En el Castillo de Loarre fue donde compré mi primer libro
turístico y que todavía conservo; escrito por Antonio Durán Gudiol. Yo tendría
unos diez años y había ido de excursión con el colegio. En el colegio
Mercedarias del Paseo Ruiseñores de Zaragoza recibí lo que entonces se llamaba
EGB, Educación General Básica. Un muy buen programa educativo que se debería
recuperar.
Parte sur donde se puede ver la Torre Albarrana y restos del poblado medieval |
Así que el castillo de Loarre es uno de mis primeros
recuerdos de infancia y no podría ser mejor. He vuelto muchas veces, una de
ellas para ver una representación de La
casa de Bernarda Alba, y pienso seguir haciéndolo porque a estos lugares
siempre hay que volver. Lo malo de esta última visita es que se me terminó la
batería de la cámara y apenas pude hacer fotos; lo bueno, es que, por eso,
tendré que volver.
Parte norte, defendida por la misma montaña |
Está situado en una colina a 1070 metros de altura y tiene
una visión de 360º, de manera que habrá sido muy difícil sorprender a la
guardia del castillo, especialmente por la zona sur donde se extiende la Hoya
de Huesca hasta el valle del Ebro (dicen que si está la noche clara, se pueden
ver los fuegos artificiales de las Fiestas del Pilar). Entre los años 1020 y
1035 se inició su construcción como fortaleza militar por encargo de Sancho III
el Mayor de Navarra. Pero enseguida el rey Sancho Ramírez ordenó su ampliación
y se cambió su uso a monasterio para la orden agustiniana. No hay que olvidar
que, entonces a principios del siglo XI, esta era tierra en frontera entre
cristianos y musulmanes.
La Hoya de Huesca |
Como la reconquista se iba consolidando, Loarre perdió parte
de su interés, incluso siendo sustituido como sede eclesiástica por
Montearagón. Siguió siendo de titularidad real pero cedido a distintos nobles
para su explotación. Hay que agradecer que su importancia declinara porque eso
ha permitido que llegase en este buen estado hasta nuestros días.
Torre del Homenaje. Ricardo del Arco |
En 1287, ya estaba construida la muralla del lado sur, con
torreones semicirculares y entrada en recodo para dificultar el acceso del
enemigo; entre esta muralla y las laderas del castillo se ubicó un poblado del
que todavía quedan restos. En la parte norte, no era necesaria la muralla
puesto que la formación rocosa ya ofrecía suficiente protección.
Portada de acceso. Ricardo del Arco |
La escalera de acceso es muy curiosa. Muy empinada y con dos
niveles de escalones distintos, dispuestos así para que la parte central sirva
de evacuación a las aguas de lluvia, sin que la escalera quede inutilizada. En
la parte derecha se abre la Cripta de Santa Quiteria que comunica mediante dos
escaleras muy muy estrechas con la iglesia de San Pedro. Se le atribuye la
gracia de sanar a los enfermos de rabia, quizá por ello vemos allí un bajo
relieve que representa a un perro que parece bastante tranquilo. Frente a esta
cripta se encuentra el cuerpo de guardia.
Escalera principal de acceso. A la izquierda el cuerpo de guardia, a la derecha la cripta de Santa Quiteria |
La Iglesia de San Pedro es de estilo románico del siglo XI.
De líneas muy depuradas y simples pero muy sólidas. Su cúpula tiene 26 metros
de altura y el ábside semicircular está decorado con finas columnas y capiteles
y una moldura de ajedrezado jaqués. Siguiendo la visita encontramos distintas
dependencias utilizadas por los monjes y también calabozos y salas de armas.
El perro de Santa Quiteria |
En la parte más antigua del castillo, en el patio de armas,
se encuentra otra pequeña iglesia, mucho más modesta que la anterior. Es la
Iglesia de Santa María donde se veneraba la imagen de la virgen que hoy está en
la Iglesia de San Esteban de Loarre junto a otra imagen de San Pedro.
Iglesia de San Pedro y capitel |
El castillo es uno de los mejores ejemplos de arquitectura
militar y monástica de Europa. Ricardo del Arco, archivero de la ciudad de
Huesca, historiador y uno de sus primeros estudiosos, le llama castillo-abadía.
Ya en 1917 le dedicó uno de sus libros, incluyendo también fotografías tomadas
por el mismo y otros grabados. Este libro se utilizaba como guía turística
cuando los grupos de interesados tenían que llegar al castillo a lomos de
burros que podían contratar en el pueblo de Loarre.
Iglesia de Santa María |
Hasta el siglo XVI el pueblo de Loarre se asentaba en la
ladera del castillo, bien protegido. Se puede ver todavía la torre albarrana,
inicialmente meramente defensiva, pero que posteriormente se utilizó como
campanario de la iglesia del primitivo poblado. Cuando el castillo se abandonó,
la población se trasladó a lo que llamaban el burgo de San Esteban, donde actualmente
se conservan las tallas de la virgen y de San Pedro, ya mencionadas.
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