La princesa prometida ya
fue un éxito durante su estreno en 1987 pero la verdad es que envejece bien y
cada vez se la ve mejor. Sigue manteniendo el encanto de los cuentos infantiles
ilustrados, de piratas, princesas y bosques encantados, pócimas, venganzas y
magia. Y es que traspasa la pantalla y nos sentimos como el niño enfermo (y muy
muy repelente porque ya está llegando a la preadolescencia) al que su abuelo le
está contando un cuento, hasta que los personajes salen de las páginas y ocupan
la realidad ficticia de una pantalla de cine.
Es una novela de William Goldman adaptada por él mismo al
cine y fue dirigida por Rob Reiner. La historia es muy simple. Un triángulo
amoroso en el que un vértice tira más que los otros dos; esto se combina con la
venganza de Iñigo Montoya por la muerte de su padre y un gigante para poner
fuerza en cualquier momento que haga falta.
En esta película perdonamos todo, no sé por qué. Perdonamos que
el castillo parezca una maqueta de Exin Castillos a punto de derrumbarse o que
las rocas sean de cartón piedra y menos consistentes que el papel de fumar. Perdonamos
incluso que la hermosa protagonista se llame Buttercup. ¿Quién querría llamarse
copa de mantequilla? Salimos de
nuestro error, en cuanto buscamos el significado de buttercup en el diccionario
inglés-español/español-inglés de la EGB, pero el resultado es peor… ¿quién
querría llamarse Ranúnculo? Tenemos
que seguir saliendo de errores pero esta vez buscando en Google (¡bendito sea!);
fácil y en un segundo encontramos imágenes de un ranúnculo. Esto es un
ranúnculo, hermoso, ¿no?
Ya podemos respirar tranquilos porque sabemos que la hermosa
campesina Ranúnculo, después de un casi matrimonio por el que se convierte en princesa, terminará casándose con su amor pirata. Aquel adolescente
que trabajaba en su casa y al cual no tenía ningún escrúpulo en torturar con su
insolencia, su arrogancia, su belleza y su amor.
Íñigo Montoya lleva toda su vida buscando al hombre que
asesinó a su padre y marcó su cara con la espada. Juró sobre la tumba de su
padre vengarle y desde entonces sólo ha querido encontrar al asesino y decirle:
“Soy Íñigo Montoya. Tú mataste a mi
padre. Prepárate a morir”. Toda una vida es mucho tiempo para buscar
venganza pero Íñigo es persistente y lo conseguirá. Lo que no sabe es que en
ese camino se encontrará con prodigios y aventuras que a veces tendrá que
tragar con un buen vaso de vino. No sé si en el año 2016 sería políticamente
correcto que un abuelo le leyese este cuento a su nieto. Se ve que en 1987 los
niños y las niñas teníamos una piel de elefante más gruesa.
Sin embargo, algo echábamos en falta cuando veíamos esta
película. Yo entonces no supe identificar qué era. Pero ahora que he vuelto a
verla ya no me cabe ninguna duda. Me faltaba Errol Flynn como Robin de los
Bosques, con el arco y las flechas, y aquel ridículo sombrero con una pluma, y
quizá también lady Marian. Así, por un momento, todos los héroes de la infancia
reunidos. Esto debería pasarnos a todos, por lo menos una vez en la vida.
Director: Rob Reiner
Guion: William Goldman
Música: Mark Knopfler
Fotografía: Adrian Biddle
Intérpretes: Robin Wright, Cary Elwes, Mandy Patinking, Chris Sarandon, André the Giant.
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