Las novelas y el cine policíacos tienen dos funciones
principales. Por una parte, o son una crítica costumbrista de la sociedad y sus
cloacas o se embarcan en la deriva emocional de sus personajes. Lo malo es que,
últimamente, las derivas emocionales de los personajes anegan la trama policial
que queda como un simple residuo, un paisaje donde los personajes pasean sus
frustraciones. No es que esté bien o mal, es que desvirtúa un poco la función
de la trama policial. Para mí, todos esos naufragios emocionales deberían estar en un
segundo plano.
La pareja policial de la película responde al clásico de
poli bueno-poli malo. El poli bueno, el contrapunto de la inspectora Carmen
Cobo (Maribel Verdú), es Eva González (Aura Garrido que repite un papel muy
parecido en El silencio de la ciudad
blanca). Es más joven, equilibrada, con una vida emocional estable, una
pareja y dos hijos y todavía algo de inocencia. Todo esto no la hace más
ineficaz todo lo contrario. Al final será la que desentrañe los misteriosos
asesinatos.
La película resulta entretenida. Sin embargo, si se hubieran
potenciado las razones de los asesinatos se hubiera abierto una ventana muy
interesante sobre el comercio ilegal de obras de arte o sobre los privilegios,
que nunca perderán, de las clases altas. Por una vez, el asesino psicópata no
se ceba con indefensas mujeres de clase baja que trabajan la calle y eso
debería haber bastado para relacionar la espectacular y sofisticada puesta en
escena de los crímenes, reproduciendo los Caprichos
de Goya, con un móvil mucho más crematístico.
De todas maneras, lo primero que pensé al terminar de ver
esta película es que a la guionista, a mitad de la escritura del guion, le
habían dicho que los policías protagonistas iban a ser dos mujeres, en lugar de
dos hombres. Visto así, se adaptó el guion que ya tenía escrito y se incluyó
una trama de embarazo no deseado para darle un mayor dramatismo.
Supongo que no habrá sido así, pero lo parece. Si por algo
destaca el personaje interpretado por Maribel Verdú es por su masculinidad. Y
es que no es que resulte ser un sagaz investigador curtido en mil batallas sino
que es la que más bebe, la que más fuma, la que más folla, la que más jura, la
más borde, la que no tiene vida aparte del trabajo, etc. etc. etc. Todo un cliché
de hombre brutalmente palurdo y analfabeto emocional.
Yo me niego a creer que existan mujeres así y si existen,
ojalá que sean pocas porque para repetir roles absurdos de hombres desbordados por su masculinidad mal entendida ya
están los hombres. Me niego a creer que después de una jornada laboral en las
cloacas, una mujer sólo pueda abrir una botella de vino blanco, caliente y barato, que acaba de comprar en el súper y ponerse a ver fotos de un amante
intermitente que ahora viene y ahora se va. Espero que una mujer, sobre todo si
tiene más de 45 años, sepa gestionar bien su vida emocional y buscarse amantes
más satisfactorios y una buena copa de vino blanco. Fresquito.
Dirección: Gerardo Herrero
Guion: Ángela Armero
Música: Vanessa Garde
Fotografía: David Omedes
Intérpretes: Maribel Verdú, Aura Garrido, Daniel Grao, Antonio Velázquez, Roberto Álamo.
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