lunes, 9 de septiembre de 2019

Teruel Medieval y Mudéjar. Verano 2019


No se debería de buscar una excusa para ir a visitar Teruel. Teruel bien vale una visita por sí mismo. Desde Zaragoza apenas son dos horas por la Autovía Mudéjar, de manera que el viaje resulta muy cómodo. Yo hace tiempo que quería ir pero no surgía la ocasión, así que aprovechando el Festival Internacional de Fotografía, Teruel Punto Photo 2019, he ido un par de días. El primero lo dediqué al Teruel Medieval y el segundo al Teruel Modernista. También visité los museos y comí jamón y queso y bebí buen vino.

Impresionante cielo azul
Han sido dos días muy aprovechados, pero todavía me han quedado cosas pendientes. El casco histórico de Teruel conserva su trazado medieval; la ciudad se situó en lo alto de un cerro y se rodeó con una muralla defensiva que, en parte, todavía se conserva. Cuenta la leyenda que los musulmanes que habitaban la antigua Tirwal fueron atacados por las tropas cristianas y al verse en inferioridad de condiciones para la lucha, rodearon los cuernos de unos toros con hierba seca y les prendieron fuego para impresionar.

El torico
Los cristianos que no eran tontos se dieron cuenta de la estratagema y ocuparon el poblado musulmán capturando todos los toros excepto uno que quedó mugiendo en lo alto de un cerro y que, a lo lejos parecía muy pequeño y y las pavesas quedaban como una corona de estrellas. Allí se fundaría la Teruel cristiana.

El acueducto-viaducto desde la muralla
Entre los restos medievales que se pueden visitar están las murallas y el aljibe. Ahora se puede subir a los torreones de las murallas y también hacer el paseo de ronda, aunque no se conserva el recinto completo de 1740 metros y una parte sigue estando en rehabilitación. Empezó construirse en el siglo XII y hoy se conserva cuatro torreones: Ambeles, San Esteban, el Rincón y la Lombardera. En la muralla desemboca el acueducto-viaducto, obra posterior del siglo XVI y que como puede verse desde esta tronera en su parte baja hace las funciones de viaducto y en la parte alta de acueducto. Abastecía a la ciudad de agua desde el manantial de la Peña del Macho. En las estancias de los torreones de la muralla hay reproducciones de las armas utilizadas en las guerras medievales.

Torreón de la Lombardera
Interior de la muralla

Cerca de la Plaza del Torico se encuentra la entrada a los aljibes públicos mandados construir por Pedro IV el Ceremonioso en 1347, aunque es posible que hubiera otros anteriores de origen romano. Los aljibes eran cisternas construidas en el subsuelo para almacenar el agua de la lluvia. Cuando decayó su uso se utilizó como bodega. Se han localizado dos, aunque el rey ordenó construir tres. Son el aljibe fondero y el somero.




Aunque si por algo es conocida la ciudad de Teruel es por su impresionante patrimonio mudéjar. Los principales edificios que podemos disfrutar hoy, ejemplo de este estilo arquitectónico, son de uso religioso. No sabría decir porqué. Son dos las aportaciones principales del mudéjar turolense: la utilización de cerámica vidriada como complemento ornamental, espejeante, y la estructura de las torres de inspiración almohade.

La torre y el cimborrio de la catedral desde la logia del Museo 
La catedral de Santa María de Mediavilla tiene varias piezas mudéjares, a cual mejor. La torre campanario de 1257 cumplía también la función de puerta abierta mediante una bóveda apuntada. Actualmente, está en restauración, así que no puede visitarse; aunque no me gusta el chapitel barroco añadido posteriormente la torre sigue teniendo el encanto de las torres mudéjares. El cimborrio es muy posterior, de 1537. Se diseñó para dar más luz al retablo renacentista de Gabriel Yoli.

El chapitel barroco
Portada neomudéjar de la catedral
La catedral, en su origen fue una iglesia románica iniciada en 1171 que, como se ve, a través de los tiempos ha sufrido considerables modificaciones. Sin embargo, conserva el techo mudéjar más impresionante de Teruel (y del mundo entero). Esta joya, el alfarje mudéjar, data de la segunda mitad del siglo XIII, parece ser que en el año 1285, y ha llegado hasta hoy en perfecto estado porque durante una reforma en el siglo XVIII se decidió cubrirlo con un falso techo porque era una antigualla que ya no gustaba. Tiene 32 metros de longitud y 7,76 de anchura. Es de armadura de par y nudillo, con dobles tirantes que se apoyan en canes; constituye un elemento estructural y no meramente decorativo.

Interior del cimborrio y parte del alfarje

Esta techumbre está profusamente decorada con pintura al temple de huevo. Hace unos años se acondicionó una galería que rodea la nave central para poder verlo a una altura de apenas 2 metros. Así se pueden ver más fácilmente los motivos vegetales, geométricos y escritura cúfica; también hay figuras individuales, temas religiosos y de la nobleza, escenas cotidianas, de guerra y de oficios. Los vestidos de los caballeros y las damas han servido de inspiración para la representación de las Bodas de Isabel.

Detalles 


Pocos habrá que no conozcan la historia de Juan Diego e Isabel, en fin, los Amantes de Teruel que murieron en 1217. Jóvenes, ricos y enamorados que, sin embargo, no pueden consumar su amor porque las guerras contra los moros se interpusieron. Puede resultar un poco presuntuoso pero en Teruel se dice que Shakespeare hizo una mala copia de esta historia en su Romeo y Julieta, porque los verdaderos amantes, los que de verdad están inspirados por el verdadero amor, no necesitan suicidarse. Simplemente mueren de amor o, mejor dicho, de desamor.  


