jueves, 25 de febrero de 2016

Teatro: El alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca (2016)

Parece que Calderón de la Barca escribió El alcalde de Zalamea en 1636. Es una obra clasificada como drama de honor. Calderón había nacido en Madrid y fue destinado por su padre a los estudios religiosos, pero él no estuvo de acuerdo y prefirió dedicarse a las armas y marchar con el ejército. Participó en varias batallas en la Guerra de Secesión de Cataluña de 1640 y el rey Felipe IV le premió nombrándole Caballero de la Orden de Santiago. Su obra se considera la culminación del teatro barroco comenzado por Lope de Vega. 


Bueno pues un asunto de honor. Y claro está, el honor de cualquier hombre está en la virtud de las mujeres de su familia, en este caso, de su cándida hija. El alcalde es un villano, en el sentido más original de la palabra: habitante de una villa en oposición a los hidalgos o nobles que vivían en las ciudades. Pero como ejemplo de una nueva clase social, este villano es un labrador respetado, propietario de las tierras que cultiva. Un hombre rico, que se ha ganado su fama y fortuna honradamente, con su trabajo. Es el iniciador de esta nueva clase social que más tarde se transformará en la burguesía de las ciudades.



Así se encarga de mostrarlo Calderón. Como un hombre honrado y cabal, en contraposición al capitán don Álvaro, hidalgo cobarde violador de su hija. Pero también opuesto a don Mendo, noble arruinado, enclenque y petimetre, que también la pretende y que es una caricatura de los hidalgos venidos a menos. Aunque para rebajar el tono subversivo de la obra, también hay personajes de la clase alta a los que Calderón trata con mucho respeto. El rey aparece brevemente, para refrendar con mesura y buen juicio los actos del alcalde y el personaje de don Lope de Figueroa, viejo militar que no puede controlar a sus tropas, pone a salvo el honor de los militares cuando acepta la justicia del alcalde.



La acción se sitúa en 1580 (lógicamente en Zalamea, provincia de Badajoz). El ejército de Felipe II se dirige hacia Portugal para reclamar sus derechos al trono que había quedado vacante. Como Calderón había estado en el ejército supongo que sabía bien lo que pasaba cuando las tropas llegaban a una villa.



Visualmente, esta adaptación es muy atractiva. El suelo está cubierto de arena y con los movimientos de los actores los espectadores acabamos envueltos también en esa arena. Hay una lucha de espadas muy elegante y muchos personajes que deambulan constantemente por el escenario, pero la tropa de soldados y la Chispa, cocinera, prostituta, enfermera, cantante o cualquier otra cosa que necesiten los soldados, son los que más ruido hacen. La Chispa es lo opuesto a la candorosa hija del alcalde; una mujer sin dinero y sin familia, pragmática y vitalista, interpretada por Clara Sanchís.



El alcalde es Carmelo Gómez y no podía estar mejor interpretado. Es un hombre recio, apegado a la tierra que sólo espera que sus hijos mantengan su honradez. Orgulloso de su origen y también de su presente de hacendado de buena posición, ahora además ha sido nombrado alcalde de la villa; no se avergüenza de entablar conversación, entre iguales, con don Lope de Figueroa, general del ejército y en esta versión esto da lugar a los diálogos más relajados de toda la obra. Cauto, intenta poner a salvo a su hija, sabiendo el riesgo que corren con soldados y capitanes en su pueblo. Un hombre cabal que intenta inculcar sus valores a su hijo. Capaz de convertir la venganza en justicia y ser aplaudido por el rey que le nombra alcalde perpetuo. Un gran actor que el cine español se pierde, ¡lástima!



Para mí, esta versión resulta muy emocionante porque la defensa del honor está muy vinculada al sentimiento paterno de la protección de los hijos. No sólo de la hija violada, sino también de su hermano que busca venganza con la precipitación de la juventud y que tiene que ser contenido por las sabias palabras y por los sólidos hechos del padre. Nuria Gallardo es la hija y tampoco aparece mucho en el cine español, pero como actriz de teatro tiene una sólida carrera, especialmente interpretando a los clásicos.


En este año de conmemoración cervantina no estaría de más celebrar también a otros clásicos españoles. Y aunque no fuese año de conmemoraciones también.

  “Al rey la hacienda y la vida se le ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios”



Teatro Principal de Zaragoza 
del 18 al 27 de febrero 

Dirección: Helena Pimenta
Versión: Álvaro Tato 
Vestuario: Pedro Moreno 
Escenografía: Max Glaenzel
Iluminación: Juan Gómez Cornejo 
Coreografía: Nuria Castejón
Maestro de esgrima: Jesús Esperanza
Asesor de verso: Vicente Fuentes

Intérpretes: Carmelo Gómez, Joaquín Notario, Jesús Noguero, Clara Sanchís, David Lorente, Rafa Castejón, Álvaro de Juan 

Guitarra: Juan Carlos de Mulder
Cantante: Rita Barber 

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