jueves, 29 de agosto de 2019

Museo Pablo Gargallo, Zaragoza. Exposición: Carmen Calvo. Quietud y Vértigo 2019

Este museo fue inaugurado el 8 de julio de 1985, gracias a la colaboración de los herederos de Pablo Gargallo y del Ayuntamiento de Zaragoza. Se instalaron allí esculturas, dibujos, grabados y también alguna joya, quedando configurado como el museo más completo dedicado a este artista.

En la artesa, 1898.

Pablo Gargallo nació en Maella (Zaragoza) en 1881 pero enseguida se trasladó con sus padres a Barcelona, donde inició sus estudios, sus primeros trabajos como aprendiz con el escultor Eusebi Arnau y sus amistades de juventud con otros aspirantes a artistas como Picasso, Isidre Nonell o Manolo Hugué. En 1903 realiza su primer viaje a París y conoce la obra de Rodin (después será uno de sus mayores detractores).

Galgo
Ya en 1904, inicia los primeros bocetos para su obra más conocida El gran profeta que le acompañará durante casi toda su corta vida. Empieza a tener mucho éxito, a exponer y a recibir encargos por parte de las autoridades: esculturas para la Plaza de Cataluña y el Palacio de la Música Catalana y especialmente las esculturas para el Estadio Olímpico de Montjuic que nos dan la bienvenida al museo. En 1934, en plena madurez personal y artística, había expuesto ya en Nueva York, pero lamentablemente muere.

El Gran Profeta, detalle.

Gargallo tuvo una formación clásica muy sólida que, después, le permitió investigar con metales no habituales en la escultura. Pero lo esencialmente personal y característico de este escultor es la importancia del vacío. Durante los 30 años de trayectoria profesional y partiendo de su formación clásica inició un proceso de simplificación de volúmenes hasta llegar a la eliminación de la materia, de manera que rodeando el vacío con formas ligeras pero contundentes obtenía la representación buscada.

El amor. 1906
Comienzo el recorrido del museo por unas pocas piezas de inspiración noucentista entre las que destaca Cleopatra (con sus joyas) de 1900 y el grupo escultórico El amor de 1906. Junto a ellas dos obras de juventud una virgen en escayola de 1894 y el bronce En la artesa de 1898. Gargallo nunca renegará de su formación clásica y considerará que debe de ser la base para todo artista que quiera, posteriormente, buscar su propio lenguaje escultórico.

Cleopatra, 1900


En la primera planta del patio hay ejemplos de su evolución en el tratamiento de las formas. Las formas cóncavas y convexas empiezan a verse determinadas por la ausencia, por el vacío; es lo que él llamaba los volúmenes inversos. El Urano de 1933 o La mujer acostada de 1923.

Urano, 1933


Y también encontramos el retrato de Ángel (Fernández) de Soto de 1920 de factura más clásica pero que permite al espectador jugar con las dos piezas que componen el retrato. Este caballero fue también retratado por Pablo Picasso. Gargallo realizó una escultura de medio cuerpo pero no quedó contento con el resultado y decidió fragmentarla. Todo un acierto.

Ángel de Soto, 1920


Mi pieza favorita es, sin duda, el retrato de Kiki de Montparnasse que puede verse también en el Museo Reina Sofía de Madrid y que es la escultura más difícil de fotografiar del mundo. Es un bronce dorado, tan pulido que es imposible no reflejarse en él. Retrata a la mujer con los mínimos elementos: media boca, media nariz, un ojo y el inconfundible corte de pelo estilo bob o a lo garçon.

Kiki de Montparnasse, 1928




Chagall presumía de estar muy enamorado de su mujer, de tenerla siempre en su pensamiento y así le retrató Pablo Gargallo en 1933, con su mujer en el pensamiento. Era un auténtico genio y creo que mantenía algo del humor somarda aragonés.

Homenaje a Chagall, 1933


En la última planta de la ampliación del edificio llevada a cabo entre 2007 y 2009, se pueden contemplar dibujos de su etapa de formación. Me llamó la atención el retrato de Ceferino Pallás (tío del artista) de 1898 y la Viejecita con paraguas de 1896 porque podrían haber sido mis bisabuelos de los que no conservo ninguna fotografía. Hay también algunos dibujos boca abajo porque el autor aprovechaba las dos caras del papel. Pero lo más significativo de esta planta son las planchas en cartón de sus obras. Entre ellas el retrato de Greta Garbo con sombrero de 1931. Este fue el lenguaje propio del autor. Él pensaba que la escultura se podía fragmentar en imágenes incompletas que el espectador debería de volver a unir.



En el patio central del Palacio de Argillo, El Gran Profeta la obra que le obsesionó durante toda su vida. Una visita muy recomendable.



Greta Garbo con sombrero, cartones y fotografía de la escultura definitiva



Eco, 1933

Mujer acostada, 1923


Además hasta el 1 de septiembre puede verse la exposición de la fotógrafa Carmen Calvo, Quietud y vértigo que pertenece al certamen de PhotoEspaña 2019. Calvo interviene en fotografías antiguas encontradas o compradas en mercadillos. Este arranque surrealista no está exento de humor, incluso de ironía o a veces resulta inquietante y cruel. Somete a las fotografías a diferentes procesos para crear su particular obra. También es muy recomendable. 

A Blanca, 2016

Más obras de Pablo Gargallo. 

Faunos


Faunesas



David. 1934




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