La Noche en blanco es
una iniciativa fantástica. Una oportunidad de visitar edificios que normalmente
no están disponibles para el público o de asistir a pequeños conciertos en
sitios especiales. Surgió hace unos años en Francia y ya se sabe que de Francia
sólo nos llegan cosas buenas (un poquito de ironía con un fondo de verdad).
Para mí es una tarde-noche para perderse en la ciudad. Sin pensar
mucho dónde se va a ir y esperando sorprenderse por lo que se encuentre. Así
que me cogí mi cámara de fotos nueva (con la que estoy encantada) y me fui paseando
al centro de la ciudad, para ver flores como ésta.
Mi primera intención fue ir al Patio de la Infanta. Había
una visita teatralizada y un concierto de órgano. Pero no pude entrar a ninguna
de las dos. Creo que Ibercaja no organizó bien este evento. Después de esperar
15 minutos (hubo gente que esperó mucho más) no hubo manera de poder entrar por
la afluencia de público y porque el público que estaba dentro no tenía muchas
ganas de salir. Muy mal para Ibercaja.
Así que mucho mejor seguir andando hasta llegar al Museo de
Zaragoza y aprovechar para fotografiar el Monumento a los Sitios de Agustín Querol. Aquí sí que me gustó mucho cómo estaba organizado. Hubo un concierto
con obras de Monteverdi, Purcell y otros autores barrocos que no reconocí.
Carles Dorodor (tiorba) y Ana Cristina Pimpinela (soprano) fueron los
intérpretes. Y estuvieron muy bien. Después hubo otro pequeño concierto con
obras de Boccherini, talleres para niños y también una actuación de Tranvía Teatro,
pero no pude quedarme más tiempo.
Además aproveché también para dar una vueltecilla por una
exposición muy interesante, sobre todo si se va con niños. 16 personajes que maravillan y … Miguel de Cervantes. Imágenes y
palabras que invitan a la lectura. Pastoras y sultanas, criados y señores, los
duques que martirizaron al Quijote y Clavileño. Interesante y divertida.
Siguiendo mi recorrido me pasé también por el Paraninfo. Había
visitas guiadas al edificio y a las exposiciones temporales de las que ya hablé
en otro post. Aproveché para entrar en el Museo de Ciencias Naturales de la UZ.
Está en el sótano del Paraninfo. Y resultó también muy interesante como
divulgación del patrimonio relacionado con la ciencia y por la combinación de
un museo de ciencias del siglo XIX, con sus animales disecados, y una puesta en
escena más acorde con el siglo XXI y una importante labor didáctica y de
entretenimiento para los niños. Habían muchos críos y se lo pasaban pipa. Les encantaban
las urnas con insectos y mariposas, una vitrina gigantesca con pobres pájaros
disecados y demás animales.
Supongo que si hoy tuviera que diseñarse un museo de
ciencias naturales no se haría a costa de estos animales disecados. Pero es importante recordar las cosas que no se deben hacer haciendo
posible que se sigan viendo, eso sí, de otra manera. Ahora no tendría sentido tampoco
tirar los animales disecados a la basura. Así que es mejor que sigan teniendo
su uso visible, aunque manifestando claramente que eso ya no se debe hacer.
La última exposición que visité me sorprendió más. Estaba en
el Palacio de la Capitanía General de Aragón y era la Historia
de los Símbolos de España: su origen y evolución. Me sorprendió porque
nunca había estado en el edificio de Capitanía y porque, entre las enseñas, banderas
y estandartes de verdad expuestos, había muñecos de playmobil uniformados y en
distintas caracterizaciones que desfilaban también. Estaban todas las banderas
que desde 1841 son símbolo de nuestro país, nuestro estado o nuestra comunidad
de vida, como se le quiera llamar. Y emocionaba que entre tantas, rojigualdas,
estuviera también la bandera republicana y la bandera de las Cortes de Cádiz (¿por qué tiene bordada una cabeza de toro?). Después de años de una democracia
que, a veces creemos que no está consolidada, todavía me resulta chocante que
en un edificio militar se deje aunque sea un mínimo espacio a la bandera
republicana.
Había muchas más sedes y muchos más espectáculos, pero yo
llegué rendida a casa. A esperar la Noche
en blanco de 2018.
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