. Me parece de un excesivo sarcasmo y cinismo. Debe ser por eso que había dejado aparcado este libro, aunque lo compré cuando se editó. Tengo el recuerdo de haber empezado y con el episodio del perro y la compresa lo colgué nuevamente en la estantería.

Ahora lo he retomado porque era de lectura obligada en mi club feminista. No está mal, pasas unos ratos divertidos y te da pie también para reflexionar, aunque, curiosamente, me parece que tiene un cierto sesgo clasista.

Duquesa de York

No sé si este libro puede considerarse autoficción o reportaje periodístico. Sí que me parece que Caitlin Moran, basándose en sus experiencias, ha compuesto un personaje muy parecido a Carrie Bradshaw, esa periodista neoyorquina, descarada y apasionada por la moda, protagonista de la mítica serie Sexo en Nueva York.

Sarah Jessica Parker como Carrie Bradshaw

También Moran es escritora y periodista, pero británica y apasionada de la música y parece que se ha inspirado en su propia vida para escribir este libro. Los capítulos comparten una estructura similar. Parte de una vivencia propia o de alguna amiga, un recuerdo escandaloso y descarado, un pedo, sangre menstrual, los pelos en las piernas, y después reflexiona seriamente sobre las implicaciones que ese hecho ha tenido en su crecimiento como mujer. Por ejemplo, habla de la bragorexia, es decir, de esas bragas diminutas que se perdían en su inmenso culo de adolescente y joven.

Los juanetes de Victoria Beckham

Habla de sus complejos, de sus novios, de su marido, de sus hijos, de su aborto, de la pornografía y de la sexualidad; y también, de cómo era vivir en un hogar de clase media baja, superpoblado de hermanos y teniendo como inspiración y fetiche a la anterior duquesa de York.


Muy curiosamente diferencia a la pornografía de la industria pornográfica, aunque a mí me parece una diferenciación superflua. Sólo existe la industria pornográfica, de más o menos difusión, pero siempre con una estructura industrial. Es una industria explotadora de mujeres y además muy poco variada. Está pensada para calmar o intensificar, ¡vaya usted a saber!, la agresividad de los hombres hacia las mujeres. Por esto, Moran piensa que si existiese más variedad de contenidos en la pornografía sería más respetuosa con las mujeres. Parece que la considera como en un sistema de libre mercado, donde según las distintas opciones se pudiese elegir la mercancía que más conviene, incluyendo también una pornografía más femenina. Una idea excesivamente naif y que, en realidad, creo que oculta un cierto clasismo que he mencionado antes.


Aun con todo, recomiendo este libro. Tiene unas cuantas frases (bastantes) definitivas y contundentes y que deberían pasar a la literatura feminista clásica. Por ejemplo, en la página 161, dice “Necesitamos pájaros que sobrevuelen el techo de cristal y lo llenen de cagadas para que podamos verlo”.

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