Este invierno hay tres exposiciones muy interesantes en la
Biblioteca Nacional. Empezaré por la de Benito
Pérez Galdós. La verdad humana, ya que se ha declarado el año 2020 como Año
Galdosiano, aprovechando el centenario de su muerte. Dice el catálogo,
magníficamente editado, que Galdós intentó superar las dualidades que regían la
vida humana desde el Renacimiento: razón y corazón, sentimiento y emociones,
para crear una nueva realidad para un mundo y una sociedad, la española, embarcada
en una comprometida transformación.
Retrato de 1860 |
Recientemente, también he leído una entrevista a Almudena
Grandes, resaltando la figura de este escritor que, a temporadas, no ha sido
muy bien considerado. A mí, su novela Fortunatay Jacinta, me parece la mejor novela occidental del siglo XIX, aunque
algunos consideren que Galdós era un antifeminista. Los personajes son de carne
y hueso, sufren la irrupción en sus vidas de un hombre-niño y mantienen una
cierta sororidad entre ellas. Además, fue un analista político muy lúcido y fue
el primer en sostener que las Guerras Carlistas, desarrolladas y potenciadas
por el País Vasco y Cataluña principalmente, tuvieron y tienen una gran
trascendencia política.
El manuscrito original de Trafalgar y su estuche |
A estas alturas del siglo XXI, nadie cree que los
nacionalismos periféricos vengan a traer algo de modernidad. Son intereses, muy
bien camuflados, de burgueses que quieren más y con su codicia intentan seguir
retrasando el desarrollo de las demás comunidades autónomas para no perder su
ventaja comparativa. No hay que olvidar que la industrialización de uno y otra
es el origen de la España vaciada.
Ilustraciones para los Episodios Nacionales |
En las distintas salas se exponen fotografías, documentos, incluso
una factura de un hotel en Wiesbaden (Galdós fue un gran cosmopolita);
manuscritos de sus célebres Episodios
Nacionales, la historia de España novelada como no se ha hecho en ningún
otro país de Europa. Republicano liberal, heterodoxo que sabía resaltar como
nadie la influencia del catolicismo más rancio y más intolerante y que fue muy
criticado por ello. Pintor, fotógrafo y periodista, parece que nada se escapaba
a su curiosidad. Político, se exhibe también en la exposición la Certificación
expedida por los secretarios del Congreso de la promesa de su cargo como
Diputado elegido por Madrid. Una exposición muy recomendable.
Un dibujo de Zaragoza, con el Pilar sin torres. |
Su paraíso |
La siguiente exposición está dedicada a Valentín Carderera.
Fue un viajero, ilustrador y pintor de cámara de la reina Isabel II que había
nacido en Huesca. También trabajó como delineador del ejército y, por eso, se
exhibe un pasaporte que el mismo General Palafox le expidió para que viajara
por el Pirineo. En este pasaporte constan los Auxilios a los que tenía derecho:
dos raciones de pan, dos raciones de cebada, dos raciones de paja, supongo que
estas dos últimas serían para su caballo. En el encabezamiento figuran todos
los apellidos y cargos de Palafox, nada menos que once líneas y de los trece
apellidos que constan, ¡ohhhhhhhh!, compartimos uno.
También dejó constancia de la ruina de algunos monumentos. Y
protestó vivamente por ello en varios artículos de prensa: ¡Así convertimos el oro en polvo! ¿Por qué la nación ha de renunciar a
estas preciosidades que con el tiempo nos pueden atraer tesoros? ¿No vemos que
todas estas obras son también trofeos y muy grandes testimonios del genio
español? Lo dejó escrito en 1840. Carderera y el genio romántico.
La reina de Aragón doña Sancha de Castilla, fundadora del Monasterio de Sigena |
Religiosa clarisa de Calatayud |
Hay otras dos exposiciones relacionadas con la política. Los
dibujos originales de Forges sobre la Constitución de 1978, publicados por El
País y la otra dedicada a El exilio
republicano. 80 años después.
La exposición sobre El
exilio republicano también parte de
una conmemoración. Ya hace 80 años que la caída de Barcelona, en enero de 1939,
precipitó la retirada del gobierno republicano. Era invierno y la gente estaba
agotada por el hambre, el sufrimiento y la desesperanza. Trataban de cruzar la
frontera francesa, aunque allí les esperaba un campo de internamiento en
condiciones penosas y un largo exilio. Mi familia estuvo allí.
Hay muchos documentos,
cartas en las que solicitaban auxilio, pasaportes para poder circular por
Francia. Las vidas se quedaban desgajadas y nunca se podrían retomar en el
punto en que se encontraron en Perthus. Algunos libros que se publicaron poco
después y el testimonio de Federica Montseny: Arrojados de nuestros hogares, arrojados de nuestro país, arrancados a
nuestra tierra, jamás volverá a existir hogar, patria ni reposo para nosotros. Lo
escribió en 1949, diez años después.
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