Los autores.-
Marta Sanz es doctora en Literatura Contemporánea.
Cincuentañera o casi. Finalista y ganadora de varios premios literarios, entre
ellos el Premio Ojo Crítico de Narrativa en 2001. Otras novelas suyas son: Black, black, black, Daniela Astor y la caja negra, La lección de anatomía. Recientemente ha publicado también un
ensayo titulado Monstruas y Centauras.
Fernando Vicente es un pintor e ilustrador ya consagrado, de
formación autodidacta. Empezó a trabajar durante la Movida madrileña en la revista La
luna de Madrid. Sigue trabajando en prensa diaria y revistas, también ha
diseñado portadas de discos y libros. Ha realizado varias exposiciones y
editado clásicos ilustrados, especialmente Cumbres
borrascosas, Drácula o Peter Pan. Otras ilustraciones suyas: Las dos orillas de Alejandro Palomas, Alicia a través del espejo de Lewis
Carroll.
Mi opinión.-
Nada hay mejor que el sentido del humor, ácido e irónico, negro
y macabro, para enfrentarse a una desgracia. Este libro son dos cuentos que
tienen como escenario un barrio del Madrid de la gentrificación, Malasaña ha
servido de inspiración, y como contexto, la repercusión que la crisis de 2008
ha tenido en algunos de sus vecinos. No sé si tenemos derecho a quejarnos de la gentrificación porque hace unos años nos parecía una maravilla que los barrios se renovasen. Recuerdo también que, la primera vez que estuve en Marrakech, ya se quejaban de que los turistas
españoles podían alquilar y comprar casas en la medina por un precio muy
superior al que los mismos habitantes de la ciudad se podían permitir
generando, de esta manera, la expulsión de los marrakechíes del centro.
Es esto mismo lo que está pasando ahora en Madrid y otras
ciudades españolas y del resto de Europa aunque, quizá, lo preocupante sea que
se produce con una mayor intensidad. Quizá sea éste el problema, la intensidad
con la que se produce la gentrificación: tanta afluencia de gente nueva, en un espacio
reducido suena a amenaza de cambio no querido. En cualquier caso, es
interesante reflexionar sobre cualquier asunto que nos afecte. Eso es lo que hace Marta Sanz y no se puede negar que lo
hace con mucho sentido del humor, macabro sentido del humor; en cierto sentido, me recuerda a la fina
ironía utilizada por Ana María Matute en su cuento, El verdadero final de la Bella Durmiente.
Pero también habla de otras cosas y entre ellas de la sororidad entre mujeres prácticamente desconocidas, aunque hayan vivido en el mismo edificio durante años. En Extraños en un tren
(versión amarilla), la autora nos pone al corriente de las angustias de dos
sexagenarias. Una de ellas, Ana María, ha tenido que volver a compartir piso
con su hijo, un tragaldabas, una carga muy difícil de sobrellevar. La
otra, Matilde, tiene como única compañía a Felipe IV, su perro, hasta que éste enferma fatalmente. Marta Sanz
desgrana en paralelo la vida de estas dos mujeres y los lazos que sus respectivas desgracias tejen entre ellas. El final, como ella
misma escribe, es para alegrarse o echarse a temblar. Que el lector elija.
En Jaboncillos Dos de
mayo, el protagonista es un anticuario-chamarilero y el ambiente en el que se
desarrolla es el terror y lo macabro. Una historia de amor, una desaparición y
el terror y lo macabro encarnado en jóvenes hípsters, probablemente veganos que, amablemente, ofrecen cupcakes a sus vecinos, y van vestidos a la última moda de Londres o Nueva York. Los cupcakes como metáfora, como duplicación mefistofélica y reverso tenebroso de las magdalenas de toda la vida. Esas magdalenas que antes valían 0,50 euros y que ahora, rebautizadas como cupcakes cuestan 3.
Me han gustado mucho las ilustraciones. En el primer cuento,
Vicente divide el espacio diagonalmente, inspirándose en las películas y series de TV de Alfred Hitchcock, para incluir las imágenes más significativas en la
vida de las dos ancianas: los frigoríficos, las pastillas, los buzones, la vida
cotidiana que pueden perder; e incluso, las sienta en el vagón de un tren para
que tomen el té. Es deliciosamente perverso. En el segundo, el autor se ha inspirado en los
comercios genuinos que todavía quedan por el barrio de Malasaña.
Los cambios generan incertidumbre y miedo, pero resistirse a
ellos, especialmente si son de tal intensidad, puede generar todavía un mayor
estrés; así que yo creo que encararlos con humor es lo mejor que puede hacerse.
Este libro es la primera colaboración, esperemos que no sea la última, entre
Marta Sanz y Fernando Vicente. Una edición preciosa de Páginas de Espuma que todavía queda más bonita con una original dedicatoria para mí y sólo para mí. Muy recomendable.
RetabloMarta Sanz y Fernando Vicente.
Ed. Páginas de Espuma
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