Respecto al cine, me sorprenden dos cosas de los británicos.
La primera es la cantidad de adaptaciones de libros infantiles y juveniles que
hacen (lo cual quiere decir que, desde hace al menos un siglo, se toman muy en
serio la literatura infantil y juvenil y tienen material abundante para las
adaptaciones) y la cantidad de veces que han llevado al cine y a la televisión
a autoras como Jane Austen y Emily Brönte (y que no me cabe ninguna duda, y será
para el bien de todos, que seguirán adaptándolas hasta el fin de los tiempos).
Hoy es la adaptación de Lady Susan, una novela epistolar
escrita entre 1793 y 1794 por Jane Austen, que comparte argumento y estructura
con el resto de las novelas de esta autora, muy preocupada por la desprotección
que las mujeres de su clase sufrían en cuanto moría el padre o marido encargado
de proveerles sustento.
Lo fundamental de Jane Austen, en esta novela corta, es la fina ironía y el sentido
del humor con los que disecciona las estrategias, sentimientos, comportamientos
y deseos de los hombres y mujeres de finales del siglo XVIII, en la campiña
inglesa. Describe un mapa detallado de las convenciones y costumbres de la
época y también de cómo saltárselos sin perder la compostura.
Algunos críticos califican la novela como trepidante y es
difícil teniendo en cuenta que los personajes de la novela se relacionan sólo por carta,
pero en la película sí que podemos asistir a todo el arsenal de tácticas,
trampas, estrategias, manipulaciones, engaños y trapacerías que Lady Susan se
ve obligada a desplegar para poder “colocar” a su hija adolescente y para
procurarse para ella misma una vejez tranquila puesto que solamente es una viuda sin fortuna de más de 30 años. Todo ello con ironía, sutileza
y buen humor británicos.
Pues eso, lady Susan sólo tiene como patrimonio una hija adolescente, algunos familiares y amigos bien situados y un amante que la adora y está casado. Así que necesita encontrar un marido adecuado para su hija y que de paso asegure el bienestar de su suegra (ella misma) para que pueda seguir su historia de amor adúltero. El problema es que la hija tiene su propio criterio y no quiere casarse con un rico muy muy muy tonto, porque además de que el rico es muy muy muy tonto, ella (la hija) está enamorada de otro. Así que lady Susan se propone seducir al enamorado de su hija, cosa que logrará sin ningún problema, aunque el destino, caprichoso e incontrolable, presente sus propias exigencias y al final lady Susan acabe casándose con el rico muy muy muy tonto y manteniendo a su amante y su hija consiga un matrimonio feliz con su enamorado, a fuerza de olvidar que ha estado a punto de serle infiel con su futura suegra.
Lo que para unos es una mujer caprichosa y amoral para otros
puede ser una mujer superviviente en un mundo excluyente. No voy a decir que no
importa la calificación moral, pero hay que ver también la frescura y falta de
escrúpulos de lady Susan con una cierta distancia y como si se tratase de una maestra ante su
partida de ajedrez definitiva, donde la estrategia lo es todo.
Esta película recuerda de alguna manera a las Amistades Peligrosas de Stephen Frears, basada en la novela de Choderlos
de Laclos, pero sin el aura de
tragedia que se intuye en ésta desde el primer momento.
Sorprende también ver cómo la burguesía y los pequeños
aristócratas rurales ingleses vivían tan tranquilamente cuando Europa y
especialmente Francia estaban en llamas, y tenían como pasatiempo tejer amoríos casi
adolescentes con constantes triquiñuelas. Debían pensar que su insularidad les
protegería de todo y en cierto modo así era. Quizá el Brexit sea más de lo mismo.
Dirección y Guion: Whit Stillman (novela de Jane Austen)
Música: Mark Suozzo
Fotografía: Richard van Oosterhout
Intérpretes: Kate Beckinsale, Chlöe Sevigny, Xavier Samuel, Stephen Fry, Emma Greenwell
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