En cualquier caso, lo que sí tengo muy claro es que estoy un poco aburrida de quienes consideran que los españoles debemos todavía que pagar por las fechorías cometidas hace siglos. Ya imagino que sabéis. Estas cosas de pedir perdón por la colonización, la evangelización, el genocidio cultural y humano y todo ese, en realidad, folclore que sólo sirve para descargar conciencias y seguir abusando de esta población.
Sin embargo, tampoco soy de las que reivindican el Imperio con nostalgia o con orgullo. Sí que estoy segura de que fue una época fundamental para todo el mundo, porque cambió su configuración, el equilibrio de fuerzas y toda la geopolítica de aquel tiempo y las relaciones entre estados. Tal como se dice en este documental fue la primera globalización.
Así que, tirando por la calle del medio, lo que más me interesa de este hecho es dejar atrás leyendas negras, fobias y orgullos y tratar de encontrar la manera de analizarlo en sus enormes y muy variadas dimensiones científicas, sociológicas, demográficas o tecnológicas. Todo aquello que quede alejado de una visión puramente política y de ejercicio de poder sobre otros; una visión que no pretenda alardear de pasado glorioso ni tampoco seguir explotando el complejo de culpabilidad. Este documental todavía no llega a esa visión puramente científica pero se va acercando dejando atrás fobias y orgullos.
De todas maneras, no sé si hubiese sido más funcional que en este documental se siguieran exponiendo, para desmontarlas definitivamente, estas otras dos visiones más tradicionales; una ligada a la extrema izquierda y otra a la extrema derecha. No ha sido así y el director ha optado por criticar la leyenda negra utilizando para ello buenos argumentos y colaboradores de prestigio. Joseph Pérez fue uno de los primeros intelectuales que abordó el desmontaje de los prejuicios que rodean a la leyenda negra. Lamentablemente murió no hace mucho tiempo, si no seguro que hubiese estado en este documental. En su libro La leyenda negra, publicado en 2009, él creía que esta leyenda estaba definitivamente superada. Pero parece que no es así y, en momentos de crisis o conflictos políticos, “alguienes” están interesados en hacerla resurgir. Quién sabe si la tradicional “protección” de Bélgica a los etarras o, ahora mismo, al independentismo catalanazi no será uno de esos rebrotes de la leyenda negra.
En definitiva en un momento determinado todos los imperios se ganan su leyenda negra y merecidamente. Pero lo que no se puede hacer es descontextualizar las brutalidades y utilizarlas eternamente, siempre por motivos de conveniencia política, contra el “enemigo”, asumiendo que nunca será capaz de cambiar y de actuar de otra manera. Es un determinismo vomitivo y que inspiraba los presupuestos más profundamente nazis. Además, esos momentos de máxima expansión brutal de los imperios siempre coinciden con momentos de esplendor cultural, científico, artístico, literario e intelectual de los que todos nos sentimos orgullosos.
España no buscaba un nuevo continente para conquistar, colonizar y evangelizar. Se lo encontró, casi casi por casualidad y no supo o no pudo hacerlo mejor. No se trata de disculpar. Se trata de poner en claro que nadie había estudiado en la universidad cómo colonizar sin destruir y que, si enfrentarse, durante todo el siglo XIX, en diferentes guerras y conflictos a los deseos de independencia de esos pueblos (en realidad de los políticos de origen criollo de esos pueblos) y no saber resolverlos por otras vías es reprobable, sin ninguna duda, peor es involucrarse en lo mismo en la segunda mitad del siglo XX, como hicieron otras potencias coloniales. Y que si, con toda justicia, es moralmente censurable expulsar de su país a una minoría de población que no comparte la religión mayoritaria durante los siglos XV, XVI y XVII, mucho peor debería ser hacerlo en el siglo XX.
A veces parece que lo que se le reprocha a España es haber hecho las cosas primero, cuando no había experiencias de otros modos de hacerlo. Y así se paga la imprudencia. Documental muy recomendable.
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