Es de agradecer que se trate de dar nuevos aires al cine
negro. Una de esos intentos debe ser sin duda, la creación de nuevos personajes
femeninos que no sean meras comparsas de las historietas de venganza de los
hombres y que se alejen del personaje estereotipado de mujer fatal que enamora
y mata a un cándido caballero.
Un ejemplo claro de esta renovación del género negro, aunque
en novela, es el excelente libro de Cristina Fallarás Las niñas perdidas del que ya hablé en otro post. En esa novela y
en esta película uno de los ejes fundamentales es la maternidad, un tema que
hasta ahora no había sido muy utilizado en el género.
Mar Targarona, la directora de esta película, tiene una
amplia experiencia en el campo de la producción cinematográfica (El orfanato o Los ojos de Julia) y también como directora de series de TV con la
magnífica Abuela de verano. Este es
su primer largometraje y he de decir que no ha recibido muy buenas críticas.
A mí me parece que los giros de guion, escrito por Oriol
Paulo, son creíbles, aunque sí es cierto que quiere abarcar demasiado y eso lastra la película. Al tocar
demasiados temas no profundiza en ninguno de ellos, pero sí que ofrece una
panorámica creíble de un cierto sector de nuestra sociedad. Estas pinceladas
sobre el abuso y la corrupción o sobre las relaciones entre hombres y mujeres o
una pequeña exposición sobre lo que es el triunfo son suficientes para delinear
el perfil de esta sociedad en la que el personaje de Blanca Portillo intenta
por todos los medios triunfar y parece que lo ha conseguido.
Blanca Portillo interpreta a Patricia de Lucas, una abogada
que se ha hecho a sí misma. En su círculo es una triunfadora. Casi sin
escrúpulos, defiende a cualquiera que le pueda pagar y tiene buenas relaciones
con quien le pueda ayudar, voluntariamente o no, en los momentos más delicados. Es
manipuladora y sabe manejarse en ambientes turbios. Se presenta siempre impecablemente
vestida de blanco y negro, femenina, fría y distante; de alguna manera es el reflejo del bien y el mal. Tiene un hijo sordo,
Víctor, que asiste a uno de los mejores colegios de Madrid, y por el cual haría lo que fuese. Fue madre soltera por elección y su hijo es lo único que parece conmoverla.
Cuando su hijo es víctima de una agresión brutal, Patricia
no dudará en movilizar todos sus contactos y poner en marcha todas sus
estrategias para averiguar lo que está pasando. Incluso por encima de la ley y
la policía. Evidentemente surgen las complicaciones y una de ellas es Raúl (José
Coronado), el padre involuntario de Víctor, un personaje que sabe moverse en
los bajos fondos y que tiene una cuenta pendiente con Patricia. Posiblemente la
combinación de José Coronado y Blanca Portillo como antagonistas con pasado
común esté ya demasiado vista; pero ambos actores son suficientemente solventes
para sacarla adelante, aunque el personaje de José Coronado, esta vez, es el
que más débilmente está perfilado.
Al final todos los personajes viven entretejidos en sus
propias mentiras. Trileros engañando a estafadores que engañan a embaucadores
que mienten a farsantes y todo ello delante de las narices de la policía y a pesar de su buen trabajo y además causando daños colaterales representados por Raquel, el personaje de Macarena Gómez. Pero dos cosas quedan suficientemente claras: qué no haría una madre para salvar a su hijo y cuánto tiempo dura el rencor de un hombre contra la mujer que le ha dejado.
No es cine negro trepidante pero tiene el mérito de presentar personajes femeninos que no responden a los arquetipos que los hombres habitualmente utilizan para el este género. Hay algo, sin embargo, que no salvaría, el diseño del cartel de la película. Me parece horroroso.
Directora: Mar Targarona
Guion: Oriol Paulo
Música: Marc Vaillo
Fotografía: Sergi Bartolí
Intérpretes: Blanca Portillo, José Coronado, Marc Doménech, Antonio Dechent, Andrés Herrera y Macarena Gómez.
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