La autora.-
Lucía Baskaran nació en 1988. Escribe narrativa y también ha
colaborado con varios medios de comunicación como El Salto Diario o Kulturaldia.
Ha publicado otra novela, Partir.
Mi opinión.-
No es la primera vez que escucho como clasificación la
expresión novela generacional o literatura generacional. No sé qué significa
realmente pero no me parece que sea nada elogioso. Quiere decir que si una
novela es generacional dentro de 3 años ¿ya no le va a interesar a nadie? Si es
así, ningún autor o autora debería pretender que le pusieran en esa categoría
de olvido próximo.
A mí esta novela me ha parecido bastante floja y un poco
oportunista. Parece que las escritoras feministas treintañeras que se atreven a
hablar de sexo crudo y ponen en sus libros palabras como squirts y queer hoy
venden mucho. No me parece mal porque creo que un escritor se hace escribiendo
y publicando, pero encasillarse de esa manera también sería peligroso.
Los personajes en esta novela son muy estereotipados,
especialmente los hombres, y las situaciones en las que se encuentran todavía lo
son mucho más. Una cena en casa de los futuros suegros burgueses que tienen un
hijo bohemio que les reprocha el bienestar del que él mismo disfruta por la
cara; un trío de colegialas adolescentes tan inocentes como perversas que, en una fiesta de pijamas
con juego de la botella incluido, se dedican a ridiculizar a la protagonista y
a su amiga lesbiana pero que cuando se encuentran de adultas han sufrido varias
desgracias que las redimen; una madre que abandona a su hija y en los años 2000
le escribe muchísimas cartas para explicarle su abandono, cartas que la
adolescente no recibirá porque su padre las quema, etc, etc, etc. Y, en ese momento te
preguntas, pero en los años 2000, ¿quién escribía cartas? Más bien, parecen
situaciones de otra época.
Otra cosa que me ha molestado mucho es la insistencia de la
autora de poner notas a pie de página explicando
ciertos trastornos psicológicos que surgen durante la trama en lugar de molestarse en
novelarlo. Da la sensación de que toma a los lectores o por niños ignorantes o
por adultos tontos, o de que ha querido ahorrarse la escritura de unas cuantas páginas, quizá por presiones del editor. Así nos explica la hipótesis de Sapir-Whorf, actualmente bastante desacreditada entre
los científicos sociales por su proximidad con las formas más extremas de
naZionalismos e incluso como soporte del racismo; también nos explica qué es el
body-monitoring o la self-objectification o el TOC o hacer
luz de gas (los que vemos cine clásico ya sabíamos lo que es hacer luz de gas). Por otra parte, la autora evita poner las traducciones de unas
pocas palabras que utiliza en vasco, no muy necesarias para seguir la trama,
pero que sería interesante que hubiese hecho.
Sin embargo, lo más extraño ha sido leer, en la página 130
la expresión Le tiro la almohada de
vuelta que supongo que significa que, mientras las dos protagonistas están jugando a darse golpes con las almohadas, le devuelvo la almohada a
quien me la ha tirado primero. Me parece una traducción literal de una
expresión en inglés Throw the pillow back.
Y es que, esta es la primera vez que lo veo, en la página del copyright figura
que la Corrección de estilo ha estado a
cargo de Harrys Salswach. Imagino lo que es un corrector de estilo pero este
señor es editor para Venezuela y Colombia de una conocida casa editorial y
puede que haya colado un americanismo.
En fin, se lee de un tirón, en dos tardes, pero no la
recomiendo.
Lucía Baskaran
Cuerpos malditos
Ed. Temas de hoy
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