El autor.-
Nació en Egipto en 1931 aunque actualmente vive en Dakar
(Senegal). Es un pensador y economista neomarxista aunque él rechaza esa
clasificación. Como seguidor de la Teoría de la Dependencia, piensa que todos
los males, subdesarrollo y precariedad existente en los países del sur se deben
a su dependencia de las exmetrópolis coloniales. Es también crítico de la
globalización neoliberal. Otras obras suyas son: El socialismo en el siglo XXI, La crisis. Salir de la crisis del
capitalismo o salir del capitalismo en crisis y Más allá del capitalismo senil.
Mi opinión.-
Desde luego la respuesta a la pregunta propuesta por Samir
Amin es que sí. Las revoluciones árabes tienen futuro. Pero tirando de sarcasmo
diríamos que tienen un futuro muy negro.
El autor parte de una base clara. El capitalismo neoliberal,
es decir, la alianza entre Estados Unidos-Europa-Japón, sigue manteniendo
geoestrategias poscoloniales que impiden el desarrollo de los pueblos del sur.
Sigue teniendo el poder de los medios de comunicación para difundir su ideología
hasta llegar a la toxicidad e impone/destituye gobiernos con la misma facilidad
que hace unos años. Puede hacerlo porque para un público poco formado en
ciencia política, como es el público occidental mayoritario, la celebración de
elecciones más o menos limpias con una cierta posibilidad de pluripartidismo,
es suficiente para definir a un gobierno como democrático.
Pero, en nuestro objetivo por dotar de un mayor contenido a la democracia, es importante que consideremos que, tanto en Oriente como
en Occidente, asistimos al mismo proceso:
- Precariedad laboral como consecuencia de las políticas neoliberales.
- Despolitización de la sociedad civil como consecuencia de un cierto grado de despotismo o de adoctrinamiento.
- Involución de los sistemas educativos y resurgimiento de una tradición religiosa retrógrada y excluyente.
Todos los ciudadanos nos sentimos atrapados dentro de estos
procesos “democráticos de baja calidad” que, en realidad, dejan poco espacio para
la sociedad civil. Pero además en los países orientales todavía colean las
consecuencias del colonialismo más reciente. Ahora bien, entiendo que la mayoría de países de Oriente Próximo son creaciones occidentales que
apenas tienen un siglo, pero aunque no soy historiadora, me gustaría tener
tiempo para constatar si ese diseño colonial occidental se superpuso al de otra
potencia colonial (el Imperio Otomano) que a su vez se había superpuesto al diseño de
otra potencia colonial (el Imperio Romano). De esta manera, parece que se asiste a una repetición constante, una tendencia de los pueblos a dejarse colonizar sin mostrar una
verdadera rebeldía. No me gustaría caer en el fatalismo ecológico, o en la anomia de la que hablaba Durkheim . Sin embargo, parece desde este punto de vista que Samir Amín no está
dispuesto a hacer una autocrítica respecto a la propia responsabilidad de los
países árabes en su destino. Y parece que estén condicionados a padecer un mal
eterno, consecuencia directa del poscolonialismo y de una dilatada experiencia
en políticas clientelares y en economía de supervivencia. Lumpendesarrollo.
Samir Amín habla de revivir el espíritu de Bandung. En 1955,
se reunieron en Bandung (Indonesia) una mayoría de estados asiáticos y
africanos que acababan de independizarse y basándose en colaboración
socio-económica articularon el Movimiento
de Países No Alineados para distanciarse tanto del bloque soviético como de
Estados Unidos-Europa; sin embargo todos estos buenos propósitos de desarrollo
se diluyeron en pseudodemocracias y en repúblicas hereditarias que encubrían a
dictaduras más o menos sanguinarias y las más de las veces completamente
deudoras de la intervención de las grandes potencias. Ahora esta reconstrucción
de Bandung debería abandonar el liberalismo económico, aunque para ello debiera
entrar en claro conflicto respecto a la globalización. Para ello, Amín anima a
negociar con China y con los BRICs y reconstruir
un frente del Sur.
Pocos detalles da de cómo debería ser este frente del Sur y
escasas referencias también a la reivindicación y participación de las mujeres
en el mismo. Sólo al final de este breve libro, en la página 72, y refiriéndose
a Túnez, menciona la valentía e independencia de las mujeres tunecinas,
educadas bajo el régimen de Burguiba, para decir que estas organizaciones de
mujeres (que deberían de ser ejemplo) no son visibles en el resto de países
árabes.
En fin, no es un libro muy optimista respecto al resultado
de las revoluciones árabes; pero es un hecho incontestable que algo ha empezado
a moverse, en Oriente y en Occidente también. En España otras formaciones, que
quieren alejarse del modo tradicional de hacer política, han entrado ya en los
ayuntamientos, en los parlamentos autonómicos y en el parlamento central. Veremos el balance de su
actuación dentro de un tiempo.
¿Tienen futuro las Revoluciones árabes?
Samir Amin
Traducción: Julia Calzadilla
Ed. El viejo topo
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