El autor.-
Santiago Posteguillo creo que es el escritor más prestigioso
actualmente de novela histórica. Empezó escribiendo novela negra en su
juventud, pero se ha consagrado con dos trilogías ambientadas en la Roma
Clásica: una sobre Escipión el Africano y otra sobre los césares. También es
profesor de literatura inglesa en la Universidad y dirige un taller de
escritura creativa en Valencia. Ha recibido varios premios literarios y es un
autor ya consagrado. Obras: Africanus el
hijo del cónsul, Las legiones malditas y La traición de Roma; Los asesinos del
emperador y Circo Máximo.
Mi opinión.-
A pesar de que Posteguillo, como ya he comentado, es muy
conocido por sus novelas históricas, yo he elegido para comenzar a leerle este
pequeño ensayo dedicado a las curiosidades de algunos libros y de sus autores.
El autor no puede esconder que es profesor, lleva varios
años dedicado a la docencia y, aunque sus novelas son muy existosas, parece
que no tiene intención de abandonar de momento a sus alumnos. Por el contrario
con este tipo de libros que comento aquí hoy, creo que tiene intención (y muy
buena mano) para conseguir más lectores.
En un tono muy simple y ameno nos cuenta anécdotas, más o
menos alegres, sobre los escritores y sobre la autoría de algunos libros. Son
anécdotas bastante conocidas (a mí me lo parecen) y por la manera en que el
libro está escrito creo que va dirigido más a un público joven, con la
finalidad de “engancharles y perderlos definitivamente por los andurriales de
la literatura universal”. Y que se consigan nuevos lectores está muy bien.
Me he encontrado también historias que no conocía y que me han
sorprendido mucho. Está la de Mary Shelley, gran escritora y también viajera, aunque la mayor parte del público la conozca sólo por Frankenstein. Mary editó las obras de su marido y
también pasó mucho tiempo viajando por el sur de Europa. De ahí surgió el libro
Vidas de los más eminentes hombres de la
ciencia y la literatura de Italia, España y Portugal. También fue una
apasionada lectora de Don Quijote (aprendió
castellano para poder leerlo en su versión original) e incluso en Frankenstein rindió un pequeño homenaje
a Cervantes, recreando en su libro la Historia
del cautivo del Quijote, donde una musulmana ayuda escapar a un cristiano.
También incluye las sospechas sobre la autoría de las obras
de Shakespeare, atribuidas por algunos estudiosos a Christopher Marlowe. La vida
de Marlowe fue muy agitada. Fingió su propia muerte pero en realidad trabajaba
como espía para la corona inglesa, así que necesitaba a alguien que firmase sus
obras por él. El elegido sería Shakespeare. También la película Anonymous,
dirigida por Roland Emmerich en 2011 explora las dudas sobre la autoría de
alguna de sus obras. De cualquier manera, vivir como súbdito de la reina Isabel
I de Inglaterra podía resultar incómodo o peligroso si se tenía una cierta
conciencia crítica. Así no es de extrañar que los escritores, que utilizaban el
teatro como arma de crítica política, tuvieran que ocultarse bajo seudónimos, y
la vida de Marlowe ya era bastante convulsa. Raymond Chandler llamó a su
detective más famoso Philip Marlowe en su honor.
Marlowe y Shakespeare |
Otra historia que no conocía es la de Ángel Guimerá y Benito
Pérez Galdós. Ambos varias veces candidatos al Premio Nobel sin que, por distintas intrigas, ninguno de
los dos lo consiguiera. El Premio Nobel de Literatura fue entregado por primera
vez en 1901. A principios del siglo XX, comenzó a ser visible una tendencia literaria
para la recuperación de lenguas romances minoritarias como el occitano o el
catalán. Sin embargo, cuando la Academia Sueca eligió como candidato a Ángel
Guimerá (de quien no he leído nada) parece que el gobierno español ejerció la
suficiente presión para que no le fuera otorgado porque escribía en catalán. Así
en los años siguientes la Academia de Bellas Artes de Barcelona insistiría en
presentarle como candidato, mientras que la Real Academia Española propondría a
Menéndez Pelayo y Pérez Galdós. Como consecuencia de esta rivalidad (absurda)
ninguno de esos magníficos escritores consiguió nunca el Premio Nobel. Posteguillo
dice textualmente: La desunión
institucional y política propia de nuestro país hizo que sus oportunidades, es
decir, nuestras oportunidades, se perdieran. Una actitud muy inteligente
por parte de estas instituciones (sarcasmo), que parece que se repite ahora a
principios del siglo XXI.
Esto es sólo una muestra, hay muchas más historias. Un libro muy interesante que tiene continuación. En
La sangre de los libros, publicado en 2014, siguen las anécdotas y curiosidades sobre los libros y la
literatura.
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