Es la obra que se estrenó en Mérida el verano pasado y que en Diciembre ha llegado a Madrid. Medea es la bruja cruel que asesina a sus hijos. En esta versión Vicente Molina Foix recrea la historia apoyándose en los textos de Eurípides, Séneca y Apolonio de Rodas, dando lugar a una visión más intimista de la tragedia. Y es, además, compasivo con Medea. Una compasión que demuestran la corifea y su nodriza que en un momento determinado dice de todo lo que en esta tierra tiene cuerpo y pensamiento nosotras, las mujeres, somos las más desdichadas.
El personaje de la nodriza ha sido creado para esta obra. Me
ha sorprendido mucho esta actriz que no conocía, Consuelo Trujillo. Mucho más
joven que el personaje al que interpreta, consigue construirse un cuerpo,
recrear los movimientos y utilizar la voz de una anciana que nos cuenta la
historia anterior: cómo Jasón y Medea se conocen en la conquista del vellocino de oro. Un
relato hecho desde el amor incondicional hacia Medea y que va anunciando la
tragedia que llegará por la deslealtad de Jasón.
Es difícil entender a Medea,
esta mujer que sufre esta furia incontenible que le impulsa a matar a sus hijos,
desde el momento que Jasón la traiciona para casarse con la hija del rey de
Corinto y poder acceder al trono. Todo lo que fue amor es convertido en odio
por la traición. Al final de la obra no simpatizas con Medea porque su
comportamiento ha sido monstruoso, pero la conmovedora interpretación de Ana
Belén (que al final de la representación estaba verdaderamente emocionada) sí
que hace que la comprendas, que entiendas su desgarro. Una vez que lo ha dado
todo por un hombre y que no puede volver atrás no es de extrañar que se afane
en tal venganza.
Medea, princesa y bruja que
no ha conocido el amor, se dejó seducir por Jasón abandonando su reino. Medea
es una mujer que no pertenece al tiempo de los hombres, pertenece al mundo
oscuro de lo instintivo, lo no racional. Desafía las claras leyes de los
varones. Primero se escapa de su hogar desobedeciendo a su padre para casarse
con un extranjero a quien ayuda a conseguir el vellocino de oro; después no
acepta el abandono de ese marido desleal y decide vengarse del hombre matando a
sus propios hijos. Vive el conflicto entre el instinto y la razón.
Esta ha sido la
interpretación que yo he conocido siempre. Pero buscando un poco más en los
mitos, he encontrado que no es la primera vez que Medea mata, aunque en la obra no se
diga. Medea quiere huir con Jasón, pero su padre se opone. No obstante consigue
escapar y para facilitarse la huida no se le ocurre otra cosa que secuestrar a
su hermano pequeño y hacerlo pedazos que después tira por la borda para que su
padre se entretenga recogiendo los trozos de su amado hijo. Después, ya
traicionada por Jasón, intenta retenerle matando a Creusa, su nueva prometida.
Hemos pensado siempre que Medea mata por venganza hacia Jasón. Pero ¿y si, en
realidad, sólo le gustaba matar a todo aquel que se opusiera a sus planes? ¿y
si sólo fuese una psicópata obsesiva? A partir de ahora me quedarán las dudas
sobre Medea.
De todas maneras ya hace siglos que es un clásico y todos
los clásicos tienen infinitas lecturas. Lo que yo puedo decir, después de ver
esta versión dirigida por José Carlos Plaza, es que la Medea de Ana Belén sufre
y se puede sentir compasión (aunque no disculpa) por ella.
Dirección: José Carlos Plaza
Texto: Vicente Molina Foix
Escenografía: Francisco Leal
Vestuario: Pedro Moreno
Música: Mariano Díaz
Iluminación: Toño Camacho
Intérpretes: Ana Belén, Consuelo Trujillo, Adolfo Fernández
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