jueves, 27 de octubre de 2016

Teatro: Reina Juana de Ernesto Caballero (2016)

Muchos críticos han dicho que Concha Velasco está inmensa en Reina Juana pero se quedan cortos. Concha Velasco representa a la reina Juana que tiene 76 años como ella y está a punto de morir. Pero no es sólo esa Juana. Es también la niña que visita a su abuela loca; es la adolescente temerosa de emprender un viaje por mar que cambiará su vida; es la joven recién casada, apasionada y con prisas para consumar su matrimonio con el Hermoso; y la anciana descreída humillada y abandonada por todos. 

Pasan los años (minutos en la representación) y es la mujer traicionada y amargada; es la reina a quien su propio marido adúltero le quita la dignidad y el trono; y es la viuda inconsolable que sospecha que su marido ha sido envenenado por Fernando el Católico y que vaga por toda Castilla buscando a quien la quiera escuchar. También es madre de varios hijos a los que apenas ve. Y abuela del rey, de Felipe II que amenaza con enviarla ante el Tribunal de la Inquisición temiendo que se haya convertido al luteranismo. Concha Velasco ha sido capaz de condensar toda esa experiencia vital y exponerla sin pudor en el teatro, ante el público que actúa de confesor de una moribunda más lúcida que nunca. 


La reina Juana murió el 12 de abril de 1555. En esa noche se sitúa la acción de la obra, la confesión de la reina ante el padre Francisco de Borja.


Las palabras de su confesión tienen vida. Las palabras hacen que los personajes más determinantes en la vida de Juana aparezcan en esa última noche. Madre, padre, hijos, emperador, rey, reina, los comuneros. Todos ellos acuden a su llamada para seguir importunándola. Al final Juana, que había vivido la mayor parte de su vida sola y recluida, únicamente acompañada por su última hija, muere rodeada de todos aquellos que no la entendieron, que la utilizaron para sus propios fines.


Juana fue la tercera hija de los Reyes Católicos y no estaba destinada a reinar. Se concertó su matrimonio con Felipe el Hermoso y tras la muerte de sus hermanos mayores fue declarada heredera. Isabel la Católica murió en 1504 y Felipe el Hermoso, el marido intruso, era lo suficientemente intrigante para quedarse con la corona y con el apoyo de la nobleza castellana conseguir que Fernando se retirase a su reino de Aragón. No le sirvió de mucho porque apenas unos meses después de ser proclamado rey, Felipe murió de fiebres. Juana creyó fervientemente que su padre le había envenenado.

Juana I de Castilla
A partir de ahí todo fueron conspiraciones e intrigas políticas para evitar que Juana reinase hasta que en 1509 Fernando el Católico dispuso que la encerrasen en Tordesillas hasta su muerte, por miedo a que los comuneros, contrarios al reinado de Carlos I y de toda su corte de funcionarios extranjeros, la reclamasen como legítima reina de Castilla. Si no estaba loca cuando la encerraron después de 46 años allí no extraña que sí lo estuviera. 



Director de escena: Gerardo Vera
Autor: Ernesto Caballero
Escenografía: Alejandro Andújar y Gerardo Vera
Iluminación: Juanjo Llorens
Vestuario: Alejandro Andújar
Videoescena: Álvaro Luna
Intérprete: Concha Velasco 

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