Esta película es una adaptación del cuento titulado Lady Macbeth de Mtsenk, escrito en 1865
por Nikolai Leskov y que ya había sido llevada al cine antes e incluso, se había
adaptado como ópera. No sé si sería muy correcto definirla así, pero entraría dentro
de las antiheroínas trágicas de la segunda mitad del siglo XIX. Malcasadas,
abusadas, consideradas como una simple mercancía y que, tarde o temprano,
tienen que dar rienda suelta a su frustración. Sin embargo, esta lady Macbeth tiene características diferenciadoras también.
Lo que diferencia a esta lady Macbeth del resto de antiheroínas
literarias del siglo XIX es que no vuelve su frustración contra sí misma. En pocas palabras
asesina sin misericordia a quien le molesta. Así como Ana Karenina o
Madame Bovary se suicidan por la presión social, esta lady Macbeth no se deja
achantar ni por su marido ni por su suegro ni por su amante ni por nadie.
Pero también hay otra diferencia importante. No se puede encontrar
ninguna justificación a su furia y acabas odiándola por el torrente de
desgracias que va dejando en su camino y entiendes perfectamente que su antiguo
amante, al verse también condenado por ella, la defina como una enfermedad que
es incapaz de dejar de padecer.
La película recibió el premio FIPRESCI en el último Festival
de Cine de San Sebastián, ha tardado en estrenarse pero al fin ha llegado. Es
una película austera, desprovista de todo artificio, sin concesiones amables para
el espectador. Sin música que suavice un poco la tragedia, la fotografía y el
color son la parte fundamental de una narración que utiliza poco las palabras. La
cámara fija encuadra bodegones en los que Katherine es una pieza más.
La trama se desarrolla en el ambiente asfixiante de la Inglaterra rural de la segunda
mitad del siglo XIX. La joven Katherine acaba de casarse con un hombre mayor
que ella que la humilla desde la misma noche de bodas, negándose a consumar el
matrimonio durante meses.
Nada sabemos de la vida anterior de Katherine, excepto que
le gusta pasear con su larga melena suelta al aire libre y sentir el frío de un paisaje duro y salvaje y de
un clima desapacible que contrastan con la seriedad lúgubre, la comodidad aparente y perfectamente
ordenada de su nuevo hogar. Encorsetada en elegantes vestidos, consume su vida
sentada en el sofá, ignorada por todos. Duerme y espera, asfixiada en una fría casa
y con una vida vacía y rutinaria. Conoce a Sebastian, un mozo de cuadra. Este palurdo, sucio, abusador y patán, es la chispa que enciende la pasión de
Katherine.
¿Por qué una dama elegante elegiría a un palurdo como
amante? En primer lugar, porque no hay otro candidato mejor y, en segundo
lugar, porque supone trasgredir doblemente los límites impuestos. Límites de la
moral, de la burguesía y del dinero. No sólo es una adúltera, sino que es una
adúltera con alguien muy inferior a ella. Hecho que todavía causará mucha más
vergüenza en su marido y su suegro.
Katherine, lady Macbeth, parecía al principio un ejemplo de
rebeldía feminista, pero se va mostrando como una complicada psicópata. A
medida que la tragedia se va desplegando, la fotografía se va haciendo más y más
oscura, como el alma de Katherine. Creo que no mostrar nada de la vida anterior
de Katherine ha sido una decisión consciente del director para evitar cualquier
tipo de empatía o de disculpa. Muy recomendable.
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