Cuando el 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia,
tanto Reino Unido como Francia le declararon inmediatamente la guerra. Sin
embargo, durante meses apenas plantearon batalla y Alemania siguió avanzando
por Europa. Es lo que se llamó drôle de guèrre
o guerra de broma. No sé si no tenían muchas ganas de luchar o si subestimaron
al enemigo el caso es que para mayo de 1940, Alemania ya dominaba todo el
centro de Europa, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Francia, y también
Noruega y Dinamarca. En apenas seis meses habían llegado hasta la costa del Mar
del Norte y veían desde allí la costa británica.
Las tropas aliadas, la mayoría de ellas británicos de la
Fuerza Expedicionaria, por falta de previsión o porque el enemigo era muy
superior quedaron, así, bloqueadas entre la artillería alemana y el mar, con
pocas posibilidades de ser evacuadas, especialmente teniendo en cuenta que, en
esa situación de bloqueo, los alemanes aprovechaban para bombardearles sin
descanso. Eran 400.000 hombres desprotegidos que querían sobrevivir, mientras
en su país los políticos se planteaban firmar una paz deshonrosa con Hitler.
La Armada Británica preparó sus barcos para iniciar la
evacuación, pero el problema fue que el puerto de Dunkerque estaba destrozado y
los barcos de gran calado no podían acercarse. Así que, los soldados debían ser
transportados en pequeños barcos hasta los barcos más grandes. Evacuar unos
pocos soldados cada vez, al mismo tiempo que los alemanes les seguían
bombardeando, era la única solución viable.
De manera que, incluso, tuvieron que recurrir a confiscar pequeñas
embarcaciones pesqueras y también de recreo, de manera que involucraron a
civiles en el rescate de esos soldados. Se llamó el Milagro de Dunquerke. Se había previsto evacuar a cincuenta mil
soldados y al final pudieron salvarse más de trescientos mil. No sería milagroso
si nos convenciéramos de que pequeños esfuerzos sumados son más fuertes que un gran
esfuerzo.
En este escenario, sitúa Christopher Nolan su película. Una
gran película sobre altruismo y egoísmo o sobre cooperación y supervivencia
que, según algunos críticos, ganará en los Óscar todo lo ganable. Pero que, al
mismo tiempo, también ha sido criticada por la prensa francesa, por no
visibilizar la cooperación de Francia en la evacuación. Espero que los
franceses hagan su propia película.
Vemos la acción desde tres puntos de vista, por tierra, mar
y aire y también desde tres tiempos diferentes y a través de tres grupos de
tres personajes principales cada uno. Tendría que dominar más la filmografía de
Nolan para poder dar una explicación a esta preeminencia del número tres que ha
sido reseñada por los críticos. Tres soldados, tres pilotos y tres civiles son
los encargados de poner el elemento humano en la película, aunque tomados individualmente
poco sabemos de ellos, apenas su nombre y nada de su historia pasada, ni mucho
menos de su futuro después de la evacuación. Únicamente asistimos con cierto
sobrecogimiento a sus intentos desesperados de sobrevivir, algunos un poco más
turbios que otros pero todos comprensibles.
Así que podemos considerar que el protagonista absoluto es
un personaje colectivo, el pueblo británico aunando sus esfuerzos para salvar y
salvarse a sí mismo. A mí me ha gustado mucho esta película por la fuerza
narrativa de la imagen y por la capacidad expresiva del sonido y de la música
que hacen innecesarios diálogos y reflexiones, en un momento en que sobrevivir
es mucho más importante que hablar o reflexionar.
Guion y Dirección: Christopher Nolan
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Hoyte van Hoytema
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