Tradicionalmente la Iglesia de San Pedro ha sido el lugar de reposo eterno de los amantes. Las momias fueron encontradas en 1555 y, desde entonces expuestas de diferentes maneras, han servido de inspiración a obras literarias, pictóricas, teatrales, etc. Hoy, afortunadamente, ya no se exponen las momias, así sin más, sino que se encuentran en un mausoleo de alabastro esculpido por Juan de Ávalos. Pero todavía pueden verse en la parte inferior de las tumbas a través de una rejilla tallada en la piedra.



En el mausoleo, los dos amantes parecen mirarse eternamente aunque tengan los ojos cerrados y sus manos tendidas, una hacia la otra, nunca llegarán a tocarse. Completa la exposición un mural, El amor nuevo 2004, realizado por Jorge Gay y algunos ejemplares y reseñas de las obras literarias, de los montajes teatrales y de las pinturas que se inspiraron en esta historia. A la entrada del Museo de los Amantes, una escultura de Diego e Isabel realizada por Manuel Escriche en 2015 que, incomprensiblemente, mira hacia la pared. La explicación es que así los turistas pueden hacerse fotos con la escultura teniendo la entrada del mausoleo y la torre al fondo.






No obstante esta gran historia no debe oscurecer la importancia de la Iglesia de San Pedro, de su torre y su claustro, como ejemplos de arquitectura mudéjar. No hay que olvidar que el conjunto es el único que se conserva de origen mudéjar aunque haya sido muy alterado a principios del siglo XX, respondiendo más a las características y al gusto del estilo modernista, especialmente en la decoración interior de la iglesia y la restauración del claustro. A mí la decoración de la iglesia me recordó a la capilla baja de la Sainte Chapelle, en París, aunque ésta es mucho más grande.





Hubo una iglesia románica de finales del siglo XII de la que no quedan vestigios, a la que a mitad del siglo XIII, se le había añadido una torre-puerta con bóveda de cañón apuntado como la de la catedral. Posteriormente, se emprenderían obras de ampliación o de nueva planta que dieron lugar a la actual iglesia manteniéndose la torre. Esta torre es la más baja y menos decorada de todas las conservadas en Teruel. Y desde ella se accede al ándito, una especie de camino de ronda pero cubierto que rodea las capillas laterales del ábside y desde donde pueden apreciarse el reverso de las vidrieras, incluida una moderna del arcángel San Gabriel que, sospechosamente, se parece a David Bisbal.

Torre de San Pedro y detalle



Comunicación de la torre con el ándito. Cerámica vidriada de color melado
El claustro de planta cuadrada y de tamaño reducido. Los arcos apuntados que lo circundan fueron cerrados en la reforma modernista de principios del siglo XX. En la cerámica de la torre podemos encontrar tres colores principales. En primer lugar, el verde, tradicional de la cerámica turolense; también el morado cuyo uso no es habitual y el melado un color a medio camino entre el verde y el amarillo, similar al color de la miel oscura.

El claustro

Bisbal en el ándito
Siguiendo la visita me topé con la Torre de San Martín. Es espectacular porque la encuentras de frente al volver una esquina. No está encajonada entre calles como ocurre con la Torre de El Salvador. A la Torre de San Martín no se puede subir, pero exteriormente está completamente restaurada. Las cuatro torres comparten esa característica especial del mudéjar turolense de ser torres-puerta.

Torre de San Martín y detalle

La Torre de San Martín se realizó entre 1315 y 1316 y comparte con la Torre de El Salvador la estructura de alminar almohade (como la Torre de la Magdalena de Zaragoza). En realidad se tratan de dos torres que comparten eje y centro; la exterior envuelve a una torre más pequeña y las escaleras se disponen entre ambas. La torre pequeña está dividida en varias estancias. La decoración destaca por el trabajo hecho con ladrillo resaltado y la cerámica vidriada es verde y blanca.

Torre de San Martín, desde la logia del Museo de Teruel
Por último, la Torre de El Salvador. Es lo único que se conserva de la iglesia medieval de San Salvador que, al hundirse, fue sustituida por el actual templo barroco, donde está el Cristo de las tres manos. No se conoce fecha exacta de construcción, aunque podría aproximarse a 1330. En esta torre sí están más desarrollados los ornamentos de los paños exteriores.

Torre de El Salvador. Difícil apreciar su belleza

Se puede visitar y aunque los dos primeros tramos de escaleras requieren tomar aliento, el resto no supone ninguna dificultad. Además, las estancias de cada planta están habilitadas como espacio expositivo (y para poder descansar un poco). También hay una advertencia. Ya que se trata de torres-campanario hay que tener en cuenta las horas, los cuartos y las medias, no te vayan a pillar cerca. Las vistas son espectaculares.


Torre de San Martín vista desde la Torre de El Salvador

El campanario
El mudéjar ha seguido siendo inspiración durante el siglo XX y esperemos que lo sea también en el XXI. Del siglo XX y como ejemplo de amalgama entre mudéjar y modernismo se puede mencionar la Escalinata del Óvalo que salva el desnivel entre la estación de ferrocarril y el Paseo del Óvalo. Tampoco aquí podía evitarse la referencia a los amantes de Teruel.

Torreón de la Escalinata y los Amantes


Teruel, prometo volver pronto.



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