La autora.-
Nació en Madrid en 1975. Es licenciada en Ciencias Físicas
por la Universidad Complutense de Madrid y trabaja en informática. Y además de
escritora, canta como soprano, toca el piano y el violonchelo. Ha publicado un
libro de relatos la Teoría del todo y
Horror vacui es su primera novela.
Mi opinión.-
“… lo que siempre ha
estado en juego, no es la vida. Es el teatro.” Hacia el final de la novela
esta frase es la clave. En ese juego de representaciones incluyo la
propia identidad. ¿Quiénes somos? Porque a veces somos uno y a veces no nos
parecemos en nada a ese que somos. Nuestro comportamiento depende de las
situaciones y depende de nuestros interlocutores. Somos todo ello, múltiples
conductas en diversas situaciones con compañeros diferentes. Sería demasiado
pobre que todo eso se considerase una sola identidad. Lo hicimos todo por ti, es la disculpa.
Isaac es un tatuador. No recuerda nada de su vida anterior a
los últimos 10 años. Tampoco tiene documentación, fotografías, domicilio,
familia o amigos que pudieran relacionarle con ese período de su vida. Sólo una
gran cicatriz en forma de sierra en la cabeza. Además de su amnesia, padece un
trastorno obsesivo compulsivo. Siente la imperiosa necesidad de contar
constantemente: las pestañas de la gente, las escamas de un pez, las farolas de
camino a su casa, los parpadeos de un fluorescente que funciona mal. Todo ello
son rutinas con las que trata liberarse de su ansiedad. Con esas rutinas de
conteo, dibujando y tatuando, ocupando todo su espacio con imágenes, trata de
liberarse de la ansiedad que le provoca el vacío de su memoria.
Este es el planteamiento de este thriller psicológico sobre
la identidad en un ambiente inquietante dominado por la lluvia, la desconfianza
y unos personajes tan estrafalarios como amenazadores. Llega un momento que no sabes realmente si el
protagonista está viviendo todo eso o es una alucinación de su mente
perturbada. Los autómatas, Antonia íntegramente vestida de rojo, Alois
íntegramente vestido de blanco, el ausente Maurice Cornelius.
Todo se centra en adivinar quién es Maurice Cornelius y
porqué encarga a Isaac que pinte sin dejar ni un punto blanco todas las paredes
de una habitación inmaculadamente blanca. Una habitación que había servido para
exhibir a los autómatas. La tensión va creciendo hasta las últimas páginas de
la novela que son para leerlas sin respiración. Del mismo modo que todo
comienza con un punto, todo termina con un fundido en negro. Cada paso para
descubrir el enigma es un punto con el que recomponer el dibujo de su pasado. La
transformación del vacío en una plenitud empieza con un punto, con una escama,
con un pez de trescientas cuarenta y cinco escamas. Este pez se transforma en
lagarto y el lagarto en un ave. En la transformación de la identidad Isaac
encontrará la clave de su vida pasada. La autora plasma esa transformación
perfectamente con una narrativa muy visual, muy concentrada en los colores y
que recuerda a los grabados de M.C. Escher, Maurits Cornelis Escher.
Esta primera novela me ha parecido muy arriesgada por lo
difícil de seguir al protagonista desde su propia cabeza, desde su propia
obsesión. A veces la trama decae un poco. Aparecen quizá demasiados personajes
que no aportan mucho y despistan; pero el ritmo de resolución sobre todo a
partir del último tercio del libro es desasosegante. Muy recomendable.
Horror Vacui
Paula Lapido
Ed. Salto de Página
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