John J. Mearsheimer es catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Chicago. Como teórico de relaciones internacionales se le adscribe a la escuela neorrealista, estudiando la teoría del realismo ofensivo según la cual, las grandes potencias actuarían para obtener no sólo ciertas cotas de poder sino la hegemonía regional, a expensas de los otros y dirigida a maximizar su seguridad, en un competitivo y anárquico sistema de relaciones internacionales. Otras obras suyas: The Tragedy of Great Powers Politics, Why Leaders Lie: The Truth About Lying in International Politics.
Stephen M. Walt es también catedrático de Asuntos
Internacionales en la Universidad de Harvad. Ha desarrollado la Teoría del Equilibrio
de Amenazas según la cual el comportamiento de una potencia está influido por
la percepción de amenazas emitidas por otros estados, estableciendo cuatro
criterios para evaluar la amenaza que presenta un país para otro: capacidades
económicas, proximidad geográfica, capacidades ofensivas y sus intenciones
ofensivas. Otras obras suyas: Revolution
and War, The Origins of Alliances.
Los argumentos tradicionales sobre la importancia de Israel para la política de Estados Unidos han ido desde considerarle como muro de contención respecto a la influencia de la Unión Soviética en Oriente Próximo hasta los más recientes según los cuales sería un estado clave para la lucha contraterrorista y los estados canallas; incluyendo el argumento moral de considerar a Israel como la única democracia amiga, solitaria y acosada en Oriente Próximo y la creación en el imaginario estadounidense del pueblo árabe como malvado, sucio y retrasado.
Así que si todos los argumentos a favor del apoyo a Israel fallan y, sin embargo, Estados Unidos sigue prestando su apoyo es que algo más debe de haber. Un apoyo de gran magnitud y, sobre todo, caracterizado por su incondicionalidad. Ese “algo más” es el trabajo de miles de organizaciones, dentro de Estados Unidos, que constituyen el lobby israelí. No es que estas organizaciones estén perfectamente coordinadas sino que coinciden en su objetivo: orientar la política exterior estadounidense en beneficio de Israel. Son organizaciones capaces de conseguir una gran movilización de la opinión pública a favor de Israel, llegado el caso y también de prohibir las críticas a la política israelí. Es difícil de entender su poder, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los votantes estadounidenses judíos se definen como votantes demócratas mientras que las organizaciones del lobby israelí están más próximas a los neocon, los políticos republicanos más conservadores e incluso a los sionistas cristianos partidarios de la teología del dispensacionalismo. Uno de cuyos puntos fundacionales es el retorno del pueblo judío a Palestina.
¿Dónde radica, pues, el éxito de estas prácticas lobistas? Parte de su eficacia se fundamenta en el especial sistema político estadounidense, de fácil acceso a los congresistas y senadores por parte de estas organizaciones y también de la financiación de sus campañas políticas. De manera que consiguen influir significativamente en los procesos políticos de toma de decisiones. Pero también consiguen dar forma al discurso público de manera que sea siempre favorable a Israel y esto se produce por su acceso a los medios de comunicación y redes sociales y también a las universidades y think tanks.
Para los autores, todo esto se hace de manera perfectamente legal pero también pueden utilizarse prácticas intimidatorias e incluso calumniadoras para quienes sean críticos con los intereses de Israel. Identifican cualquier crítica a la política israelí, lo que podría considerarse como antisionismo, con el antisemitismo que fue la base del Holocausto, para crear verdaderos ambientes de boicot y autocensura en los medios y universidades.
En fin, este libro puede ser también un manual de cómo operan todos los lobbies y podría aplicarse también a la actuación internacional del independentismo catalán o, incluso y más recientemente, a la presión ejercida por el lobby trans frente a las feministas críticas. En cualquier caso, es una lectura imprescindible para tratar de entender el enquistamiento del conflicto en Oriente Próximo.
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