jueves, 12 de septiembre de 2019

Castillo de Loarre, Huesca. Agosto 2019


En el Castillo de Loarre fue donde compré mi primer libro turístico y que todavía conservo; escrito por Antonio Durán Gudiol. Yo tendría unos diez años y había ido de excursión con el colegio. En el colegio Mercedarias del Paseo Ruiseñores de Zaragoza recibí lo que entonces se llamaba EGB, Educación General Básica. Un muy buen programa educativo que se debería recuperar.

Parte sur donde se puede ver la Torre Albarrana y restos del poblado medieval

Así que el castillo de Loarre es uno de mis primeros recuerdos de infancia y no podría ser mejor. He vuelto muchas veces, una de ellas para ver una representación de La casa de Bernarda Alba, y pienso seguir haciéndolo porque a estos lugares siempre hay que volver. Lo malo de esta última visita es que se me terminó la batería de la cámara y apenas pude hacer fotos; lo bueno, es que, por eso, tendré que volver.

Parte norte, defendida por la misma montaña

Está situado en una colina a 1070 metros de altura y tiene una visión de 360º, de manera que habrá sido muy difícil sorprender a la guardia del castillo, especialmente por la zona sur donde se extiende la Hoya de Huesca hasta el valle del Ebro (dicen que si está la noche clara, se pueden ver los fuegos artificiales de las Fiestas del Pilar). Entre los años 1020 y 1035 se inició su construcción como fortaleza militar por encargo de Sancho III el Mayor de Navarra. Pero enseguida el rey Sancho Ramírez ordenó su ampliación y se cambió su uso a monasterio para la orden agustiniana. No hay que olvidar que, entonces a principios del siglo XI, esta era tierra en frontera entre cristianos y musulmanes.

La Hoya de Huesca

Como la reconquista se iba consolidando, Loarre perdió parte de su interés, incluso siendo sustituido como sede eclesiástica por Montearagón. Siguió siendo de titularidad real pero cedido a distintos nobles para su explotación. Hay que agradecer que su importancia declinara porque eso ha permitido que llegase en este buen estado hasta nuestros días.

Torre del Homenaje. Ricardo del Arco
En 1287, ya estaba construida la muralla del lado sur, con torreones semicirculares y entrada en recodo para dificultar el acceso del enemigo; entre esta muralla y las laderas del castillo se ubicó un poblado del que todavía quedan restos. En la parte norte, no era necesaria la muralla puesto que la formación rocosa ya ofrecía suficiente protección.

Portada de acceso. Ricardo del Arco
La escalera de acceso es muy curiosa. Muy empinada y con dos niveles de escalones distintos, dispuestos así para que la parte central sirva de evacuación a las aguas de lluvia, sin que la escalera quede inutilizada. En la parte derecha se abre la Cripta de Santa Quiteria que comunica mediante dos escaleras muy muy estrechas con la iglesia de San Pedro. Se le atribuye la gracia de sanar a los enfermos de rabia, quizá por ello vemos allí un bajo relieve que representa a un perro que parece bastante tranquilo. Frente a esta cripta se encuentra el cuerpo de guardia.

Escalera principal de acceso. A la izquierda el cuerpo de guardia, a la derecha la cripta de Santa Quiteria

La Iglesia de San Pedro es de estilo románico del siglo XI. De líneas muy depuradas y simples pero muy sólidas. Su cúpula tiene 26 metros de altura y el ábside semicircular está decorado con finas columnas y capiteles y una moldura de ajedrezado jaqués. Siguiendo la visita encontramos distintas dependencias utilizadas por los monjes y también calabozos y salas de armas.

El perro de Santa Quiteria

En la parte más antigua del castillo, en el patio de armas, se encuentra otra pequeña iglesia, mucho más modesta que la anterior. Es la Iglesia de Santa María donde se veneraba la imagen de la virgen que hoy está en la Iglesia de San Esteban de Loarre junto a otra imagen de San Pedro.

Iglesia de San Pedro y capitel

El castillo es uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar y monástica de Europa. Ricardo del Arco, archivero de la ciudad de Huesca, historiador y uno de sus primeros estudiosos, le llama castillo-abadía. Ya en 1917 le dedicó uno de sus libros, incluyendo también fotografías tomadas por el mismo y otros grabados. Este libro se utilizaba como guía turística cuando los grupos de interesados tenían que llegar al castillo a lomos de burros que podían contratar en el pueblo de Loarre.

Iglesia de Santa María

Hasta el siglo XVI el pueblo de Loarre se asentaba en la ladera del castillo, bien protegido. Se puede ver todavía la torre albarrana, inicialmente meramente defensiva, pero que posteriormente se utilizó como campanario de la iglesia del primitivo poblado. Cuando el castillo se abandonó, la población se trasladó a lo que llamaban el burgo de San Esteban, donde actualmente se conservan las tallas de la virgen y de San Pedro, ya mencionadas.




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