El autor.-
Es un filósofo español nacido en 1941. Catedrático de Lógica
y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Barcelona y miembro de algunos
institutos y academias internacionales. Es especialista en filosofía analítica
y en el estudio del lenguaje. También es pionero en la filosofía de la biología
y en la reflexión de la relación entre animales humanos y no humanos, lo que
constituiría una filosofía de la animalidad. Muy comprometido en la abolición
de las corridas de toros. Otras obras suyas son: El triunfo de la compasión. Nuestra relación con los otros animales,
Ciencia, filosofía y racionalidad, El islam: historia del pensamiento, Los
cristianos: historia del pensamiento, China:
historia del pensamiento.
Mi opinión.-
Nunca me ha gustado la fiesta de los toros. Sólo he ido una
vez en mi vida. Me parece un espectáculo retrógrado y considero que, en el
siglo XXI, nadie debería divertirse con él. Mi postura queda así muy clara; Jesús
Mosterín también mantiene una postura muy clara en contra de la fiesta de los
toros y a favor de los toros.
Yo no necesitaba que me convenciera para ser antitaurina,
pero sí que me ha facilitado argumentos contra la barbarie taurina que yo no conocía
ni podía imaginar. Sí que creía, erróneamente, que el toro es un animal feroz. Sin embargo, Mosterín demuestra que es un
rumiante que sólo muestra su rapidez para huir. Pero entonces, cuando sale a la
plaza con esa furia, ¿por qué lo hace? Muy claro, porque ha sido picado con la
divisa y sale huyendo despavorido por la única puerta que ve. Los taurinos
afirman que es un animal bravo de 500 kilos que utiliza su inteligencia para
intentar matar al valiente torero. En realidad, el torero se enfrenta a un toro
debilitado por la tortura: los puyazos del picador y las banderillas duran
entre 10-15 minutos cada tercio. Así que después de unos 30 minutos de tortura
el torero ya puede terminar la faena. Además, si el toro (pacífico por
naturaleza) no embiste todavía es más torturado para que el torero se pueda
lucir.
Puyas de entre 10-15 cm para hundirlas en el toro, cerca de su columna vertebral |
Este libro suyo, sin embargo, creo que no convencerá a
ningún taurino de que su divertimento es una muestra de barbarie, abuso y
violencia. Se trata de una colección de artículos publicados en prensa y en
otros libros por el autor. En la introducción él lo advierte y avisa de que
pueden existir argumentos e información repetidos, pero aun así ha querido
mantenerlos para reafirmar la labor pedagógica del libro. Digo que no
convencerá a ningún taurino porque no quieren dejarse convencer. Después de
leer el libro me reafirmo en que la única justificación de la barbarie taurina
es que a ciertos hombres les gusta matar y algunos hombres y mujeres les gusta ver
cómo se mata. Todos los argumentos de los taurinos se dirigen a enmascarar esta
realidad. Ese placer en la tortura y la muerte de un ser
vivo no podrá ser rebatido por ningún argumento histórico, cultural, ético o
económico, por más que Mosterín los exponga con habilidad y buen juicio.
Comienza demostrando que los toros son seres vivos que
sufren y que divertirse con su sufrimiento no es ético. Que se trata de rumiantes
pacíficos, provocados para atacar; pero a los taurinos les da igual. Da
argumentos históricos sobre la existencia de otros espectáculos basados en el
sufrimiento de los animales dispersos por toda Europa y abolidos
(paulatinamente) a partir de la Ilustración del siglo XVIII; pero a los
taurinos les da igual. Cuando recurre a analizar el sentido de la cultura y la
tradición, como instituciones que pueden cambiar y que no son sagradas; a los
taurinos también les da igual. También cuestiona su origen popular porque la verdad
es que torturar y matar a un toro era privilegio que los nobles realizaban a
caballo, ayudados por siervos a pie. Ese es el “origen popular”, el
entretenimiento para señoritos ociosos, borrachos de vino y sangre. Y respecto
a los argumentos económicos, basados en que estos espectáculos sobreviven por
estar subvencionados públicamente con los impuestos de todos los españoles,
Mosterín tampoco tiene mejor suerte.
Ahora los taurinos empiezan a sentirse acorralados y esto
hará que en un futuro muy próximo se reorganicen para contraatacar. Ya han
salido artículos en prensa, “demostrando” que las corridas de toros son buen un
negocio: crean puestos de trabajo y generan ingresos suficientes para
mantenerse y mantener otros negocios complementarios. Los
taurinos constituyen un grupo de presión muy sólido y no sé por qué. Se tardarán muchos años en terminar con esta barbarie, pero algún día será. Poco
a poco, pero sin retroceder.
A favor de los toros
Jesús Mosterín
Ed Laetoli
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