Esta puesta en escena de Mario Gas de Madama Butterfly fue
la que vi en directo hace unos años. Recibió muy buenas críticas en su momento y
ahora se ha repuesto. Lo más novedoso era que, aprovechando la supuesta
filmación de una película, podíamos ver en pantalla en blanco y negro primeros
planos de los cantantes mientras se desarrollaba en el teatro la escena
principal. Así teníamos al mismo tiempo dos visiones complementarias de la
trama. Es muy original.
No recuerdo quienes eran los cantantes entonces. En esta
ocasión han sido Ermonela Jaho y Jorge de León. Ella me pareció que insuflaba
al personaje toda su pasión y todo su dramatismo, consiguiendo emocionar; él,
por el contrario, no sé si porque su personaje me resulta antipático o porque
no se esforzó mucho, no me transmitió nada. Me gustaría tener conocimientos
musicales para hacer una crítica más especializada, pero no los tengo, así que me baso
únicamente en sensaciones.
A principios del siglo XX, Europa se consideraba todavía el
corazón del mundo (yo creo que en 2017 sigue haciéndolo) y todo lo que no
transcurría en su territorio le parecía exótico. Mientras en Estados Unidos,
durante la segunda mitad del siglo XIX se había vivido una fiebre por colonizar
el oeste, Europa trataba de descubrir los misterios del lejano oriente. Tan
exótico resultaba uno como otro.
En la ópera también se vivió esta fiebre por lo exótico y autores como
Puccini desarrollaron sus obras en Japón, Madama Butterfly y Turandot, y también en el
Oeste, La fanciulla del West. También en moda, decoración, pintura y
arquitectura había una verdadera obsesión por todo lo japonés. En el Museo Thyssen
de Madrid hay ahora una exposición sobre Madama
Butterfly y la atracción por Japón. Madrid, 1868-1915, hasta el 27 de agosto.
Este año como parte de la celebración de la Semana de la
Ópera y también por los 200 años del Teatro Real, se programó esta obra para ser emitida por RTVE y también en
pantallas en calles y plazas. Era el 30 de junio. Los días antes a la
representación habíamos sufrido una ola de calor desproporcionada en Zaragoza, pero precisamente ese día se levantó cierzo y la temperatura bajó unos 15 grados.
Así que estaba en la parada del autobús dispuesta para ir a la Plaza de San
Bruno, donde se había colocado la pantalla en Zaragoza y, como el autobús
tardaba y tardaba y tardaba, empecé a quedarme pajarito.
Cambié de idea y decidí volverme a casa a ver la
retransmisión de televisión despachurrada en mi sofá, tomando una taza de té y
sin pasar ni frío ni calor. Una decisión acertada, porque quienes estuvieron en
la plaza pasaron bastante frio, aunque quienes vimos la retransmisión de
televisión no pudimos ver las imágenes en blanco y negro de la supuesta
película.
El argumento de la ópera es sobradamente conocido. Pinkerton
es un arrogante, cabrón, hijo de yanqui que está destinado en Japón. Como no
quiere aburrirse mientras dure su destino allí, decide casarse temporalmente
con Cio-Cio San (se pronuncia Chocho San), una joven geisha que apenas tiene 15
años; una huérfana que, como consecuencia de esta boda con un extranjero, será repudiada por su familia.
Por supuesto, Pinkerton se marchará, cuando se canse de ella, sin saber que Butterfly está embaraza (yo
creo que si lo hubiera sabido se hubiera marchado igual) y Butterfly se quedará esperándole durante años, sumida en la tristeza, la pobreza y el rechazo de su
gente.
El final fue, trágico y muy emocionante como corresponde a
casi todas las óperas, pero mucho más cruel. Sería casi una metáfora de lo que
Occidente y sus metrópolis han hecho con los países colonizados. Llevarse toda
su riqueza, corromper a su población y dirigirse a esquilmar otra sociedad.
En esta página web se puede ver todavía la ópera
retransmitida The Opera Platform
Dirección musical: Marco Armiliato
Dirección de escena: Mario Gas
Escenografía: Ezio Frigerio
Intrépretes: Ermonela Jaho, Enkelejda Shkosa, Jorge de León.
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